domingo, enero 14, 2007

El cielo sobre Madrid

Decía el grandísimo Dámaso Alonso que Madrid es una ciudad de cien mil cadáveres.

Eran otros tiempos, hoy Madrid es una ciudad de cien mil manifestantes. Nos manifestamos los unos contra los otros, aproximadamente en un 50%, contra el otro 50%, para decirnos a nosotros mismos que los otros están aislados.

El 50% se manifiesta para demostrar que el otro 50% no quiere lo que España (el 100% de España, digo) realmente quiere.

Es como un ejercicio surrealista. Yo al menos me descojono con nerviosismo y con los ojos abiertos como lunas llenas.

Quiero decir, que cada uno puede (y debe) tener su propia idea acerca de las cosas que nos ocurren y de las que somos todos indirectamente responsables -y yo tengo las mías, por supuesto- pero no podemos obligar a los demás a pensar lo que no piensan, a sentir lo que no sienten pegando cuatro gritos en la calle. No podemos arrogarnos el poder divino de decir lo que los demás necesitan o quieren en un eslogan-pareado de rima espantosa. El debate debería ser más intelectual y menos cómico-radical. Claro que esto no daría titulares, que son quienes realmente mueven el mundo. Hemos hecho un escenario de la vida.

Decía el surrealista Apollinaire:

“Cuando el hombre quiso imitar la acción de andar, creó la rueda, que no se parece a una pierna. Del mismo modo ha creado, inconscientemente, el surrealismo... Después de todo, el escenario no se parece a la vida que representa más que una rueda a una pierna”

Pues algo parecido pienso cuando leo algunas cosas.



Pd. Este post, evidentemente, no es político; sino una propuesta de tesis sobre sicopatología social avanzada.


Un libro que no se parece a una pierna: Luces de Bohemia, de Don Ramón María del Valle Inclán.

Una película que no se parece a una pierna: Las bicicletas son para el verano, de Fernando Fernán Gómez

Una canción que no se parece a una pierna: Idiot Wind, de Bob Dylan

10 Comments:

Anonymous Anónimo dijo...

Buenos Aires es parecido. Encima, lo que decimos, lo decimos con tal arrogancia gritona...

Pero creo que esos modos vienen de un pasado de silencio casi obligado... nos vamos para el otro extremo: gritar y avasallar sólo porque ahora podemos hacerlo.

enero 15, 2007 7:27 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

El problema es la inoperancia, la impotencia, la incompetencia. Todos esos gritos no sirven para nada, nunca han servido. Si acaso, para que la gente sepa que no está sola, que muchos otros piensan igual, y para hacer piña contra los otros, que piensan distinto. O tal vez para desahogar al mono, gritar siempre se ha usado para eso.

Y bueno, yo creo que el escenario es heredado. A la gente no le gusta deshacerse de las herencias, por desgracia. El circo no es nuevo.

enero 15, 2007 9:19 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Somos esclavos del blanco o negro.

(degustaré a sorbitos tu blog, promete gozosos momentos)

enero 16, 2007 12:35 a. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Un lugar que no se parece a una pierna: Glaciar Perito Moreno, Santa Cruz, Patagonia Argentina.

Hay que viajar mucho para estar ahí, pero te juro que vale la pena.

Delicioso blog. Fantástico post.

Pasate por "casa" cuando quieras.

Hay mate... y un solcito del mediterráneo que calienta el esternón

Besos

A.-

enero 16, 2007 8:01 a. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Como reflexión me parece buenísima. Desde la distancia todo se ve con un espíritu cómico-trágico-desencantado. Imagino que como se verá en el centro del terremoto o manifestodromo. Aunque hay una diferencia. Cuando pasé por España, un día fui a ver qué ponían por la noche en la tv y me entretuve con un debate, me puse tan de mala leche que olvidé para qué iba yo a poner la tv. Regresé al cuarto dandome cuenta de que me habían cabreado y desviado de lo que quería hacer. En fin, y para colmo, poco después lo del atentado. Mierda de cielo que se cae todos los días.

enero 17, 2007 1:07 a. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Al final, los males endémicos del españolito siguen siendo los mismos desde hace siglos.
Españolito que vienes al mundo...

enero 17, 2007 5:55 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Es verdad que aunque uno grite no le hacen caso, y solo incomodamos a la otra mitad, pero al menos tiene uno la tranquilidad de haber hecho el esfuerzo por ser escuchado, ademas, como dijo Facundo Cabral: "La sociedad humana esta tan mal por las fechorías de los malos, como por el silencio cómplice de los buenos.".

Y si, a veces se tiene el presentemiento de no ser más que un actorcete en este cuadro de boxeos interminables.

Por otra parte dejeme decirle que... que buen blog Don Lagarto, sobre todo por lo dylaniano, saludos desde México.

enero 18, 2007 4:21 a. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Arcángel, no conozco Buenos Aires, pero en Santiago de Chile me llamó mucho la atención que las consignas de las manifestaciones eran mucho más creativas: no sólo pareados como en España, sino cuartetos, tercetos, redondillas, sonetos ¡de todo! :)

Tienes razón, k. Es completamente heredado. Atávico incluso. Tampoco se diferencia mucho la ceremonia de una manifestación política de los responsos en las iglesias: Repetirnos a nosotros mismos en los otros, rodearnos de espejos para no sentirnos raros (esto es, nosotros). Necesitamos no sentirnos solos en nuestros pensamientos. Supongo.

Sintagma, somos esclavos del blanco y negro, sí. Pero encima con daltonismo :) gracias por venir. Un placer.

Andy, me temo que por el momento me será más sencillo pasarme por tu blog que por la Patagonia. Aunque ganas no faltan. Siempre he tenido la sensación de que tiene que ser un sitio lleno de magia. Gracias por venir.

Billywild, amigo, vivimos tiempos muy crispados a este lado del océano. Pero esto no es la España de los años treinta, donde había problemas de verdad. Es todo por imbecilidades, por egos, por un “quítame allá esas demagogias”. Deberíamos todos desestresarnos un poco: Más sexo, más cenas con amigos, más risas.... las tres cosas juntas, mejor.

Ah, detective... Aquel poeta que escribió eso murió de pena mientras caminaba por la nieve huyendo de la Victoria, si es que no había muerto antes ya. En la película de la que hablaba en el post, las bicicletas son para el verano, me conmueve la secuencia final hasta ponerme la carne de gallina, cuando, al terminar la atroz Guerra Civil, el padre asustado le dice a su hijo “Es que no ha llegado la paz, Luisito: ha llegado la Victoria”. Dios nos libre de victorias. Son borrachas enfermas de ego.

Pedrolv, no estoy tan seguro de que gritar sirva para ser mejor escuchado. Tal vez sí para la sociedad mediática, consumista, inmediatista, que formamos. Pero nuestros corazones y voluntades se contagian más de una ranchera de la Vargas o del Sabina. Gracias por venir. Prometo más dylanismos.

enero 18, 2007 4:51 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

En la película de la que hablaba en el post, las bicicletas son para el verano, me conmueve la secuencia final hasta ponerme la carne de gallina, cuando, al terminar la atroz Guerra Civil, el padre asustado le dice a su hijo “Es que no ha llegado la paz, Luisito: ha llegado la Victoria”.

Madre mía, No Surrender, menuda escena. Recuerdo aún cómo se me saltó alguna lágrima cuando vi "Las bicicletas son para el verano" en el Teatro La Latina. Estallé con esa frase, pero todo el texto de la obra es INMENSO.

enero 19, 2007 1:45 a. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Un debate más reflexivo no sólo no daría titulares, sino que convertiría cualquier manifestación en la san Silvestre vallecana.

Y es que allí donde surge una idea, la masa huye.

http://www.cumbresborrascosas.net

enero 20, 2007 3:43 a. m.  

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