miércoles, febrero 14, 2007

Dime dónde vas, dime dónde vas

Y al final de la Rambla me encontré con la negra flor. Servía cerveza en un pub, con unas manos dulces y precisas que llevaron mi imaginación más allá de la espuma que rebosaba el vaso de pinta. Cuando me miró a los ojos y me dijo “son 4 euros”, casi le respondí “sí, a mí también me ha gustado”.

Y si la bolsa sona, y si la bolsa sona, te pones los zapatos y te vas por Barcelona...

Bajo el sol mediterráneo, el techo firme de una nave de principios de siglo. Bajo el techo firme de la nave, el falso techo de una sala de reuniones. Bajo el falso techo de la sala de reuniones, un alto ejecutivo americano de la Warner mueve las manos y acusa a los fabricantes de equipos celulares y a los operadores de dar servicios de música en los móviles, pero olvidando la “music experience”. Y yo le doy la razón sin mover un músculo. Ya no hay vinilos con olor a plástico nuevo, no hay portadas enormes con fotos míticas, no hay fenómeno socio-cultural en torno a un disco nuevo: tenemos notas, pero hemos perdido la experiencia de sentir la música, sí. Esto me hace recordar que mi primera experiencia sexual fue comprar y tener al fin en mi mano un elepé de Roxy Music que luego acabó gustándome mucho, pero que compré sólo por la portada, que me parecía absolutamente sexual ¡cómo me ponían esas chicas cuando era niño!

Y es que me gusta tu cara y me gusta tu pelo y las uñas tan largas y la falda de cuero...




Por cierto, en medio de tanto debate político en torno a lo que nos separa a castellanos y catalanes, debo dejar constancia aquí de que seguimos siendo muy parecidos en las cosas que realmente nos definen. Me explico:

Agobiado por el atasco, decido volver en metro hasta el hotel. Equivoco la salida e intento hacerme una idea de qué dirección debo tomar mirando el plano zonal que cuelga de la pared en el rellano de la boca de salida. Enfrente, un hombre con una chaqueta roja que reza “informaçió” me mira con las manos a la espalda, lo que me decide a preguntarle. Su respuesta no podía haberme recordado más a Madrid; con aire colaborador, acerca su dedo al mapa y lo mueve de abajo a arriba diciendo “suba para arriba”; nada de gire usted a la derecha o a la izquierda. Al salir a la superficie ocurre lo que me temía. La Vía Laietana es absolutamente plana.

Se me está haciendo tarde y empieza a refrescar, y se está nublando el cielo y nos vamos a mojar...


Una canción para el tipo de la Warner: Paseo con la negra flor, de Radio Futura

Una película para el tipo de la Warner: El Padrino II, de Francis F. Coppola

Un libro para el tipo de la Warner: On the road, de Jack Kerouac

17 Comments:

Blogger desconvencida dijo...

¿De pequeño te gustaban las "chatis" de las portadas de Roxy Music? Sin duda eras un niño espabilado ;)

febrero 14, 2007 11:44 p. m.  
Blogger desconvencida dijo...

¿De pequeño te gustaban las "chatis" de las portadas de Roxy Music? Sin duda eras un niño espabilado ;)

febrero 14, 2007 11:46 p. m.  
Blogger desconvencida dijo...

Como me repito....

febrero 14, 2007 11:46 p. m.  
Blogger Javier Luján dijo...

Sí, la música no es lo mismo sin los vinilos y esas portadas de tamaño gigante.
On the Road, cuando tenía 16 años lo descubrí gracias a un amigo, anda que no he hecho viajes a dedo emulando el espíritu beatnik, después continúe con la lectura de "Los vagabundos del Dharma", "Angeles de desolacion", "Los subterráneos"... Que tiempos aquellos.
Muy buen post.
Un saludo.

febrero 15, 2007 12:21 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Ay, desconvencida, tocar esa portada con mis manos era toda una experiencia física. Siempre han procurado poner chicas increíbles en las portadas, pero yo siempre fui fiel a éstas de las jabalinas :)

Me daban ganas de escribírtelo en tres post distintos, desconvencida, pero me limitaré a mandarte tres besos de carrillo en carrillo, como los franceses y los rusos ;)


On the road sí es una experiencia, musical entre otras muchas, capitán. El personaje Moriarty busca la experiencia por encima de cualquier concreción consumista. Por eso me parecía adecuado a este consumismo desnudo que hacemos ahora de toda esa magia que es la música. Gracias a Dios, On the road aún se puede comprar y leer en papel, con ese olor a imprenta que embota los sentidos en sus primeras páginas.

febrero 15, 2007 6:43 p. m.  
Blogger Tamaruca dijo...

Qué nostalgia de pronto...

¿Cuántas veces habré pateado Vía Laietana arriba y abajo?

Un besico in-psicoanalizable (cada día me invento palabros más largos)

febrero 15, 2007 8:34 p. m.  
Blogger Mandarina azul dijo...

¿Te digo dónde voy? Hoy no lo sé ni yo. Llevo un día de dar vueltas para no llegar a ningún sitio, que me rio yo de tu "pérdida barcelonesa". Cada cierto tiempo me pasa. Son días de sentir una especie de girar sobre mí misma.

Me encanta eso de hacer viajes astrales durante las reuniones de trabajo. Yo soy experta, jeje, pero disimulo bien.

Siento por ti que hayas abandonado Barcelona, pero me alegro de tu vuelta.

¡Y gracias por los petonets! Un puñadito para ti.

febrero 15, 2007 10:11 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

He estado en Barcelona tres veces, siempre para ver conciertos de Bruce Springsteen, y nunca la he visitado como se merece. Es una asignatura pendiente.
"Sube para arriba, No Surrender"

febrero 16, 2007 12:47 a. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Supongo que lo de arriba y abajo por una calle plana en Barcelona tendrá el mismo significado que en otras ciudades con mar:
- Bajar es ir hacia el mar
- Subir, en sentido contrario.

¿o no?, me alegro de que lo pasaras bien.

febrero 16, 2007 8:45 a. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Será porque nunca tuve tocadiscos, sino cintas, casi siempre copiadas. Pero quiero pensar que no ha cambiado tanto, que esa emoción sólo está ahora provocada por una foto de otro tamaño y el tacto de un disco un poco más frío y menos frágil.

La música está dentro. Es lo que sale de los altavoces y se te cuela ahí dentro, no se sabe muy bien dónde. Por ejemplo, la emoción de esperar que la canción que un amigo te envía a través de la ventana de conversación del messenger, la emoción de pinchar y escucharla, una y otra vez.

Ahora no te das cuenta y tal vez un día eches eso de menos también.

febrero 16, 2007 8:47 a. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Tamaruca, parece que vivas en Chile o así :) No sé dónde vives, pero es fácil llegar hasta sus calles y patearlas de nuevo. ¡Date un capricho!

Ten cuidado cuando gires tanto por dentro de ti misma, mandarina; a veces adquirimos velocidades tales cuando viajamos por dentro de nuestra cabeza que podemos chocar con cualquier recuerdo, que del golpe volverá a girar también y chocará con otros satélites emocionales. Un caos psico-astronómico ¿verdad? :)

Sí, Billywild: Bruce y Barcelona están muy unidos. No es casual, no puede serlo. Verle tocar allí es aún más especial ¿verdad?

Mavi, cuando por fin comprendí lo que era “subir” –después de algunas vueltas- resultó ser el Norte. La referencia del informador era una aproximación de mariscal de campo, o algo así :)

Tienes razón, k. No toda la nueva tecnología es mala. Se pueden vivir experiencias musicales que antes no se podían; se lo diré a estos comerciantes :)

febrero 16, 2007 2:01 p. m.  
Blogger Z... dijo...

los vinilos, los artes de tapa en un tamaño en el que se lucían, la música con lados A y B... yo también extraño esa forma de experimentar la música

febrero 16, 2007 2:18 p. m.  
Blogger Sintagma in Blue dijo...

Si es que los catalanes son muy raros... ejem.

febrero 16, 2007 7:19 p. m.  
Blogger Arcángel Mirón dijo...

Algún fanático de Freud comentaría algo como que esas jabalinas son un elemento fálico, pero como no soy fanática de Freud, no voy a decirlo.

febrero 16, 2007 7:58 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Es cierto, z; había un arte –el de diseño de portadas- que estaba vivo y creaba artistas. Nos llevábamos a casa todo un concepto artístico en torno a una obra. Pero no nos pongamos nostálgicos, que las cosas que merecen la pena son otras.

Ay, Sintagma, te aseguro que ante ese tipo de ayuda me sentía igual que en casa. Nuestra cultura urbanita nos hace a los madrileños más parecidos a los barceloneses, o a los berlineses, o a los neoyorquinos, que a los de Sotillo de la Adrada. Bueno, no. Los madrileños son más bordes, seguro (not me) :)

Bueno, arcángel, tampoco soy un fan del psicoanalista austriaco, pero en mis fantasías preadolescentes esas mujeres me pedían guerra, sí :)

Pero hoy, en cambio, ya no me gustan tanto estas tres chicas. Me parecen demasiado frías y distantes. Lo que me seduce de una mujer es su cercanía, su calor y su empatía emocional e intelectual conmigo (vaya discurso...)

febrero 16, 2007 8:30 p. m.  
Blogger Tamaruca dijo...

Vivo cerquita y la visito a menudo por custiones de trabajo pero... como tú dices, tiempo justo, actividades programadas minuto a minuto...

Hum! ¬¬

Sí, me merezco un fin de semana "capricho" tienes toda la razón ^^

febrero 17, 2007 9:18 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Un saludo mi amigo Lagarto, es un placer leerte, sentir que el paso del tiempo no ha silenciado tu voz.

Filippa.

enero 18, 2013 9:26 p. m.  

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