Víctor, Bob y Alice
Hace unos meses pasó lo que nunca puede pasar: un grupo de científicos modificó desde su presente un hecho que había ocurrido con anterioridad. El experimento podría parecer la nueva tontería de TeleCinco, pero es que fue publicado en la prestigiosa publicación científica Nature Physics.
Por lo visto, existía una teoría que decía que el entrelazamiento cuántico de las partículas subatómicas hace que cualquier modificación que llevemos a cabo sobre una de estas partículas, modifica automáticamente a otra con la que se encuentra enlazada, aunque esté en el otro extremo de la galaxia y aunque obligue a cambiar su comportamiento pasado. Los científicos de la Universidad de Viena, comandados por una tal Xiao-song Ma, han conseguido llevar a cabo este enlazamiento con fotones (Víctor, Bob y Alice, les llamaron), haciendo que el efecto que provocaban en el laboratorio en uno de ellos (Víctor) cambiara a los otros (Bob y Alice) en el mismo sentido, aunque los otros hubiesen cambiado previamente en otro sentido o incluso “hubieran dejado de existir”. En definitiva, cambiaron una decisión tomada en el pasado.
No, no puedo explicarme mejor. Me parece demasiado complicado y lisérgico como para entenderlo desde mi sencilla dimensión de cuarentón aburguesado. Las partículas más pequeñas con las que soy capaz de tomar contacto son las almendras que acompañan a mi Heineken de los sábados por la mañana. Y no puedo evitar saltar de lo subatómico a lo superatómico, y pensar en todas las decisiones que hemos ido tomando en el pasado y nos gustaría que pudieran cambiarse en el presente desde cualquier punto de la Galaxia por alguien con quien estamos entrelazados. De alguna manera, estas partículas subatómicas me recuerdan también a Woody Allen cuando decía eso de “En mi casa mando yo, pero mi mujer toma las decisiones”.
Dicen que los viajes en el tiempo no pueden nunca ser posibles por “la paradoja del abuelo”. Esto es, si nosotros pudiéramos viajar al pasado, podríamos matar a nuestro abuelo antes de que conociera a nuestra abuela, con lo que nosotros no llegaríamos a existir y no podríamos por tanto haber viajado al pasado para matar a nuestro abuelo, quien no hubiera sido asesinado dando lugar a una estirpe que no puede existir, lo que sería absurdo e imposible. Claro que también están los que se oponen a esta paradoja diciendo que el pasado siempre ha pasado, y que si existimos es porque nunca pudimos matar a nuestro abuelo a pesar de que lo intentamos.
Con las partículas subatómicas todo es más sencillo, porque Víctor no puede matar a los abuelos de Bob y Alice.
Pero, ¿y si algún gracioso, sin matar a nadie, nos cambiara ahora el final de Casablanca, e Ilsa se quedara con Rick en aquel aeropuerto? Desde luego, Rick e Ilsa son partículas entrelazadas, y uno de ellos debe tomar la decisión por los dos. Y si Ilsa se hubiera quedado en Casablanca, pariendo niños y haciendo lasaña los fines de semana, entonces nunca habríamos visto a Rick alejarse con Renault bajo la niebla en el comienzo de una hermosa amistad. Y el mundo sería completamente distinto, sin duda. Y peor.
Un libro para Víctor, Bob y Alice: La máquina del tiempo, de H. G. Wells
Una película para Víctor, Bob y Alice: Peggy Sue se casó, de Francis F. Coppola
Una canción para Víctor, Bob y Alice: Imitation of life, de R.E.M.
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