La espuma de los días
Nicolás trajo el plato siguiente: pan de piña con crema de naranja.
- Gracias- dijo Colin- Nicolás, a su juicio ¿ qué puedo hacer para volver a ver a Chloé, una chica de la que estoy enamorado?
- Dios mío, señor- dijo Nicolás- , evidentemente puede darse el caso... He de confesar al señor que a mí no me ha sucedido nunca. Yo aconsejo al señor que trate de recoger, por conducto de la persona en casa de la cual ha conocido a la chica cuya presencia parece faltar al señor, ciertas informaciones sobre las costumbres y amistades de esta última.
- Pese a la complejidad de los giros que emplea usted, Nicolás, creo que ésa es, en efecto, una posibilidad. Pero ¿sabe usted una cosa? Cuando se está enamorado uno se vuelve idiota.
Bebieron un poco más de Sauternes. Nicolás trajo una enorme tarta.
- Aquí tienen los señores un postre suplementario- dijo.
Colin cogió un cuchillo, pero, cuando iba a cortar la superficie virgen, se detuvo.
- Es demasiado hermoso- dijo- Vamos a esperar un poco.
- La espera-dijo Chick- es un preludio en tono menor.
- ¿Qué te hace hablar así?-dijo Colin.
Tomó la copa de Chick y la llenó con un vino dorado, denso y móvil como éter pesado.
- No lo sé- dijo Chick- ha sido una idea repentina.
- ¡Pruébalo!- dijo Colin.
Vaciaron las copas al mismo tiempo.
- ¡Es tremendo!...- dijo Chick, y sus ojos se pusieron a brillar con destellos rojizos que se encendían y se apagaban.
Colin se apretaba el pecho.
- Tengo la seguridad de que si bebemos lo suficiente de este vino, Chloé vendrá inmediatamente- dijo Colin.
- ¡De eso no hay la menor prueba en absoluto! – dijo Chick.
- Me estás provocando- dijo Colin, acercando su copa.
Chick llenó las dos copas.
-¡Espera!- dijo Colin.
Apagó la lámpara del techo y la lamparita que iluminaba la mesa. Sólo brillaba, en un rincón, la luz verde del icono escocés delante del cual Colin solía meditar.
-¡Oh!...- murmuró Chick.
A través del cristal, el vino relucía con un resplandor fosforescente e incierto que parecía emanar de una miríada de puntos luminosos de todos los colores.
- Bebe-dijo Colin.
Bebieron los dos. El resplandor quedaba adherido a sus labios. Colin volvió a encender las luces. Parecía dudar si quedarse en pie.
-Una vez al año no hace daño-dijo- Creo que podríamos terminar la botella.
-¿Y si cortáramos la tarta? –dijo Chick.
Colin cogió un cuchillo de plata y se puso a trazar una espiral sobre la blancura pulida de la tarta. De repente se detuvo y miró su obra con sorpresa.
-Voy a probar una cosa- dijo.
Tomó una hoja de acebo del ramo de la mesa, y con una mano, asió la tarta. Haciéndola girar rápidamente sobre la punta del dedo, colocó, con la otra mano, una de las puntas del acebo en la espiral.
-¡Escucha!- dijo.
Chick escuchó. Era la canción Chloé en la versión arreglada por Duke Ellington.
Chick miró a Colin. Estaba tremendamente pálido.
Chick le quitó el cuchillo de la mano y lo hincó con ademán firme en la tarta. La cortó en dos y, dentro de la tarta vieron que había un nuevo artículo de Partre para Chick y una cita con Chloé para Colin.
(Boris Vian, La espuma de los días)
Y digo yo ¿dónde se puede encontrar a un cocinero como Nicolás hoy en día? ¿eh?
Una canción para Chloé: She is the One, de Bruce Springsteen
Una película para Chloé: Lost in translation, de Sofia Coppola
Un libro para Chloé: Las mil y una noches, anónimo
- Gracias- dijo Colin- Nicolás, a su juicio ¿ qué puedo hacer para volver a ver a Chloé, una chica de la que estoy enamorado?
- Dios mío, señor- dijo Nicolás- , evidentemente puede darse el caso... He de confesar al señor que a mí no me ha sucedido nunca. Yo aconsejo al señor que trate de recoger, por conducto de la persona en casa de la cual ha conocido a la chica cuya presencia parece faltar al señor, ciertas informaciones sobre las costumbres y amistades de esta última.
- Pese a la complejidad de los giros que emplea usted, Nicolás, creo que ésa es, en efecto, una posibilidad. Pero ¿sabe usted una cosa? Cuando se está enamorado uno se vuelve idiota.
Bebieron un poco más de Sauternes. Nicolás trajo una enorme tarta.
- Aquí tienen los señores un postre suplementario- dijo.
Colin cogió un cuchillo, pero, cuando iba a cortar la superficie virgen, se detuvo.
- Es demasiado hermoso- dijo- Vamos a esperar un poco.
- La espera-dijo Chick- es un preludio en tono menor.
- ¿Qué te hace hablar así?-dijo Colin.
Tomó la copa de Chick y la llenó con un vino dorado, denso y móvil como éter pesado.
- No lo sé- dijo Chick- ha sido una idea repentina.
- ¡Pruébalo!- dijo Colin.
Vaciaron las copas al mismo tiempo.
- ¡Es tremendo!...- dijo Chick, y sus ojos se pusieron a brillar con destellos rojizos que se encendían y se apagaban.
Colin se apretaba el pecho.
- Tengo la seguridad de que si bebemos lo suficiente de este vino, Chloé vendrá inmediatamente- dijo Colin.
- ¡De eso no hay la menor prueba en absoluto! – dijo Chick.
- Me estás provocando- dijo Colin, acercando su copa.
Chick llenó las dos copas.
-¡Espera!- dijo Colin.
Apagó la lámpara del techo y la lamparita que iluminaba la mesa. Sólo brillaba, en un rincón, la luz verde del icono escocés delante del cual Colin solía meditar.
-¡Oh!...- murmuró Chick.
A través del cristal, el vino relucía con un resplandor fosforescente e incierto que parecía emanar de una miríada de puntos luminosos de todos los colores.
- Bebe-dijo Colin.
Bebieron los dos. El resplandor quedaba adherido a sus labios. Colin volvió a encender las luces. Parecía dudar si quedarse en pie.
-Una vez al año no hace daño-dijo- Creo que podríamos terminar la botella.
-¿Y si cortáramos la tarta? –dijo Chick.
Colin cogió un cuchillo de plata y se puso a trazar una espiral sobre la blancura pulida de la tarta. De repente se detuvo y miró su obra con sorpresa.
-Voy a probar una cosa- dijo.
Tomó una hoja de acebo del ramo de la mesa, y con una mano, asió la tarta. Haciéndola girar rápidamente sobre la punta del dedo, colocó, con la otra mano, una de las puntas del acebo en la espiral.
-¡Escucha!- dijo.
Chick escuchó. Era la canción Chloé en la versión arreglada por Duke Ellington.
Chick miró a Colin. Estaba tremendamente pálido.
Chick le quitó el cuchillo de la mano y lo hincó con ademán firme en la tarta. La cortó en dos y, dentro de la tarta vieron que había un nuevo artículo de Partre para Chick y una cita con Chloé para Colin.
(Boris Vian, La espuma de los días)
Y digo yo ¿dónde se puede encontrar a un cocinero como Nicolás hoy en día? ¿eh?
Una canción para Chloé: She is the One, de Bruce Springsteen
Una película para Chloé: Lost in translation, de Sofia Coppola
Un libro para Chloé: Las mil y una noches, anónimo
10 Comments:
Cocineros como Nicolás, amigos como Colin y Chick, doblezones y pianos.
Y, sobretodo, hombres críticos e ingeniosos como Boris.
La espuma de los días es el relato que yo hubiera querido crear.
Una cruel delicia
Chloé. Un nombre perfecto para un gato tonto, espero que Vian haya hecho un buen personaje con ese nombre.
Extraño pedazo de literatura, gracias por hacerlo llegar con boomerang.
Chloé, si eres quien pienso (por la pasión borisviana que muestras), me gustaría preguntarte una cosa. ¿Puedes mandarme un mail con una dirección a la que responderte a la dirección de mail que hay en mi perfil? No he visto ninguna tuya en tu blog. Gracias.
Chloé no es un gato tonto precisamente, punto G.... digo, G punto; es un hermoso personaje literario de un libro muy estrafalario, eso sí. Pero lo del boomerang es un mito australiano, oiga: lo que se va no suele volver. Nos quedamos como tontos viendo como se pierde en el horizonte :)
Sospecho que un Nicolás así sólo es posible encontrarlo en un laberinto con un lagarto...
De pequeña, cuando mi madre estaba malita pensaba "Si logro dar 100 vueltas sin caerme, se pondrá buena"
Y a la 101 me desplomaba en el suelo, con todo girando a mi alrededor y la felicidad por la certeza de que mi deseo se vería cumplido.
Qué cosas...
Me encantan las 3 recomendaciones canción/libro/película de hoy. Me gustaron mucho :)
Las tres recomendaciones hablan de citas, tamaruca, como la que pretende Colin con Chloé en ese momento de la novela de Boris Vian. Tres citas muy distintas entre sí, con distintas esperanzas, distintas conclusiones y distintos desarrollos. Para saber lo que ocurre entre Colin y Chloé tendrás que leer la extraña novela ;)
Quizás lo que te hacía feliz, tamaruca, era la sensación de que habías hecho todo lo que tenías que hacer por ella, por tu madre. Lo que nos hace felices de verdad es darlo todo, no recibirlo. Es un error garrafal pensar lo contrario.
Me gustó mucho... y me inspiró además así que me voy a escribir jeje
besos
Supongo que todos tenemos una Chloé clavada dentro. Lo que es seguro es que una vez desapareces de la vida de alguien, será difícil, sino imposible, volver a materializarse.
Una película para Chloé: Por fuerza tiene que ser "Largo domingo de noviazgo".
Una canción para Chloe:
Chloe (Song Of The Swamp), Duke Ellington
la canción para Chloé puede ser Chloé. o cualquier trsite canción de jazz. o cualquier canción de jaz no triste pero tristemente entonada por alguién (Chet Baker?).
película no se me ocurre. pensé en Los paragüas de Cherburgo, pero no estoy segura. Vivir su vida, tal vez. pero definitivamente a lost in translation le falta algo para ser para Chloé.
saludos
Es genial! Estaba convencida de que el relato era tuyo!! Sin duda podría serlo.
Y sin duda tus recomendaciones son la guinda adecuada para esa tarta ;)
Pinta bien ese libro. Ais, que poco leo :(
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