Pompeya
El grupo camina por las ruinas polvorientas de la ciudad. El sol aprieta, hay gente por todas partes. La guía va indicándoles las formas y disposición de los antiguos edificios, las funciones que cumplían, el modo de vida de los pompeyanos. El tono de la mujer es agradable, levemente automático, tal vez. Julio no se queja. Sin ella, la excursión no sería tan interesante.
Julio se siente cada vez más cómodo paseando por esas calles. Tal vez es una sensación de familiaridad lo que empieza a experimentar. Las ruinas le envían de un modo inexplicable la calidez de lo conocido, de lo cercano. A la vuelta de una esquina, Julio espera encontrar un templo. Suena la voz de la guía.
—A su derecha pueden observar las ruinas de lo que fue el templo de Venus. Aunque era de mármol, estaba policromado. Treinta sacerdotisas jerárquicamente organizadas...
"Eran veinte", piensa Julio sorprendido. No sabe si le sorprende más el fallo de la guía o su propia convicción. Aleja ese pensamiento sacudiendo un poco la cabeza.
—¿Estás bien? —le pregunta su hermana, que camina a su lado con aspecto cansado.
Julio asiente.
La sensación de dejà vu es más persistente a cada paso de la caminata. Cada vez más inquieto va reconociendo de antemano el Teatro, las Termas Stabianas, la Basílica. El tono de voz y los constantes errores de la guía terminan por ser irritantes para Julio, que excusando el olvido de un souvenir en el chiringuito de los refrescos, se despega del grupo.
Comienza a caminar solo por entre las ruinas, fascinado, obsesionado. Reconoce lo que ve. En su mente puede reconstruir con facilidad cada esquina, cada fuente, cada viejo edificio: ahí las Termas del Foro, un poco más allá, el templo de Júpiter. Mirando las piedras erosionadas por el tiempo construye mentalmente la altura de los edificios. Incluso puede imaginar los colores que los adornaban y el aspecto de la gente que los habitaba.
Extrañado y asustado advierte dentro de sí la íntima identificación con el lugar, como si de algún modo hubiera estado antes ahí, como si hubiera en algún momento pertenecido a ese suelo. Conoce cada punto del camino, los nombres de las calles, y no entiende nada. Julio se sienta en una vieja columna polvorienta y cierra un segundo los ojos, frotándose la cara con fuerza. En su retina permanece la imagen de la ciudad tal como la imagina. Tal como la recuerda.
Abre los ojos de nuevo y observa, a medias asustado y complacido, que empieza a ser víctima de una alucinación. Los edificios se alzan ante su mirada atónita. Todo es exactamente como él lo estaba pensando. La calzada bajo sus pies se torna limpia, rasa, como recién asentada.
Se levanta y comienza a andar otra vez. Ya no deambula con los pasos perdidos y pensativos de un turista extraviado. Camina con la energía del que sabe adónde va. Observa las construcciones, tan familiares, las puertas de madera cerradas, las ventanas, los escalones barridos. Gira una esquina, tras la cual sabe que encontrará (efectivamente, ahí está) una plaza alegre con naranjos presidida por una estatua dedicada a Nerón. Continúa caminando hasta el final de la calle.
Ha llegado. Se detiene frente a una casa de mediano tamaño. De su chimenea salen volutas de humo azul. Se acerca a la entrada, sube la escalera de acceso y empuja la puerta con la mano. La madera cede sin ruido. Julio entra sin dudar, atravesando un recibidor pavimentado con un mosaico delicioso y con las paredes pintadas al fresco. En el comedor la familia, sentada a la mesa, se prepara para comer. Hay un asiento libre en la cabecera de la mesa. A la derecha de este asiento, la mujer lo mira.
—Llegas tarde, —le dice. —Íbamos a empezar sin ti.
—Lo siento, —dice Julio. —Hoy he soñado algo muy raro: la ciudad estaba en ruinas; había una multitud de personas extrañas vestidas de formas extrañas, paseando y observándolo todo.
La mujer sonríe con benevolencia.
—Trabajas demasiado.
(este pequeño relato fue escrito a medias por K y por este lagarto hace un par de años y lo presentamos a un concursillo de la red bajo el pseudónimo de Iracundia)
una película para Pompeya: Atrapado en el tiempo, de Harold Ramis
una canción para Pompeya: Echoes, de Pink Floyd
un libro para Pompeya: Bajo el volcán, de Malcolm Lowry
Julio se siente cada vez más cómodo paseando por esas calles. Tal vez es una sensación de familiaridad lo que empieza a experimentar. Las ruinas le envían de un modo inexplicable la calidez de lo conocido, de lo cercano. A la vuelta de una esquina, Julio espera encontrar un templo. Suena la voz de la guía.
—A su derecha pueden observar las ruinas de lo que fue el templo de Venus. Aunque era de mármol, estaba policromado. Treinta sacerdotisas jerárquicamente organizadas...
"Eran veinte", piensa Julio sorprendido. No sabe si le sorprende más el fallo de la guía o su propia convicción. Aleja ese pensamiento sacudiendo un poco la cabeza.
—¿Estás bien? —le pregunta su hermana, que camina a su lado con aspecto cansado.
Julio asiente.
La sensación de dejà vu es más persistente a cada paso de la caminata. Cada vez más inquieto va reconociendo de antemano el Teatro, las Termas Stabianas, la Basílica. El tono de voz y los constantes errores de la guía terminan por ser irritantes para Julio, que excusando el olvido de un souvenir en el chiringuito de los refrescos, se despega del grupo.
Comienza a caminar solo por entre las ruinas, fascinado, obsesionado. Reconoce lo que ve. En su mente puede reconstruir con facilidad cada esquina, cada fuente, cada viejo edificio: ahí las Termas del Foro, un poco más allá, el templo de Júpiter. Mirando las piedras erosionadas por el tiempo construye mentalmente la altura de los edificios. Incluso puede imaginar los colores que los adornaban y el aspecto de la gente que los habitaba.
Extrañado y asustado advierte dentro de sí la íntima identificación con el lugar, como si de algún modo hubiera estado antes ahí, como si hubiera en algún momento pertenecido a ese suelo. Conoce cada punto del camino, los nombres de las calles, y no entiende nada. Julio se sienta en una vieja columna polvorienta y cierra un segundo los ojos, frotándose la cara con fuerza. En su retina permanece la imagen de la ciudad tal como la imagina. Tal como la recuerda.
Abre los ojos de nuevo y observa, a medias asustado y complacido, que empieza a ser víctima de una alucinación. Los edificios se alzan ante su mirada atónita. Todo es exactamente como él lo estaba pensando. La calzada bajo sus pies se torna limpia, rasa, como recién asentada.
Se levanta y comienza a andar otra vez. Ya no deambula con los pasos perdidos y pensativos de un turista extraviado. Camina con la energía del que sabe adónde va. Observa las construcciones, tan familiares, las puertas de madera cerradas, las ventanas, los escalones barridos. Gira una esquina, tras la cual sabe que encontrará (efectivamente, ahí está) una plaza alegre con naranjos presidida por una estatua dedicada a Nerón. Continúa caminando hasta el final de la calle.
Ha llegado. Se detiene frente a una casa de mediano tamaño. De su chimenea salen volutas de humo azul. Se acerca a la entrada, sube la escalera de acceso y empuja la puerta con la mano. La madera cede sin ruido. Julio entra sin dudar, atravesando un recibidor pavimentado con un mosaico delicioso y con las paredes pintadas al fresco. En el comedor la familia, sentada a la mesa, se prepara para comer. Hay un asiento libre en la cabecera de la mesa. A la derecha de este asiento, la mujer lo mira.
—Llegas tarde, —le dice. —Íbamos a empezar sin ti.
—Lo siento, —dice Julio. —Hoy he soñado algo muy raro: la ciudad estaba en ruinas; había una multitud de personas extrañas vestidas de formas extrañas, paseando y observándolo todo.
La mujer sonríe con benevolencia.
—Trabajas demasiado.
(este pequeño relato fue escrito a medias por K y por este lagarto hace un par de años y lo presentamos a un concursillo de la red bajo el pseudónimo de Iracundia)
una película para Pompeya: Atrapado en el tiempo, de Harold Ramis
una canción para Pompeya: Echoes, de Pink Floyd
un libro para Pompeya: Bajo el volcán, de Malcolm Lowry
32 Comments:
Siempre me gustó la idea de las ruinas como metáfora. Los escombros, lo que queda luego de.
¿Cómo les fue en aquél concurso?
Delicioso el relato. De siempre, como dice Arcangel, las ruinas me han traído a la mente muchas preguntas y sensaciones: ¿cómo vivian? ¿cómo se divertían? ¿qué les pasó a ellos y al lugar? Pomepeya es uno de mis viajes pendientes: ver las villas, los frescos, el foro, las vías, los grafitties, el lupanar... Todo.
Besos.
Aún recuerdo de crio las tardes de televisión siguiendo la mitica serie que relataba "los ultimos días de Pompeya"...
Arcángel, claro que ganamos ;)
Miss missing, las ruinas de Pompeya tienen que ser muy envolventes, sí. Al fin y al cabo la ciudad quedó tal cual tras la erupción del volcán. Es un buen escenario para un dejà vu
Itoitz, hay varias películas con ese título (la primera fue en 1935, de Ernest Schoedsack); es una historia muy épica. Pero preferí cambiar un poco el chip con la mía
Entre tus elecciones se encuentran los giros inesperados una vez más. En este caso a través del cuento "a dos manos" (un aplauso para K también, por supuesto, y desde aquí aprovecho para darla más ánimos ¡tú puedes K!, fin del momento saludos ;))en el que dais un giro sobre si misma a la historia. Me ha gustado mucho, No Surrender no te decides, comienzos abiertos, finales inesperados...
De sus recomendaciones además de la estupenda celebración del Día de la Marmota, me quedo con "Bajo el volcán", forma parte de mi sentimiento literario porque me supone más que una simple novela. Sólo te dejo una frase de volcanes de ella:"Ante él, escarpados, los volcanes parecían haberse acercado. Se erguían dominando la selva y se adentraban en el cielo cada vez más bajo... su imponente interés se alzaba en el trasfondo."
Siempre logras sorprenderme, siempre... Tengo una amiga que es mexicana y me contó que su mejor amigo, que anda metido en historias de vidas pasadas y rollos similares, cuando fué a México con ella, pudo detallarla hasta la última casa de la última calle avistada... mi amiga quedó de piedra, y cuando empecé a leerte, quedé yo así, menos mal que era ficticio porque a mi estas cosas me da un poco de miedo, sobre todo cuando vienen de gente que está perfecta del seso... ud ya me entiende.
Hermoso relato, sí, qué pasó con el?
bss
un viajre pompeya y herculano ...:)
Para nada hubiera pensado ese final. Me ha sorprendido. Qué cabritos (en el sentido de sorprenderme, eh?)
pd: puedo hacerte una observación sobre el mismo?
Ladydark, es que soy muy inquieto y me muevo mucho, de ahí los giros ;) Gran novela la de Lowry, sí.
Maléfica, yo eso de los poderes paranormales me parece que no; ¡si hasta tengo problemas para percibir las cosas normales! Gracias por lo del seso, creí que sólo me querías por mi melena :P
Peggy, bienvenida a esta casa. Un viaje sin moverse del sitio, que salen más baratito siempre.
Bank, claro que sí; soy todo ojos.
Pues me ha parecido precioso :-)
Me identifiqué enseguida con el protagonista -¿Quién no ha experimentado una sensación similar en alguno de sus viajes?- y el final es sorprendente. Me encantó.
Un besico.
P.D. ¿Preliminares? xD
Bravo! mis felicitaciones a ti y a K, me ha encantado, se me ha puesto la piel chinita (como diría una amiga mexicana).
Besos cenicientos!!
Buen principio y excelente final.
Complicidades que dan estos resultados.
Felicidades a ambos!
Hecho. Vía correo.
Tamaruca, no me provoques :P me alegro de que te guste, gracias.
Mavi, ¿piel chinita? Eso no lo había oído nunca. No estoy muy familiarizado con las pieles chinitas, pero espero que te siente bien :P
Admirada Ana, espero que te lea la socia ;)
Gracias Bank
Y, no ganastéis? Mola un huevo.
Iracundia fue una bonita experiencia y ganar aquella edición del pequeño concurso fue un colofón espléndido.
Gracias a todos por vuestras palabras y gracias, Lagarto, por todo.
A mí me ocurre constantemente...no de esta manera tan descarada, claro, pero cuando he estado en algunas ciudades tengo la impresión de haber estado allí en otra época...será que he visto demasiadas películas o que mi alma ha visitado muchos cuerpos ya jeje!!!
Vamos juraría que mi alma se ha reencarnado un par de veces por Nueva York y Lóndres :D
Sí señor, sorprendente final, un verdadero cruce de dimensiones hacia el pasado.
Un saludo, Nosurrender
Ganarías, no?
Felicidades a los dos, es decir, a Iracundia. Un cuento excelente con un premio merecido :-D
El nombre del protagonista muy acertado. Lo triste es que Julio volviera otra vez para morir bajo las cenizas...
plas plas plas :) (aplausos múltiples). hemos coincidido en película y día... yo la llamé marmota.. y en otras cosas también...
hacéis un buen tandem :)
No creo que Julio muriera bajo las cenizas... yo creo que se despertó sudando en su cama cuando empezó la tormenta de cenizas.
O al menos es como nos enseñan en las peliculas.
Saludos nosurrender.
Parece que Julio viajó al futuro a través de un sueño premonitorio... esa información podría cambiar su presente y hacer historia.
Jamás podré olvidar un atardecer en Pompeya, viendo como se ponía el sol sobre el volcán.
A sus pies el altar a Zeus.
Ayssss¡
Claro, atikus, nuestra asimilación cultural es así: Yo conozco muchísimo mejor Nueva York que el barrio de Campamento, en Madrid. Es inevitable
Gracias, capitán Luján. Claro que ganamos. K y yo formábamos un buen equipo.
Sonámbula, me alegro de que te guste, especialmente. No es la peor de las muertes, la de los pompeyanos, si lo piensas bien. Julio era un buen tipo :)
Klaudia, hemos coincidido, sí; es una gran película (a veces me gustaría tener mi propio día de la marmota). A ver si coincidimos más ;)
Tressert, todos morimos; ¿es tan malo adelantarlo unas milésimas de segundo en el tiempo cósmico? ¡Ah, existencialismo! ;) Gracias por pasarte por aquí.
Annabellee, ¿estás segura de que el final no era un sueño dentro de otro sueño mayor? ¿estamos seguros de que vivimos la realidad cuando no soñamos¿ ¿por qué no puede ser al revés? Pensemos, pensemos ;)
Qué envidia, Los Pasos; yo nunca estuve allí. Pero el hermano de mi madre, que murió, sí. Y aún recuerdo cómo hablaba de esas ruinas, Tengo que ir; no puedo evitarlo.
Yo también tengo muchas ganas de viajar a Pompeya... y cuando lo haga recordaré vuestro relato :)
Bravo por los sueños, por Julio, por k y por ti, lagartijo.
¿Cuál será la próxima sorpresa? Porque seguro que la hay.
Por cierto, ¿cuál es el origen de Harold Ramis? ¿Lo sabes?
Un besote :)
jajaja, lo del piel chinita yo tampoco lo había oído nunca y cuando pregunté su significado me pareció entender que era como "los pelos de punta", ¿cuál es la lógica de la frase? eso sí que ni me lo preguntes jajaja.
Besos
La verdad es que sólo le quiero por su "futura melena", que lo sepa.... bueno, y porque a veces, a veces toca mi corazoncito con palabras demasiado bellas cómo para no ponerles un post cómo es debido, pero lo de la melena puntúa, hombre, pues claro que puntúa....
Vaya a ver a les luthiers, prorrogaron y fué la leche el expectáculo, casi mas de musichall que de humor... impresionante¡¡¡ Perdone que deje caer un poco lo que me dé la gana por aquí... ud puede vetarme, yo me dejo.
bss fuertes,
Male
Que bueno Neo!... te confieso que de tus recomendas bravo como simepre (aunqiue el libro no me lo he leido las otras dos 120000 point)
besos mi Neo
Bonita historia llena de imaginación.Me ha gustado mucho.
Muy bueno! Una posible realidad paralela... Está claro que los guionistas de "Lost" os han "plagiado" ese final :P
Bueno, eso sucederá en el futuro...
Fdo: John Connor :P
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