domingo, febrero 13, 2011

21 horas



Francis F. Coppola hizo una película en los ochenta, Peggy Sue se casó. La trama consistía en hacer regresar a una mujer adulta de los años ochenta a su primera juventud en los años cincuenta. El tema es que ella (con el cuerpo de su juventud y la mentalidad de adulta que tiene ahora) era incapaz de adaptarse a los estándares de esa sociedad. Porque era demasiado liberal con su actitud política, con el sexo, con el feminismo. La presencia de una mujer de principios de los ochenta en la sociedad de los años cincuenta era un escándalo.

Si Coppola hiciera la misma película ahora, y llevara a una mujer de 2010 a su juventud en los años ochenta, probablemente ocurriría todo lo contrario. Sería la más sosa, la más aburrida, la más temerosa de vivir. La presencia de una mujer de 2010 en la sociedad de los años ochenta sería inadvertida.

Creo que hay una involución social en las últimas décadas. Y creo que no sólo es social, sino artística, intelectual y económica también.

En 1930, el economista más citado en cualquier libro de economía, John Maynard Keynes, anunció que para comienzos del siglo XXI la semana laboral se vería reducida a 15 horas. Para estos días, ya no serían necesarias tantas horas de trabajo para ganar el dinero suficiente para tener nuestras necesidades básicas cubiertas, por lo que nos centraríamos en “cómo utilizar nuestra libertad alejados de preocupaciones económicas”.

En 1971, Nicholas Georgescu-Roegen, un economista que está muy de moda ahora que ya ha muerto, escribió una frase muy elemental, casi de Perogrullo, en la introducción de uno de sus áridos libros, La entropía y el proceso económico: "El verdadero producto del proceso económico es un flujo inmaterial: el placer de la vida"

El hecho es que, en mi país, la semana media laboral está entre 35 y 40 horas, mientras que en torno a un 20% de la población activa está en paro. Y esto ocurre en un entorno económico-social en el que el crecimiento por el crecimiento es el único paradigma, por lo que la parte afortunada que tiene trabajo se expresa por medio de lo que produce y lo que consume, mientras que la parte que no lo tiene queda, por tanto, en claro riesgo de exclusión social por no poder expresarse.

El Sistema de trabajo-consumo promete satisfacción para todos los ciudadanos, no hay más que ver la publicidad o los programas electorales de los partidos políticos. Pero en realidad proporciona todo lo contrario. Los trabajadores-consumidores nunca están realmente satisfechos independientemente de lo que consuman, ya que el sistema está diseñado precisamente para provocar la insatisfacción, que es lo que nos tiene que arrastrar a un nuevo consumo que sostenga el nuevo crecimiento, y así ad eternum. Y los que no tienen trabajo no pueden consumir y quedan excluidos social y económicamente. No hay felicidad, no hay “placer de la vida”.

Es un hecho que este modelo de crecer-por-crecer que impera en la economía mundial no es sostenible, ya que necesita cada vez de más recursos en un mundo que, por definición, tiene los recursos limitados. Y, encima de agotar recursos limitados, la pobreza y el hambre siguen coexistiendo con el hiperconsumo de los que sí trabajan, que por si fuera poco, incluso utilizan créditos para aumentar más su nivel de consumo, lo que obliga a un mayor crecimiento futuro para poder pagarlo..

En este contexto surgió en Londres hace unos años The New Economist Foundation, una asociación de economistas con la que he tenido cierta relación profesional que propone el manifiesto 21 Horas que recomiendo leer a todos. La idea que sostiene es que todos trabajemos sólo 21 horas a la semana. Una semana laboral de unas 21 horas podría ayudar a reducir el exceso de trabajo, el desempleo, la frustración del consumo excesivo, las altas emisiones de carbono, el bajo bienestar, las desigualdades consolidadas, la falta de tiempo para vivir de una forma sostenible, destinar las actividades de ocio a los demás y no a las cosas, y simplemente disfrutar de la vida.

Y esta idea es viable, mientras que el crecer-por-crecer no lo es por no ser sostenible.

El tiempo se ha convertido en una mercancía más del capitalismo industrial que ofrece productos y servicios capaces de estirarlo y hacerlo más eficiente, como lo son las nuevas tecnologías de telecomunicaciones. El reto sería hacer que este nuevo tiempo liberado, en lugar de destinarse a crecer por crecer, se dedique a una nueva economía más sostenible y hedonista.

No se pueden cambiar las cosas de la noche a la mañana, porque hay demasiados intereses creados y demasiadas trampas imposibles de saltar, pero quizás podemos, simplemente, empezar a plantearlo y hablar de ello. ¿Y si disfrutáramos de la vida, lector?







Un libro para Peggy Sue: El mundo como supermercado, de Michel Houellebecq

Una canción para Peggy Sue: How soon is now?, The Smiths

Una película para Peggy Sue: La obsolescencia programada, de Arte France


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41 Comments:

Blogger Tesa dijo...

Pues si una mujer de 2010, después de la igualdad con el hombre conseguida en nuestra sociedad en estos tiempos, no daría juego retrocolocada en el 80; imagina el fiasco de poner a un hombre de 2010 en esos años.

febrero 13, 2011 12:44 p. m.  
Blogger PazzaP dijo...

Excelente entrada. :)

No sé la verdadera razón que te lleva a pensar que la presencia de una mujer del 2010 en los 80 sería inadvertida. A lo peor, o mejor no sé, no revolucionaria sí, ¿pero tan homogénea con el resto que no se distinga?

Debo suponer que no sería cualquier mujer, sino una que representara de alguna forma la esencia de la época respecto de las posiciones que mencionas.
Para ser más justos con la época que vivimos, quizá la película que hiciera Coppola debería ser un poco distinta, y en lugar de una habría de enviar varias. Ya veríamos quiénes pasaban desapercibidas y quiénes no.

Yo también creo que hay una involución en ciertos aspectos, pero de cualquier forma se llame involución, revolución, deconstrucción o crisis, tú mismo reflejas la necesidad de cambiar siquiera sea empezando a plantearse que el cambio de fuera no será jamás sin el de dentro de todos y cada uno de sus individuos.

Eso, ¿y si para variar disfrutáramos de la vida escogiendo tirar, en todo sentido y contexto, lo que simplemente no sirve y quedarnos con lo que sí sirve?

No sé si erudito es necesariamente aburrido. Me gustaría saber qué piensas al respecto. Y aunque ya veo que lo llamas árido, también dices que el tema de la última de Eastwood no te interesa mucho y sabes de sobra que no es cierto, por mucho que no te preocupe en este momento de tu vida.

Ese libro que Roegen que recomiendas parece interesante según el apunte que de él da La Casa del Libro.

Por cierto, ¿Has oído hablar de "La civilización empática" de Jeremy Rifkin? Viene a pelo de la entropía que trata el que mencionas.

Tendré que ver la película que dices. O quizá ya la viera, pero se me ha olvidado. Como es de otra etapa de mi consciencia, seguramente enfocaba distinto.

Buenos días de domingo, NoSurrender. ;)

febrero 13, 2011 1:37 p. m.  
Blogger josef dijo...

Básicamente estoy de acuerdo en la propuesta del manifiesto 21 Horas, pero es que nuestra sociedad ya no va a parar hasta esquilmar el último rincón de la tierra. Ocurre que las grandes multinacionales están embarcadas en una lucha, carrera, competición, llámese como se prefiera, por ver quien vence o gana en la carrera del consumismo y ellas, las que tienen el mundo en sus manos, ahora mismo, no piensan en detenerse.
Todo ello nos lleva de forma invariable a una involución social; ya no hay promesas ni sueños como antaño; el mundo está descubierto, comercializado y monopolizado por las multinacionales del turismo y la industria, luego, hacia donde podemos ir?
Estos días he estado observando en las revoluciones sociales de los paises del orbe musulmán ciertos cambios que por desgracia no se traducen en una revolución social en todo occidente: -Acabemos ya con el sistema implantado- que nos convierte en objetos manipulables y dentro de poco, obsoletos.
Un abrazo.

febrero 13, 2011 1:46 p. m.  
Blogger Food and Drugs dijo...

Tus razonamientos son irrebatibles y desde luego no has podido expresarlos mejor.
Suscribo todo lo dicho y me adhiero a la propuesta, pero, siempre hay un pero, dudo mucho que prospere.
Y no prosperará porque ese ideal de felicidad del que hablas puede ser tu objetivo, o el mío, pero no el de todo el mundo.
De hecho hay gente que cree a pies juntillas que la felicidad y el éxito de unos se cimenta sobre la tristeza y el fracaso de otros.
Hay gente que necesita a pobres, fracasados, perdedores, víctimas de lo que sea, para poder darse valor a sí mismos, y que ni siquiera lo saben. Nosotros mismos podemos ser uno de ellos, tranquilamente.
A tu jefe y al mio les hace felices nuestras cifras de productividad, pero mucho más vernos sudar tinta y con el gesto crispado delante del ordenador.
Yo lo he comprobado. No me preguntes cómo.
La mujer del César, además de ser honesta, ha de parecerlo.
Y tú, como yo, cuando estás agobiado con tu curro, piensas en el pobre barrendero que todas las noches ha de cargar bultos apestosos mientras uno está en la cama roncando calentito.
En fin, no quería ser crítico, menos con amigos, y mucho menos aún cuando se marcan estupendos posts, porque podría parecer que estoy envidioso.
De todos modos ya te he dicho que apoyo tu iniciativa. Definitivamente los fines de semana no me dan ni para un diente.
Abrazo, Lagarto.
:-)

febrero 13, 2011 6:33 p. m.  
Blogger David dijo...

Yo desconfío de comparar épocas, décadas e incluso años, porque en mi caso sería una víctima fácil del tópico de la edad dorada o cualquier tiempo pasado fue mejor.

De todas formas, me parece que lo que dices, si no es ya claro, resultará cada vez más evidente, como los signos maduros de una enfermedad que ya no podrá ocultarse, y eso es esperanzador.

¿En qué estado del proceso estaremos ahora? A saber, pero estoy convencido de que esta deriva absurda caerá por su propio peso, de buenas o malas maneras.

Descargo el manifiesto para leerlo con atención. Gracias por el enlace y por seguir publicando estas magníficas entradas.

Saludos!

febrero 13, 2011 9:32 p. m.  
Anonymous carrascus dijo...

Yo no conocía ese manifiesto de las "21 horas", pero es algo que particularmente vengo ejerciendo en cierta medida desde hace mucho tiempo. No es que trabaje solo 21 horas, porque en mi empresa hay unos horarios más o menos rígidos, pero trabajo de lunes a viernes desde la 6,45 hasta las 13,15. Tendría tiempo para ejercer otros trabajos remunerados, porque hay oferta para ello, e incluso gano menos dinero ahora que hace algunos años, cuando ejercía otro trabajo distinto en la misma empresa.

Pero el dinero que ganase de más (y que ahora ganan otros) lo emplearía en comprar tiempo libre para leer, escuchar música, tirarme en el sofá a ver en la tele series, pelis y deportes, salir a echar unas birras con los colegas rockeros, escribir en mi blog... así que en vez de ganarlo y no poder gastarlo en lo que quiero, simplemente me planteé hace tiempo dejar de ganarlo...

Pero eso ha sido posible porque el dinero que gano me permite mantener las necesidades básicas y familiares. Es una situación personal, y no general... si los sueldos actuales no son demasiado dignos, imagínate si encima trabajamos menos horas... pero es una situación que da testimonio de que si te lo puedes permitir y quieres hacerlo, lo podrás llevar a cabo. Y mientras más seamos mejor nos irá a todos.

febrero 13, 2011 9:41 p. m.  
Blogger JOAKO dijo...

Libro para Peggy Sue: "Vida de Consumo de Zigmunt Bauman
Canción para Peggy Sue: "Turn, turn,turn" de Byrds.
Pelicula para Peggy Sue:"Regreso al futuro" de Robert Zemmekis

febrero 14, 2011 9:00 a. m.  
Blogger Soy ficción dijo...

Es una reflexión muy interesante. Ya hay movimientos importantes que luchan por eliminar esa idea del "desarollo sostenible" como meta a conseguir por nuestras sociedades. Y sí, creo que tienen razón, es muy posible que el desarrollo sostenible nos sea más que una quimera, pero lo que está clarísimo es que el "desarrollo" no nos traerá calidad de vida, por lo que como meta es un error.

febrero 14, 2011 10:40 a. m.  
Blogger Makiavelo dijo...

Hoy la gente vive por y para el trabajo. Todos se justifican con lo ocupado que están, parece una carrera por ganar puntos.

Saludos.

febrero 14, 2011 3:33 p. m.  
Blogger O SuSo dijo...

"Creo que hay una involución social en las últimas décadas"
Como me alegro de no ser el único que piensa esto, qué está pasando que parecemos viejos resabidos que ya no se sorprenden de nada?
Este sistema ha creado el consumidor perfecto, individualista que basa su felicidad en el poseer, como las mercancías caducan necesita nuevas posesiones y alimenta el sistema. Nos han desarmado de mecanismos de protesta al individualizarnos y desencantarnos.

En una revista de arte y pensamiento llamada "bostezo" descubrí el manifiesto escrito por sociólogo Ulrich Beck, por una Asociación de Parados Felices. En él trata de recuperar la posesión del tiempo por parte de los parados, buscando nuevas formas de vida, expresión y relación, que más tarde puedan ser exportadas a los no parados.

Este sistema es insostenible por definición, el "asunto" es quién vamos a ser mientras toda la realidad que nos hemos creado se desmorona en nuestras narices?

Me ha encantado este post, grande Dr Lagarto, grande.

febrero 15, 2011 12:30 p. m.  
Blogger Diana H. dijo...

Soñemos, Lagarto, que a mí me pierden los imposibles. Me enamoro de la idea de las 21 horas pero la veo tan lejos... De todos modos, desde mi lugar, hago todo lo que puedo, cada vez que puedo, por no regalar ni un poquitito más de mi tiempo, esos pedazos de vida que nos vemos obligados a vender día a día en el trabajo. Hay gente que es muy afortunada de trabajar en aquello que también hace a su felicidad. No sé. Se ve que no tuve la capacidad de lograrlo. Pero intento no sacrificar más de lo necesario para asumir las responsabilidades que he asumido. Y de no hipotecar el tiempo presente por un supuesto bienestar a largo plazo.
Un abrazo.

febrero 15, 2011 7:26 p. m.  
Blogger Maeve dijo...

Yo... siempre quisiera agradecer el tiempo que te tomas en tus post con un comentario brillante y aleccionador.

Pero, sabes, cuando algo está bien, no apetece andarse con elucubraciones egocéntricas. Apetece callar...( y tomarse un bourbon en silencio, ya puestos)

En fin, que lo que quiero saber es el por qué de esa canción de The Smith dedicada a Peggy Sue.

Y recordar que John Barry; por si no lo he dicho suficientes veces; compositor de la banda sonora de Peggy Sue se casó, ha muerto hace bien poco.

febrero 17, 2011 5:16 a. m.  
Anonymous El peletero dijo...

Cuando todavía no existían los automóviles, y la tracción de la mayoría de vehículos era la fuerza animal, se pensaba que las ciudades no podían crecer más de lo que ya habían crecido al suponer que sus excrementos aumentarían al mismo tiempo que ellos, inundando las urbes y haciendo imposible la vida humana.

No fue así, pero muchos siguen usando la misma lógica y con ella barruntando soluciones tan inteligentes como colocar pañales a los caballos.

Saludos.

febrero 17, 2011 6:22 p. m.  
Blogger Gemmayla dijo...

NoS, la verdad es que no sé en qué modelo de mujer estás pensando, porque si me llevasen a mi se iban a enterar los de los ochenta. Por de pronto les arrancaría las hombreras espantosas de trajes, chaquetas y vestidos y el tupé. Reivindicaría para nuestro país tantas y tantas cosas, desde un Transporte Público que no lo había ni de lejos como el de ahora, calidad de la enseñanza y unos centros universitarios que para nada eran como los de ahora, unos padres más equilibrados, menos neuróticos y machistas, unas madres menos condescendientes con el varón, una sexualidad bien explicada, unas posibilidades de ingreso de la mujer en puestos de trabajo vetados para ellas y sólo permitidos a los hombres, una Democracia en Mayúsculas y no la cutrez de aquellos años grises...En fin, mi querido amigo, que si hubiese una máquina del tiempo, para nada regresaría a los 80 y sus lento y dramático progreso hacia lo que somos y en lo que nos hemos convertido, creo que mejores personas, sin dudarlo.

febrero 18, 2011 5:56 a. m.  
Blogger flower dijo...

¡Pues menudas van cayendo!
No solo de las 40 horas semanales, sino de trabajar durante más años, de retrasar las jubilaciones...

Yo tengo una profesión que me entusiasma. Ir a trabajar no es un trabajo para mí, si no fuese porque tengo que poner el despertador y no sentirme libre de abrir el ojo cuando el cuerpo me lo pide. Por lo demás, soy feliz en mi curro.

Pero también soy consciente de que hay que abrir saber parar y proporcionarnos tiempo para otras cosas.

Sobre las necesidades que nos hemos creado... ¡es que parecemos borregos! Porque, al fin y al cabo, ¿qué necesitamos para ser felices?

El otro día hablaba con unos amigos y les decía que últimamente ni siquiera el factor viajar (realmente es para lo único que desearía más dinero) era algo que me satisfacía como antes. Conforme pasa la vida, los intereses van variando. El hecho de haber estado al lado de alguien cuyos recursos económicos no eran boyantes, te enseña a apreciar un mundo más sencillo, pero igual de atractivo. Al fin y al cabo, compartir con mi gente, ver cine, sentir la salud en mi cuerpo y el amor, son los factores que actualmente me permiten ser feliz. Y si ves, exceptuando el cine, los demás cuestan poco. Apenas unos euros para tomar una cervezas con los amigos.

¡Me encanta cómo escribes!

Besos,

febrero 18, 2011 5:16 p. m.  
Blogger RBC dijo...

Este comentario ha sido eliminado por el autor.

febrero 18, 2011 7:02 p. m.  
Blogger RBC dijo...

De acuerdo con flower quien expresa realmente lo que pienso yo.

El arte de vivir nos retribuirá con el placer de vivir y dependerá de un cambio, q como bien señalas, no es posible de la noche a la mañana sino del día a día, queriéndonos más, valorizandonos como personas y no cayendo en esta voragine de consumismo.

besos

febrero 18, 2011 7:04 p. m.  
Blogger PSYCOMORO dijo...

Resulta curioso lo que sucede con el tiempo; puede ser la más inexpugnable de las cárceles pero, cuando entiendes que siempre hay una puerta, se convierte en un mundo lleno de posibilidades. Es muy acertada la reflexión acerca del comercio del tiempo; lo ponemos en venta sin aceptar lo mucho que podemos perder, y dejamos que se limite a transcurrir en manos de una economía que nunca estuvo demasiado cuerda. Buena entrada, Lagarto.

febrero 20, 2011 9:21 a. m.  
Blogger Admin dijo...

Este comentario ha sido eliminado por el autor.

febrero 20, 2011 12:09 p. m.  
Blogger Admin dijo...

Tengo mis dudas acerca de que "La presencia de una mujer de 2010 en la sociedad de los años ochenta pasara inadvertida".

Saludos.

febrero 20, 2011 12:11 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Bueno, Tesa, de alguna manera pienso que el feminismo también ha involucionado en las últimas décadas, pero eso sería un poco largo de explicar.

En cualquier caso, la lucha de una mujer hace veinte años por sus derechos y su lugar en el mundo no creo que tuviera en la cabeza mujeres líderes políticos hoy en día como Sara Palin en EEUU o Esperanza Aguirre en nuestra Comunidad.

Besos!

febrero 20, 2011 12:43 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

PazzaP, no sería homogénea, desde luego. Sobre todo si sacara un iPhone con GP para consultar algo :) Pero sí creo que su presencia pasaría inadvertida en el sentido de no tener nada que aportar, nada de lo que hablar, nada que buscar. Es cierto que el espectro es más amplio que la media, y que siempre hay rotos y descosidos. Pero permíteme la licencia de la generalidad, o si no, no habría debate :)

Sí creo que deberíamos defendernos de esos mecanismos de falsa felicidad que nos venden en forma de consumo. Defendernos intelectual y emocionalmente. Comprender que hay más felicidad en aquellas cosas que permanecen y nos hacen crecer que en aquellas otras de usar y tirar, y que éstas nunca vendrán promocionadas por el sistema porque no crean beneficios para sus “stakeholders” (es un palabro inglés de difícil traducción, que hace referencia a los grupos de interés que hay detrás de un algo, una empresa, un producto, una opción de vida). Las tenemos que buscar dentro.

El tema del aburrimiento es muy interesante. De alguna manera, el aburrimiento es una toma de conciencia lúcida de la inutilidad de la vida, pura filosofía existencialista (creo que una vez escribí un post sobre ello). Así que sí, de alguna manera relaciono erudición con aburrimiento. Heidegger, por ejemplo, escribió un ensayo sobre el aburrimiento :)

Me comprometo contigo a ver la última de Clint Eastwood, PazzaP. Claro que sí. Y también tomo nota de "La civilización empática" de Jeremy Rifkin, que no lo conocía. He visto una crítica en El País antes de contestarte y me ha interesado su planteamiento, que firmo completamente: el ser humano progresa reduciendo su egoísmo y ampliando su empatía. También escribí sobre eso aquí, hace un tiempo, haciendo referencia al dilema del prisionero. Interesante.

Buenos días de siguiente domingo!

febrero 20, 2011 12:44 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Josef, en el mundo de algunas de las grandes corporaciones está empezando a moverse algo. Lo llaman Responsabilidad Social Corporativa y se basa en la idea de que los intereses de los accionistas, clientes y empleados coinciden en un punto: la sostenibilidad del negocio desde un punto de vista social y medioambiental. El dibujo que preside este post, entre Georgescu-Roegen y Kathleen Turner (la protagonista de Peggy Sue se casó), es la representación gráfica del proyecto de Naciones Unidas sobre este concepto de Sostenibilidad. No es que vaya a ser la panacea, pero creo que es interesante destacar este tipo de movimientos y ser consciente de ellos como consumidores, empleados y financiadores que somos.

Creo que la Sostenibilidad es el sitio al que podemos ir si no nos atrevemos a cambiar el sistema. La Sostenibilidad, tan de moda ahora, no es una palabra vacía. O, al menos, tenemos la oportunidad de que no lo sea.

Salud!

febrero 20, 2011 12:44 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Tienes razón, Food&Drugs. Es algo más que difícil, porque el sistema de trabajar-consumir-trabajar no es una imposición extraterrestre sino que, como bien dices, se basa en miserias bien asentadas de la condición psicológica de las personas. Al menos en Occidente.

Pero por el momento podemos conformarnos con abrir el debate, con intentar reflexionar acerca de qué nos mueve a consumir de esta manera, y si es posible plantearnos el ganar menos dinero y cómo influiría eso realmente en nuestra felicidad.

Un abrazo!

febrero 20, 2011 12:44 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Tiene mucho peligro, Arturo, sí. De hecho, cuando estaba escribiendo la introducción estaba pensando si no estaba incurriendo en esa actitud que lo único que significa es que nos hacemos mayores. Pero realmente la productividad ha aumentado muchísimo en las últimas décadas, y no ha servido para liberarnos más sino para crearnos más obligaciones. Algo habremos hecho mal. Confío, como tú en que esto cambie. Salud!




Carrascus, siempre te he tenido por una persona inteligente y con seguridad en ti mismo. Me alegro de que sirvas de ejemplo. Supongo que hay mucha gente que, como en mi propio caso, la trampa de la vida está bien tendida, y sólo con hipotecas y pensiones alimenticias tras el divorcio, ya me queda poquísimo margen de libertad. Mi objetivo es la jubilación :) Salud!

febrero 20, 2011 12:44 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Joako, me ha gustado reencontrarme con los Byrds, tienen cosas muy buenas pero nunca me acuerdo de escucharles. Salud!


Soy Ficción, en realidad la idea de “Sostenibilidad” no es mala. Se trata, en líneas muy generales, de no hacer nada que pueda fastidiar otra cosa, social o medioambiental. Esto no quiere decir, por sí mismo, que no se pueda crecer en la producción de un servicio, sólo que debe ser sostenible para todos los que interactúan con él. Hay ejemplos, como el comercio justo, o las energías naturales, o las tecnologías de telecomunicaciones.... Besos!

febrero 20, 2011 12:44 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Maquiavelo, eso es lo malo: vivir por y para el trabajo. Sobre todo cuando este trabajo es alienante y/o dañino a largo plazo. Tenemos que cambiar algunos chips. Saludos!



O Suso, espero que eso no signifique que nos hacemos viejos :) Tienes razón en que la obsesión por el individualismo (tan característico del siglo XX) nos debilita y nos aliena. Encima, cuando hiperconsumimos lo hacemos para comunicar algo a los demás. Es decir, ni siquiera utilizamos ese individualismo como fin. Una locura. Saludos!

febrero 20, 2011 12:44 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Luzdeana, me alegro de que en tu trabajo tengas la posibilidad de defenderte de esa manera, porque hay trabajos y situaciones sociales en las que el paro y las condiciones laborales hacen difícil mantener la dignidad. Yo tengo la suerte de tener un trabajo que me gusta, y que encima se relaciona con estas teorías, aunque acabo echándole demasiadas horas. Una gran contradicción :) Un abrazo!



Peletero, es cierto que ese neomaltusianismo siempre acaba regresando. Pero hay una pequeña diferencia en el enfoque: la Sostenibilidad. Si se hubiera pensado entonces con este prisma, nadie hubiera intentado poner pañales a los caballos, sino eliminarlos por ser insostenibles en el desarrollo de la ciudad. Y la tecnología, al contrario que con los neomaltusianos, no sólo es compatible con la Sostenibilidad, sino que es la base de la misma, sobre todo las telecomunicaciones, que nos permitirían teletrabajar o telehospitalizarnos, o telecomprar, o teleformarnos. Salud!

febrero 20, 2011 12:45 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Maeve, te aparezco tu agradecimiento. La verdad es que me gusta escribir y leeros, pero cada vez me cuesta más encontrar tiempo para hacerlo. Me defiendo como puedo.

La canción de los Smiths está aquí por el título, que me vino como una obsesión a la cabeza mientras escribía; ¿estamos aún a tiempo? ¿cuánto tiempo nos queda? Porque a vida se nos va en esta trampa, y no todos tenemos la posibilidad, como Peggy Sue, de volver al pasado y plantear as cosas de otro modo.

Pásame ese bourbon, y unas galletas para mojar. Brindaremos por John Barry.

Salud!

febrero 20, 2011 12:45 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Ja, ja, Gemmayla estoy seguro de que tú no pasarías desapercibida :) pero esa lucha de la que hablas ya la llevaban muchas mujeres día a día y con más impacto mediático y cultural que ahora (quitando lo de las hombreras, eso sí). Si hoy en día se han conseguido cambiar algunos dejes machistas de la sociedad, es gracias a la anterior generación, y no a ésta, que empieza a ser, incluso, más conservadora. En EEUU se aprecia con más nitidez.

Quizás España, por su patética historia previa a esos años ochenta, no sea un buen ejemplo para la liberación sexual de la mujer. Pero fuera de aquí y del franquismo católico creo que sí sirve.

Besos!

febrero 20, 2011 12:45 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Flower, haces la gran pregunta: ¿qué necesitamos para ser felices? No me atrevería a dar una respuesta contundente a eso, pero sí estoy seguro que no es cambiar de coche cada cuatro años, o de dar a los niños una PlayStation 3, luego la 4, luego la 5... parecemos borregos porque la publicidad necesita que lo seamos, de manera que el coste por impacto se reduzca y sus beneficios aumenten.

Comparto contigo los factores que me acercan más a sentirme feliz (y, bueno, no debería decirlo, pero el cine no me cuesta dinero, ejem...)

Gracias por pasarte por aquí y por tus palabras. Besos!

febrero 20, 2011 12:45 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

RBC, lo expresas muy bien. El cambio será lento, pero no podemos perder la perspectiva de nosotros mismos, mirar dentro y no fuera. Besos!


Psycomoro, de alguna manera, tiempo es lo único que somos, lo único que nos explica como seres. Por eso quiero ser optimista respecto a ciertos avances tecnológicos que, siendo sostenibles, nos regalan tiempo para los nuestros. Salud!

febrero 20, 2011 12:45 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Rollo, reconozco la provocación de la entrada, pero el argumento real venía más abajo. Pero sí creo que hay una cierta involución en algunos valores de expresión social de las personas, más allá del tema del feminismo (que también creo que últimamente no tiene la fuerza que tenía cuando eran otras generaciones de mujeres las que tomaron las riendas de la reivindicación) y entrando directamente en la falta de crítica al modelo social.

Tengo la impresión de que cada día hay menos preguntas, menos propuestas, menos debate, menos búsquedas, menos proyectos a largo plazo.

Salud!

febrero 20, 2011 12:46 p. m.  
Blogger Miss.Burton dijo...

Se que es un lujo eso de meterse en un fnac y comprarse pelis y libros, y comprarle a tu hijo pelis y libros, y gastar y gastar... Pero cuando no tengo la pasta, me voy por Gran Vía de paseo con mi hija, y luego llego al Retiro, y la verdad, no me falta nada, lo tengo todo con ella, y a lo sumo, una botella de agua por si tiene sed. Yo creo que nos creamos unas necesidades estúpidas, y la palabra necesidades significa necesitar algo, no ansiarlo por puro capricho. Pienso que para ser felices, podríamos contenernos un poco, que no cuesta nada, y el granito de arena entre todos haría una auténtica montaña, pero se que luego la peña tiene días malos, y tira todo por la borda, me incluyo, eh¡
Si yo volviera a los ochenta, estoy segura de que sería más feliz que un regaliz, y te aseguro que no se iban a aburrir, porque me interesa todo, y queiro saberlo todo. Eso sí, lo que dices de qeu cada vez navegamos en conjunto hacia una nada más grande, y qeu apenas queda espacio y tiempo para preguntarse las cosas, etc.. No creo que sea general, piensa en la de gente que nos oponemos al sistema, y que no podríamos oponernos a nuestra verdadera naturaleza, la que chilla y la que se rebela.
No se.. Peggy Sue molaba mucho, y la película me impactó en su día, pero estoy segura de que en unos años, podrían coger una buena peli nuestra cualquiera, y ver también en ella, algún modelo interesante de modusvivendi-operandi..
Un besazo, y nos vemos en las terrazas, somajo¡

febrero 21, 2011 10:55 a. m.  
Blogger flower dijo...

¿Por qué no te cuesta el cine? (Vaya, me salió la vena curiosona...!)

¡Glups!

febrero 22, 2011 2:06 p. m.  
Blogger Zorro de Segovia dijo...

nos matamos por currar. Algunos producen hasta cuatro y cinco veces más que hace diez años. También ganan mucho más, pero ... ¿para qué? gran sueldo, gran hipoteca, pequeña vida.

febrero 23, 2011 11:02 p. m.  
Blogger Antígona dijo...

Aquí el problema, doctor Lagarto, me parece a mí, es que nunca en este país, y supongo que en ningún otro en Europa, se le ofreció jamás a ningún trabajador la posibilidad de reducir el número de horas de su jornada laboral a cambio de consumir menos.

Quiero decir: la jornada laboral ha sido siempre en su número de horas incuestionable –excepto quizá para unos pocos privilegiados, como podría ser el caso del amigo Carrascus- y lo que me imagino que sucedió a partir del cierto punto del crecimiento económico es que con el salario procedente de ese número incuestionable de horas se podía acceder a mayor número de bienes de consumo dado el abaratamiento de los precios. Y si uno no tiene más remedio que trabajar un número X de horas, porque no se contempla la posibilidad de una jornada más breve, pero su dinero cunde más y le permite comprar más productos, ¿qué va a hacer con él, dada la mentalidad consumista que se nos inculca desde la publicidad y se nos impone literalmente desde la obsolescencia programada? Pues consumir más.

Así que no, no tengo tan claro que el quid de la cuestión resida en el consumo, al menos si nos situamos en la perspectiva del individuo, sino en una estructura económica creada, en efecto, para el crecimiento por el crecimiento pero, ante todo, para el desorbitado crecimiento de unos pocos y con él de las desigualdades económicas. Y todo ello a costa de un monumental engaño que, no sé cómo, nos hemos venido tragando desde hace demasiado tiempo.

¿Cuál? Es un hecho que la tecnología nos permite ser infinitamente más productivos que antes. Es un hecho, pues, que la tecnología permite que el número de horas a invertir en un determinado trabajo pueda ser reducido significativamente para obtener exactamente el mismo rendimiento. Y, sin embargo, resulta que, siendo un también un hecho indiscutible las múltiples innovaciones tecnológicas introducidas en las últimas décadas, los que trabajamos seguimos trabajando exactamente el mismo número de horas que antes de esas innovaciones tecnológicas, y mientras, lógicamente, aumenta el número de parados en relación proporcional al número de puestos de trabajo desaparecidos a causa de esas innovaciones tecnológicas.

¿Dónde han ido a parar entonces los beneficios de la mayor productividad procedente de la tecnología? Obviamente, no a los trabajadores, que siguen trabajando el mismo número de horas o están parados, sino a los empresarios que, gracias a esa tecnología, tienen menos salarios que pagar por haber sido sustituida la mano de obra por una maquinaria infinitamente menos costosa que esa mano de obra.

(sigo abajo)

febrero 25, 2011 9:34 p. m.  
Blogger Antígona dijo...

Y es que habría que recordar aquí aquello que decía Marx de que son los poseedores de los medios de producción quienes fijan los precios de cada hora de trabajo. Y los fijan, sencillamente, en función del número de horas globales que necesitan para obtener los índices de productividad esperados, de manera que, cuanto menos paguen, más horas habrán de trabajar para ellos los asalariados si desean obtener un salario que mínimamente cubra sus necesidades.

¿Por qué habrían de alterar su lógica una vez cada asalariado resulta más productivo con la introducción de la tecnología? ¿Por qué habrían de pagarles exactamente el mismo salario de trabajar éstos menos horas en función de su mayor productividad? Ganan más si les pagan lo mismo pese a esa productividad mayor. Y este sistema económico se sostiene sobre la idea de que sólo puede funcionar a costa de unos cuantos psicópatas cuyo único objetivo es ganar cada vez más y más. Así que no ha hecho nada para obstaculizar, sino más bien todo lo contrario, la avaricia de tales psicópatas.

En fin, perdone el rollo, que encima ando un poco espesa y me cuesta encontrar la manera de decir lo que quiero decir, pero es que me parece que si ya Keynes anunciaba lo que anunciaba, es porque la reducción de la jornada de trabajo a 21 horas no es sólo una cuestión de cambio de modelo de vida y de modelo económico, sino de justicia social. De dar a cada uno lo que le corresponde según la productividad del trabajo en lugar de que los beneficios de ésta vayan a parar a quienes deciden lo que cada hora de trabajo vale con independencia de su productividad.

Un beso, doctor Lagarto!

febrero 25, 2011 9:34 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Miss Burton, quizás deberíamos compartir más los libros, hacer costumbre de dejarlos (¡y devolverlos!) entre amigos y conocidos. Un libro puede ser leído por varias personas una vez editado, así que incluso este lujo puede ejercitarse de una manera más sostenible.

No me gusta ser tan pesimista, pero sí tengo la sensación de que algo vamos perdiendo. Aunque esa sensación acompañó siempre a todas las generaciones. Quizás es que nos hacemos mayores, no lo sé. En cualquier caso lo celebraremos en las terrazas de los bares, que parece que se acaba el invierno.

Besos!

febrero 26, 2011 10:04 a. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Flower, emuleando claro :) Hay gente que aprovecha las descargas para ver la películas de estreno, lo que entiendo que causa un perjuicio económico a las productoras. Yo, en cambio, aprovecho para ver películas antiguas que no hay manera de encontrar, lo que no creo que haga daño a nadie. Ayer mismo vi Muerte de un viajante. Besos!


Zorro, ganamos mucho más, sí. Pero si tenemos en cuenta las nuevas necesidades creadas (móvil, dvd, etc) volvemos a encontrar que la gran mayoría de los sueldos están al nivel de casi la “subsistencia” (insisto, teniendo en cuenta las nuevas necesidades creadas). Y, lo que es más relevante, mientras la capacidad de compra de un sueldo se ha multiplicado por dos, los beneficios del capital lo han hecho por cien. Salud!

febrero 26, 2011 10:04 a. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Efectivamente, doctora Antígona, la necesaria perversión sistémica de mantener las horas trabajadas a pesar del aumento de productividad, ya está bien explicada en El Capital de Karl Marx hace un porrón de años (capítulo X, para más detalle). Claro que mencionar ese libro de economía no está muy de moda hoy en día. Incluso, más que no estar de moda, está completamente desprestigiado y anatematizado... para todos los que no lo han leído en la vida, claro. Y lo cierto es que la teoría del trabajo de El Capital no tiene nada que ver con ideología alguna, sino con un análisis sensato de la relación de los medios y los modos de producción (bastante smithiano por otra parte).

Releer a Marx con la perspectiva del tiempo es un ejercicio tan sano como divertido, ya que acabamos descubriendo que los máximos defensores de sus teorías son, precisamente, los modernos ultraliberales, que han interiorizado perfectamente los conceptos más marxistas de las relaciones de los medios de producción.

“la dignidad humana se expresa en valor de cambio (...) y no hay otro vínculo entre hombre y hombre que el interés desnudo, que el frío pago en efectivo” (Manifiesto Comunista, Karl Marx)

Mientras que los postulados más smithianos podrían considerarse hoy patrimonio de eso que los ultraliberales llaman tan peyorativamente “los progres”:

“Indudablemente, es un buen ciudadano aquel que acaricia el deseo de fomentar el bienestar de la comunidad entera con todos los medios que tiene a su disposición” (La riqueza de las naciones, Adam Smith)

Nos están timando, doctora Antígona. Desde luego.

Un beso!

febrero 26, 2011 10:05 a. m.  

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