Vagabundos como nosotros
Quizás algún día esté satisfecho. Algún día en que termine de borrar las huellas de un sueño americano intermitente, interrumpido por anuncios de veinte segundos que enceran mis huesos y los dejan listos para una carrera que terminó en una trampa mortal cuando aún era joven. Miraré a todos los héroes deprimidos que atascan con sus coches la carretera y les pediré que lo intenten una vez más, que aún hay tiempo para pasear bajo el sol en primavera.
Quizás algún día encuentre al guardián de mis sueños y se siente en la tapicería de mi coche y simplemente diga “vamos, nunca volveremos atrás”. Y caminará conmigo sobre el alambre y le veremos a él volver a tocar una guitarra de madera vieja sobre un escenario y nos sonreirá y nos dirá “buenas noches, esto es para los amigos”
Quizás seguirá ahí en la playa, erguido como un titán, el parque de atracciones donde los niños gritan que están vivos y mueven sus brazos y sus pesadas cabezas excitadas mientras pueden. Pronto comprarán cuchillos para rasgar dolores con trabajos mal pagados que les dejarán agotados para el baile al otro lado del río. Pero mientras, Bruce Springsteen, embutido en unos vaqueros negros, nos recordará eso de “uno, dos, tres, cuatro” y volverá a llenar nuestros corazones de lágrimas de metal.
Conduciremos despacio en una noche cálida y nos peinaremos en los espejos retrovisores. Todo el mundo habrá salido a la calle escapando de las paredes móviles de sus casas y compartirán la tristeza y la rabia del músico errante. Y en clave secreta, en un susurro lánguido, se dirán las palabras mágicas; no te rindas nunca.
Lo que tenga me lo habré ganado, y lo que no lo habré aprendido. El eco decidirá entonces si estaba acertado o equivocado.
Porque vagabundos como nosotros, hemos nacido para correr.
Un libro nacido para correr: Querido Bruce Springsteen, de Kevin Major
Una canción nacida para correr: Born To Run, de Bruce Springsteen
Una película nacida para correr: Thunder Road, de Arthur Ripley
Quizás algún día encuentre al guardián de mis sueños y se siente en la tapicería de mi coche y simplemente diga “vamos, nunca volveremos atrás”. Y caminará conmigo sobre el alambre y le veremos a él volver a tocar una guitarra de madera vieja sobre un escenario y nos sonreirá y nos dirá “buenas noches, esto es para los amigos”
Quizás seguirá ahí en la playa, erguido como un titán, el parque de atracciones donde los niños gritan que están vivos y mueven sus brazos y sus pesadas cabezas excitadas mientras pueden. Pronto comprarán cuchillos para rasgar dolores con trabajos mal pagados que les dejarán agotados para el baile al otro lado del río. Pero mientras, Bruce Springsteen, embutido en unos vaqueros negros, nos recordará eso de “uno, dos, tres, cuatro” y volverá a llenar nuestros corazones de lágrimas de metal.
Conduciremos despacio en una noche cálida y nos peinaremos en los espejos retrovisores. Todo el mundo habrá salido a la calle escapando de las paredes móviles de sus casas y compartirán la tristeza y la rabia del músico errante. Y en clave secreta, en un susurro lánguido, se dirán las palabras mágicas; no te rindas nunca.
Lo que tenga me lo habré ganado, y lo que no lo habré aprendido. El eco decidirá entonces si estaba acertado o equivocado.
Porque vagabundos como nosotros, hemos nacido para correr.
Un libro nacido para correr: Querido Bruce Springsteen, de Kevin Major
Una canción nacida para correr: Born To Run, de Bruce Springsteen
Una película nacida para correr: Thunder Road, de Arthur Ripley
2 Comments:
Lo mejor es ver siempre esa carretera desafiante al sol. Tu mensaje, No Surrender, sin duda me ha gustado. Envidia sana por esta gira de Bruce.
Bruce es una especie de hermano mayor para mí, billy. Durante el principio de divorcio de mis padres en mi adolescencia, experiencia terrible para un niño, me encerraba con él en mi habitación, con los cascos a tope y la puerta bien cerrada. A veces pienso que le debo la vida. Al menos la ilusión, eso sí.
Un saludo.
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