Jennifer, en azul

Epeli Taione es un jugador de rugby del Reino de Tonga, al este de Australia. En este pequeño país, el rugby es uno de los deportes nacionales de más arraigo y cuenta con grandes patrocinadores en todos los equipos. Pero Epeli ha ido un paso más allá y ha decidido maximizar sus ingresos por patrocinio hasta el punto de cambiarse el nombre por el de su patrocinador : Paddy Power, una conocida casa de apuestas de la zona.

Ésta es una importante noticia que abre un mundo de posibilidades económicas para todos nosotros. Las grandes marcas comerciales podrán seguir este ejemplo capitalista y apostar por sumar impactos publicitarios gracias a nuestros propios nombres. Vendamos nuestros nombres, hagámonos con un pedazo de la tarta, cerremos el círculo del Sistema del Consumismo.

Imagínese, lector. Qué maravilla publicitaria.

El niño Albertito, por ejemplo, podría pasar a llamarse Albertito Playstation. Cuando pasen lista en clase, al mencionar su nombre cada mañana, la marca comercial conseguirá unos 30 impactos entre su público objetivo más directo, con el consiguiente efecto en ventas.

La vecina cotilla que todos tenemos, esa señora de edad indefinida y bata guateada permanente, podría aumentar considerablemente el recuerdo de marca si en lugar de Marisa pasara a atender por Marisa Ibuprofeno. la distribución comercial de la farmaceútica en el barrio se dispararía por encima de lo presupuestado.

Y no quiero ni pensar el bestial impacto publicitario que podría obtenerse si la rubia-cañón de la oficina decide llamarse Jennifer Durex. ¡Una pasta!

Yo ofrezco cambiar mi nombre por Lagarto Heineken por un millón de dólares (negociables) ¿Y tú, lector?

El único sector económico que podría alterarse un poco con esta solución final a la ética del consumidor, es el de los tatuajes de amor. Ya lo contaba Lloyd Cole en una preciosa canción;

Jennifer, no podemos equivocarnos, pongámoslo por escrito.
Jennifer, no podemos equivocarnos, hagámoslo ahora mismo.
Quizás te precipitaste un poco,
pero dicen que el amor es ciego.
Pusiste su nombre en ti,
Jennifer, en azul.
¿Has tenido alguna vez un mal sueño, que continuaba cuando ya habías despertado?
¿Has querido a una chica durante un tiempo, y luego se te pasó?
Y ahora está escrito en azul,
con un corazón y una flecha que atraviesa
su nombre en ti.
Jennifer, en azul.
Para siempre, decías, para siempre, sí, para siempre.
Para siempre, decía ella, para siempre, sí, para siempre.
Pero tú cambias como el tiempo
y ahora llega la lluvia.





Un libro para Epeli: Hasta que te encuentre, de John Irving

Una película para Epeli: Besos robados, de François Truffaut

Una canción para Epeli: Jennifer she said, de Lloyd Cole and the Commotions