martes, enero 08, 2008

Para comerte mejor

Toda nuestra herencia cultural se nos transmite por medio de la literatura. Y este fenómeno comienza ya cuando somos niños.

Dice Bruno Bettelheim que los cuentos para niños transmiten mensajes evidentes al consciente, al preconsciente y al inconsciente y que, por tanto, se pueden analizar aplicando el modelo del psicoanálisis.

El psicoanálisis se creó para que el hombre pudiera aceptar la naturaleza problemática de la vida y asumir la existencia del mal dentro de nosotros mismos. Los niños saben que el mal está también dentro de ellos mismos. Por eso los personajes malignos de los cuentos de hadas tienen un atractivo muy fuerte en los críos. Si el niño se identifica con el héroe de los cuentos de hadas, no es por sus valores morales, sino porque éste es atractivo y valiente, porque supera dificultades ¡y vence! El cuento de hadas tradicional no hace que el niño se plantee “¿quiero ser bueno?” sino, más bien, “¿a quién quiero parecerme?”. Los cuentos no funcionan como enseñanza moral, sino como experiencia de vida.

El héroe de los cuentos de niños avanza solo durante gran parte de la trama, rodeado de obstáculos y con una completa sensación de abandono (cenicienta, bella durmiente...). Por eso los niños se identifican con él, porque es como se sienten ellos ante la vida. Y se hacen las mismas preguntas que los más grandes filósofos: ¿quién soy yo? ¿cómo debo tratar los problemas de la vida? ¿en qué debo convertirme?

¿Se acuerda usted, lector, de cuando era pequeño? ¿Recuerda que había un cuento, un solo cuento que le gustaba más que los otros? El hecho de que sea un cuento determinado y no otro el que más gusta a los niños (y de hecho, es muy normal que los pequeños exijan a sus padres que les lean una y otra vez la misma historia) dice mucho de la psicología particular de ese niño. Un niño se identifica en su consciente y en su inconsciente con un cuento determinado. Por eso el análisis psicoanalítico de estos cuentos es muy interesante.

Bruno Bettelheim, en su Psicoanálisis de los cuentos de hadas, hace un estudio bastante sesudo de Caperucita Roja, esa historia de sexo salvaje de una niña salida. Porque es de eso de lo que trata, y no de otra cosa.



Caperucita es una niña pequeña, encantadora e “inocente” que acaba siendo devorada por un lobo. Y esto es una imagen que se clava en la mente de cualquier niño para siempre. Se graba de manera indeleble y condiciona la psique de esa persona a partir de entonces. O, al menos, lo intenta.

Caperucita no sale sola fuera de su casa obligada (como Hansel y Gretel, por ejemplo) sino que lo hace voluntariamente. Se sale del camino marcado para buscar las flores más atractivas del bosque. Desobedece explícitamente a su madre a cambio de encontrar nuevas experiencias. Se mueve (dirían los psicoterapeutas) por el principio de placer, que se impone en ella al principio de realidad.

La “inocente” niña se sale del camino voluntariamente, decía, y conoce así al lobo terrible. Y se para a hablar con él. Y cualquier niño pequeño que escucha el cuento se sorprende de que la propia Caperucita de las instrucciones exactas al lobo para llegar a casa de la abuelita ¿Por qué le da una información tan detallada al lobo feroz? Es obvio que Caperucita desea librarse de la abuela. Matarla para poder ser seducida por el lobo de grandes manos, de grandes ojos, de gran boca y de grandes orejas. Porque los cuatro sentidos (tacto, vista, gusto, oído) seducen a Caperucita en algo más que una metáfora de una relación sexual. Caperucita está cachonda, eso es.

La historia de Caperucita muestra a las niñas que existen dos tipos de hombres que intentarán poseerla: los hombres “lobo” (atractivos, egoístas, destructivos, que desatan su pasión sexual) por los que se sentirá excitada, y los hombres “cazador” (protectores, sociales, reflexivos, paternales) que no le resultarán tan sexuales pero que son los que le convienen, según el cuento, según la experiencia de vida que se trata de transmitir.

Así que ¡ya sabéis qué cosas tan perversas lee la gente a sus hijitos para que éstos se duerman!



Una canción para Caperucita Roja: Lobo hombre en París, de La Unión

Un libro para Caperucita Roja: Justine, del Marqués de Sade

Una película para Caperucita Roja: El silencio de los corderos, de Jonathan Demme

55 Comments:

Blogger Tamaruca dijo...

Ojiplática me has dejado. Ojiplática y preocupada, dado que una de niña leía compulsivamente los viajes de Gulliver y Tom Sayer (mi favorito sin duda era su amigo indio, Huckelberry Finn, más conocido como Huck); no sé qué tipo de lectura sexual se podría deducir de esta confesión... ¡ay!

Un besito, acabo de volver de viaje y voy a seguir poniéndome al día :)

enero 08, 2008 11:47 p. m.  
Blogger Lunarroja dijo...

Caperucita nunca me gustó cuando era pequeña. Sin embargo, me encanta ahora que soy algo mayor. (Incluso es mi nick por algún lado).

¿Qué me pasa doctor? ¿Tiene cura? ¿Es grave?

enero 09, 2008 12:27 a. m.  
Blogger rubén dijo...

No estoy de acuerdo con la primera afirmación. Creo que la herencia cultural se nos transmite por mil caminos diferentes. A todo lo demás, amén.

enero 09, 2008 12:30 a. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Tamaruca, qué bueno tenerte de vuelta. Reviso mi libro de Bettelheim y veo que no dice nada de Gulliver o de Tom Sayer. Pero a mí también me encantaban (¿excitaban?) las historias de los dos. Así que sea lo sea que significa, nos pasa a los dos ;) En realidad las historias de Swift y Twain no son cuentos de hadas tradicionales. Estos últimos han pasado siglos de tradición oral y acaban perdurando sólo los que tienen una significación psicoanalítica más fuerte, olvidando todos los demás. En realidad se parecen mucho más a la mitología griega, que funciona de la misma manera. Las obras de Swift y Twain son más literarias, más personales y menos sociales, creo. Pero geniales, sí ;) Un beso, Tam!

Lunarroja, supongo que Bettelheim te diría que el mito de Caperucita ha pasado de tu inconsciente a tu consciente cuando has crecido y has liberado tu edipismo y bla, bla, bla. Pero a mí me encanta que te encante. Te leeré como si fueras la caperucita del anuncio ¿vale? :P

Rubén, planteas un tema muy interesante. Pero yo creo que todo legado cultural se transmite en torno a la gran pregunta de qué somos, de qué debemos ser. En mi opinión (hoy, mañana puede cambiar) eso exige una reflexión acerca de nuestro estar-en-el-mundo que se refleja en los mitos literarios más que en cualquier otra expresión artística. Los talibanes del sincretismo dicen incluso que no hay más literatura que ya se escribió Homero y la Biblia, que todo no es más una copia de ese legado cultural.

enero 09, 2008 1:10 a. m.  
Blogger Sólo digo una cosa dijo...

Vaya con caperucita... Leerle Justine de Sade me parece muy acertado, pero prefiero la de Durrell.
Yo siempre fui de Alicia en el país...

Saludos!

enero 09, 2008 3:00 a. m.  
Blogger MEHMET ALÍ AGCA dijo...

Soy más famoso que Jesucristo.

enero 09, 2008 4:48 a. m.  
Blogger Miss Missing dijo...

Joder (no se me ocurre otra cosa que decir). Al principio creí que ibas a echar la chapa sobre el psicoanális (aunque últimamente me interesa), pero no esperaba que dieras ese cambio tan ineseperado al post.

Lo que me hace plantear es qué cuento era el que me gustaba más... La cuestión es que no me acuerdo, ¿eso es preocupante? ¿No habré recibido mi lección moral?

No sabía lo de caperucita, pero tiene sentido, visto desde esa perspectiva. Pero a mí, quieras que te diga, me gustaba el lobo y más con lo de "qué boca tan grande tienes". El cazador siempre me resultó simplón y tonto y para nada interesante, más plano en su descripción psicológica que un encefalograma de un muerto.

A mi es que mis padres no me lo leían, ponían una casete con los cuentos y hala, a la cama.

Puede que sea el gato con botas por su sarcasmo.

Además de la caperucita, ¿cuáles más tienen una visón tan sexual? Me interesa.

Besos!! (y siento el tostón, pero es que estaba realmente interesante el post. :) )

enero 09, 2008 10:31 a. m.  
Blogger Sintagma in Blue dijo...

Hola, mi amor,
soy yo tu loba?
lalalala...

enero 09, 2008 10:45 a. m.  
Blogger MK dijo...

No sé si Caperucita estará cachonda , pero goza de algo prohibido.
La curiosidad.
Me has recordado ese libro de Pinkola Estés sobre las "Mujeres que corren con lobos".
Lo bueno de esos cuentos ancestrales que siguen conservando su esencia primordial ,es que se prestan a ser analizados añadiendoles y quitándoles matices , dependiendo de quien lo haga.
Cuando trabajé de maestra con niños de pre-escolar jugaba a cambiar el final de esos cuentos,
y podias ver la reacción y las pulsiones de cada niño frente a las difentes propuestas.
El mensaje era quizás que pueden elegirse algunos desenlaces vitales.
Que quizás deberíamos probarlo frente a ciertos fatalismos y creencias enraizadas en el subconsciente.
Pero no sé...
Bueno , Lagarto , pero tu no escribías horóscopos para una publicación? Lo del psicoanálisis?
Hablando de cuentos , me tropecé no hace mucho con los recopilados por "Las Ruleteras".
No parecen aburridos .

enero 09, 2008 11:44 a. m.  
Blogger Tuti dijo...

pepepero... Nos ¡¿Justin?! Sí que vienes fuerte, ¿eh?
Hay que ver qué cosas nos hacían leer de chicos, menos mal que siempre nos quedaban las historias de Los cinco, pa compensar.

bank

enero 09, 2008 12:07 p. m.  
Blogger Churra dijo...

A mi me gustaba Blancanieves.....(no quiero ni pensar en las posibles interpretaciones psicologicas ...) y me horrorizaba Alicia, me pareció siempre una repelente . Es mas me lo sigue pareciendo.¿que opinas?.
Un beso

enero 09, 2008 3:05 p. m.  
Blogger Miss.Burton dijo...

MUYBUENOOOOOOOOOOOOO, ESTE POST ERA MUY ESPERADO POR MI¡¡¡¡¡¡¡¡ Tu me aconsejaste la compra de este libro que me trajo un montón de ideas nuevas, aprendizajes internos, historias para desarrollar, sensaciones encontradas... vamos, que me volteó el piso. Le he leido a mi hija varios de los cuentos, luego le he dicho que hay una moraleja, una especie de secreto final, de advertencia, de enseñanza mas amplia. Primero ella me dijo que entendía todo... reí, luego me hizo mil preguntas, y al final, una vez cada x tiempo, volvemos a el y encontramos cosas nuevas.
El cuento de Caperucita, me toca de cerca. Ese lobo feroz... ese hombre que no conviene, como me voy una y otra vez del camino correcto, y como desobedezco a la ley divina de mi cbeza, para postrarme ante mi corazón traicionero... ayyyyyyyy, sí, soy Caperucita... y la abuela, bueno, si rastreas un poco en mis posts, tiene nombre y edad alta... jejeje.
En fin... que me ha encantado. Y ese libro está en mi mesa, delante del sofá, siempre encuentro la manera de volver a el.
UNBESAZO, LAGARTO, QUÉ BUENO, ME GUSTÓ MUCHOOOOOOOOOOOO¡¡¡¡¡¡¡¡

enero 09, 2008 4:26 p. m.  
Blogger ella dijo...

dios! y ahora que me explico a mi misma de Los Tres Cerditos????
un beso

enero 09, 2008 5:39 p. m.  
Blogger Arcángel Mirón dijo...

Caperucita es el cuento más sexualmente explícito escrito para niños. Me horrorizan esos cuentos. (¿Viste la película Los hermanos Grimm?)

(La Justine de Sade era una imbécil. Una Caperucita adulta y reincidente).

enero 09, 2008 6:33 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Sólo-digo-una-cosa, ¿no quería Caperucita descubrir las flores que había más allá del camino? Pues Sade me parece apropiado para ella ;) La historia de Alicia me resultaba tremendamente angustiosa cuando era pequeño. Y, claro, cuando me he hecho mayor ya lo he entendido todo mucho mejor. Saludos!

Mehmet, que lo disfrutes.

enero 09, 2008 8:32 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Bueno, Miss Missing, Bettleheim habla de psicoanálisis, sí. La historia de Caperucita, como muchas otras en ese libro, se analiza desde ese punto de vista. Supongo que si no te acuerdas es una buena señal. Que tu subconsciente no ha magnificado nada ¿no? Eso sí, que te guste el lobo muestra una gran sexualidad en ti, no lo dudes :)

El Gato con botas es un cuento inmoral, donde el héroe consigue lo que quiere mediante ardides. No pretende mostrar el bien y el mal al niño, sino darle la confianza en sí mismo de que puede conseguir lo que se proponga por muy humilde que sea su origen. De alguna manera, el Gato con botas intenta atacar el problema existencial del miedo a la derrota.

Besos!

enero 09, 2008 8:33 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Sintagma... si con tus garras me quisieras tú abrazar... estuve a punto de colgar esa canción, pero me pareció ya redundante :)

Ah, Mk, no te quepa duda de que busca lo prohibido, sí. Conozco el libro de Pinkola Estés, pero sólo he leído algún párrafo suelto en un libro que no era mío, lo pondré entre los pendientes. Es tradición cambiar los finales, sí. incluso la versión de los hermanos Grimm no coincide en aspectos básicos con la original de Perrault, que termina con la victoria del lobo y elimina, por tanto, toda la redención de la niña. YO escribo lo que me echen, MK, ya sabes que esto es un cajón de sastre ;)

Ay, Bank, que lo de los Cinco es incluso peor... con esos primos que siempre están tan juntos, alrededor de un transexual de nombre Jorge... :P

enero 09, 2008 8:33 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Churra, Blancanieves también tiene también una interpretación psicoanalítica tremenda, con un complejo de Edipo de órdago a la grande. Dice textualmente Bettleheim de Blancanieves: “si bien los padres crean al niño, es la llegada de éste lo que hace que aquellas dos personas se conviertan en padres. Visto de este modo, es el niño el que crea los problemas paternos creando, al mismo tiempo, su propio conflicto”... bueno, habla páginas y páginas sobre este cuento. Te recomendaría que lo leyeras.


Es verdad, Tremends, me acuerdo que te hablé de este libro tras algo que habías escrito sobre tu hija. Cuando asumes todas estas pistas, disfrutas mucho más de contar estos cuentos ¿verdad? :) no te voy a preguntar por tu lobo feroz, pero espero que legue el cazador pronto y te saque de su barriga ;) besos!

enero 09, 2008 8:33 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Ella, los Tres cerditos tienen también su capítulo aparte en el Psicoanálisis de los cuentos de hadas. Es una historia un poco más simple, de una etapa oral, preedípica. Trata de mostrar al niño las bondades de crecer y asumir responsabilidades y respeto por el trabajo. El lobo representa las “fuerzas asociales” de las que tenemos que protegernos. O, como lo plantean los psicólogos, asumir el Principio de Realidad frente al Principio de Placer. Bettleheim compara los Tres cerditos con ese espanto brutal y mezquino de la Fábula de la Cigarra y dice textualmente: “Los tres cerditos guía el pensamiento del niño en cuanto a su propio desarrollo, sin decirle nunca lo que debería hacer, permitiendo que el niño extraiga sus propias conclusiones. Este método contribuye a la maduración, mientras que si explicamos al niño lo que debe hacer, lo único que conseguimos es sustituir la esclavitud de su inmadurez por l servidumbre que implica seguir las órdenes de los adultos” Interesante ¿verdad? Un beso.


Arcángel, yo prefiero la versión porno de Caperucita, y dejarme de metáforas. Prefiero a la Caperucita de la foto que he colgado arriba a cualquiera de las ilustraciones habituales ;)

enero 09, 2008 8:34 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Vaya... después de leer el post y los comentarios me pregunto cómo entretendría Blancanieves su exilio, rodeada de tantos hombres... aunque fuesen pequeñitos...

enero 09, 2008 8:43 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

qué interesante!!!.. a ver si adivinas, qué cuento me gusta.

enero 09, 2008 8:45 p. m.  
Blogger Angeles dijo...

Primero que nada decirle Sr. Lagarto, que si yo hubiese tenido, tuviese o tuviera, el aspecto de la caperucita de su post, me habría comido con patatas al lobo, al cazador, a la abuelita y a cuanto bicho viviente se me hubiera puesto por delante.

Siempre me han gustado los cuentos, de pequeña los devoraba, me gustaban todos; con una excepción; en aquellos donde sucedía un trágico suceso, me ponía a gritar y a llorar como una posesa, por lo que en mis cuentos, caperucita tenia la capacidad de ser engullida si masticar por el lobo, que por supuesto la regurgitaría más tarde intacta sin un solo rasguño, Blancanieves, no se moría por supuesto, solo sufría un pequeño desvanecimiento; y así, todos los cuentos, (más le valía al que me lo contra que fuese de esta manera, si no quería ver a la niña del exorcista en vivo y en directo)
Lo que me ha dejado preocupada después de leer su post, es el hecho de que todavía hoy me encantan los cuentos, los largos, los cortos, los tradicionales, los de otras culturas, los eróticos…. ¿Cree usted acaso que será grave?

Hace un tiempo, me regalaron dos libros titulados “Contes Lliures” “Per a xiquetes i xiquets Lliures”, uno de ellos se titula: Kaputxeta karateka.
La autora nos cuenta, que la historia de caperucita tal y como nos la han contado es falsa ya que ella conoce a un señora, amiga de la prima de una cuñada de la madre de la niña de la que hablamos, la cual le ha relatado los hechos tal como ocurrieron en realidad.

Kaperucita que así le gustaba llamarse por que su hermano era okupa, fue a llevarle unos discos de Héroes del silencio a su yaya ya que las dos eran fans de ese grupo, (su yaya lo único que tenia era una fuerte gripe). Kaperucita, como el titulo del cuento indica, sabía karate, ya que su madre desde que era muy pequeña la había apuntado a este deporte diciéndole: tienes que aprender a defenderte, el miedo nos impide a ser libres y la excesiva confianza nos convierte en presas de los aprovechados y violentos. Tienes que respetar siempre a los otros, pero procura que hagan lo mismo contigo.

Cruzando el parque se encontró a Joan llop, un cabeza rapada que tenia mas de rapado que de cabeza.
Este Joan, que era un machito cundo se encontraba con sus amigos, realmente era un cobarde cuando estaba solo, y no se le ocurrió otra cosa mejor que meterse con una niña pequeña e indefensa, (bueno,eso es lo que el pensaba) por lo que la detuvo, y intento que Kaperucita hiciera con el, el saludo romano, bien, imaginaros como acabaron las cosas, Joan Llop se puso un poco violento y a Kaperucita no le quedo más remedio que defenderse, dejándolo hecho un “Santo Cristo” ( se dice que a causa de aquello, fue el mismo Joan llop quien desvirtuó la historia contándola tal y como la hemos conocido hasta ahora, y haciendo de su apellido –llop- el protagonista de la historia, era tan cobarde que no sabia enfrentarse al fracaso, y se escondía detrás de una mentira. Y como los animales no hablan nuestro idioma, ningún lobo se entero, por lo tanto nunca le obligaron a rectificar la historia.

El cuento es mucho mas largo, pero no quiero dar más el coñazo, lo único que pretendía con ello es decir, que me encanta esta caperucita, pero no rechazo tampoco la otra, me da igual lo que diga el más prestigioso de los siquiatras del mundo mundial; no me importa si algunas de mis neuras y fobias vienen de algún cuento de los que me contaron cuando era niña. No tuve una infancia excesivamente feliz, y resulte ser, una niña terriblemente difícil y rebelde, pero la imagen de mi abuelo al lado de mi cama por las noches contándome un cuento, no la cambio por nada.

Saludos (uno de los cuentos que siempre he odiado, es el de la cerillera, era terriblemente difícil camuflar la muerte por hipotermia de la pobre niña)

enero 09, 2008 9:21 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Está simpático el psicoanalisis... aunque me gusta Freud prefiero mil veces a Jung. Lo bueno de Jung es que se colocaba el solito, no necesitaba kilos de cocaína como nuestro amigo Sigmund. Así, desinhibido, Freud pudo entrar en las profundidades de su psique y entablar relaciones con sus dos amiguitos, eros y thánatos. Hasta las trancas de coca, veía caperucitas rojas (hasta el nombre sugiere imagenes eróticas ¿o seré yo la salida?) por doquier. Con mi alma junguiana, la interpretación de los cuentos resulta otra bien distinta, pero esa es otra historia... Me ha gustado el post, las recomendaciones y los comentarios suscitados. Hasta la próxima, Lagarto :-)

enero 09, 2008 9:58 p. m.  
Blogger Antígona dijo...

Excelente su análisis de las tesis de Bettelheim en relación al papel formativo de los cuentos infantiles, doctor Lagarto. No podía esperarse otra cosa de usted, claro.

Y más todavía porque no puede negarse que esta interpretación en clave psicoanalítica es de las más potentes e iluminadoras con respecto al sentido general de la existencia y función de tales cuentos, así como en relación a sus particulares significados.

Parece mentira que algo que, una vez leída la interpretación de Bettelheim, salta a la vista, no se hubiera planteado antes. Así que, simpaticemos o no con el psicoanálisis, creo que en función de lo expuesto no pueden dejar de reconocérsele ciertos méritos.

Ahora, eso de que Caperucita estaba cachonda... Sus pulsiones sexuales tendría la niñita, no digo que no, como todo hijo de vecino, pero a mí me parece que lo que primaría en ella serían la curiosidad por lo prohibido, la tentación de desobedecer, la idea de que precisamente en lo prohibido se encuentra lo más placentero, lo que se nos escamotea por representar un peligro para el principio de realidad. Claro que Bettelheim, contundentemente, habla de una fascinación "fatal" en la pubertad hacia el sexo.

En cualquier caso, no me parece que lo más "perverso" del cuento resida en su cariz sexual, sino en el mensaje de que saltarse las prohibiciones, la desobediencia, tiene consecuencias fatales. Así se explica que, en todos los ámbitos, nos sometamos con tanta facilidad y renunciemos a lo que verdaderamente nos apetecería. Así se explica que hayamos interiorizado tantas y tantas prohibiciones.

A mí el cuento de Caperucita no me gustó nunca. Me daba miedo el lobo, el hecho de que se comiera a Caperucita, lo irreal de que a ésta la sacaran entera de su barriga... Pero mejor no saque ninguna conclusión de lo que le digo, doctor Lagarto, o si la saca no me la cuente, que me temo lo peor...

Y cuidado con las rubias estupendas que acuden a su diván. No vaya a acabar un día en el estómago de alguna de ellas sin ninguna cazadora compasiva que le salve :P

¡Un beso!

enero 09, 2008 10:38 p. m.  
Blogger Ana dijo...

Pues qué quieres que te diga...

Si hay dos clases de hombres, me quedo con el hombre-lobo para mis correrías.

Me explico, que esto ha pasado por alto y, aquí entre nos, me jode sobremanera.

A CAperu le dicen que no vaya con chicos malos, que mejor con los leñadores (vale... a Caperu y a todas nosotras, reconozcámoslo).
SINENCAMBIO, que dicen en mi pueblo, ELLOS las prefieren modosas y pías para el matrimonio, pero cachondonas y divertidas para los previos.

Así que yo lo que veo es que Caperucita Roja es un puto cuento machista que nos recomienda desde nuestra más tierna infancia que no seamos curiosas, que no nos metamos en la cama con los que nos molan (pues sí, en determinados momentos de la vida, los chicos malos son los que molan. Realmente, en todos los momentos de la vida, para qué engañarnos!!) que obedezcamos (aprendida la lección de pequeñas, cuando seamos esposas sumisas, el marido-leñador no tendrá que esforzarse mucho en "educarnos" en la obediencia, la sumisión y el cumplimiento estricto del consabido débito conyugal con un tío que huele a serrín, que se duerme en el ínterin y que no tiene una palabra amable ni un mimo para la modorra del vestido colorao).

Resumiendo: me quedaría con el lobo feroz si no fuera porque le canta el pozo cosa mala.

Mi cuento favorito? Agárrate.
EL FLAUTISTA DE HAMELÍN.

Un beso, docto amigo.

enero 09, 2008 11:17 p. m.  
Blogger el nombre... dijo...

muuuuy interesante el libro de Bettelheim. Lo leí hace unos años atrás, y es todo un libro muy interesante.
Como me resultaron también tus consideraciones y consejos a la pooobre caperucita!


besos, Lagarto!

enero 10, 2008 1:05 a. m.  
Blogger el nombre... dijo...

muuuuy interesante el libro de Bettelheim. Lo leí hace unos años atrás, y es todo un libro muy interesante.
Como me resultaron también tus consideraciones y consejos a la pooobre caperucita!


besos, Lagarto!

enero 10, 2008 1:05 a. m.  
Blogger atikus dijo...

Vaya, visto el cuento así parece una versión del Private mmmm hay imágenes???

en fin pues sea sexual o aborrecedos, los cuentos clasicos mu molan, incluso en vinilo, con el disco-libro, yo es que soy tan viejo como el lobo...eran unos vinilos donde se seguía la historia del cuento del libro al son de la campanilla del vinilo que contaba el cuento...aaa...que tiempos!!ª!...poco sexuados eso si ;)

enero 10, 2008 11:54 a. m.  
Blogger Margot dijo...

Dios mío!!! por eso me gustaban tanto los cuentos de pequeña? porque en mi pequeño, y aún por desarrollar, cerebro intuía las tendencias libidinosas del mundo? Ummmm, me gusta esa explicación.... jeje

Ya sabes, querido Lagarto, que yo las ideas psiconalistas la mantengo en cuarentena por salud mental pero esta teoría no deja de resultarme curiosa y lo cierto es que me parece hasta acertada. Aunque lo de una Caperucita salida me parece algo exagerado, creo que el cuento tiene más que ver con ese totem de enseñanza para el que eran utilizadas las historias infantiles: los hechos y sus consecuencias en los aprendices de la vida que son los niños, de tal forma que Caperucita las pasa canutas por el hecho de desobedecer a su mamá, hablar con extraños y arriesgarse en lugar de ser cauta. Ya, es una teoría más aburrida y con menos chicha pero la imaginación desbordada no siempre es efectiva cuando buscamos sentido a las cosas.

En cualquier caso pienso reescribir el cuento de Caperucita en el que ella acabe montando un trío con el cazador y el lobo, el fin será enseñar a las niñas que da igual el tipo de hombres que haya, lo mejor es no elegir y quedarse con los dos... se pueden compaginar, niñas...

Un besote con botas de siete leguas y ogro

enero 10, 2008 12:17 p. m.  
Blogger Kurtz dijo...

Yo lo que me preguntó es que pintaba el cazador que mató al lobo y extrajo a caperucita de su tripa.... seguro que tiene su miga psicoanalítica también.
Un Saludo. Interesante el post. Y he sacado una conclusión muy apreciable: Nunca leeré el cuento de la caperucita a mi hija :)

enero 10, 2008 1:54 p. m.  
Blogger Lula Fortune dijo...

¿Y cómo se explica la jalada de sus hijas que hace el ogro en Pulgarcito? Siempre me pareció el cuento más terrible de todos. Y los padres, unos falsos. Cuando los niños vuelven con los tesoros del ogro, los acogen de nuevo y antes... hala, hala, a buscarse la vida.
Lo de Blancanieves me recuerda un día que me quedé dormida delante de la tele y cuando desperté estaban dando la versión porno de Blancanieves. Y sí, sí, eran enanos de verdad (lo que enlaza con tu post anterior). Por supuesto, la vi entera y confieso que me dió bastante grima. Ella tan salidorra y aquellos seres deformes con sus enormes...ejem!!!
Así que prefiero no saber lo que significan esos inocentes cuentos tanto me gustaban. Qué repelús!!!
Besos inocentes.

enero 10, 2008 5:09 p. m.  
Blogger Isa Segura B. dijo...

Este comentario ha sido eliminado por el autor.

enero 10, 2008 8:15 p. m.  
Blogger Isa Segura B. dijo...

Yo siempre he pensado que Caperucita fue en busca del Lobo y lo demás ¡es puro cuento!
Saludos y ¡feliz 2008!

enero 10, 2008 8:17 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Ay, carrascus... qué mente más calenturienta :P En realidad Bettelheim habla de ello, pero no le da esa connotación sexual que a los adultos nos resulta tan evidente (el cuento dice que Blancanieves prueba todas las camas mientras los enanitos trabajan fuera). Para Bettelheim los enanitos representan el trabajo y el esfuerzo continuo que se demanda del niño: “... los enanos son personajes masculinos que no han logrado completar su desarrollo... evidentemente, no se trata de hombres en el sentido sexual, ya que su forma de vida y sus intereses por los bienes materiales sugieren una existencia preedípica”


Sofía, qué difícil me lo pones! ¿no me das una pista? ;)

enero 10, 2008 8:57 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Petitapetitiesa, si usted tuviera ese aspecto me disfrazaría de lobo, no lo dude ;) Los trágicos sucesos cumplen su función en esos cuentos. Porque se trata de que los niños tengan esa experiencia de vida, que comprendan que en el mundo exterior acechan los peligros. Pero también que éstos puedan superarse. No tienen os niños un concepto del tiempo y el espacio como el que tenemos los adultos. Así que la Muerte no significa lo mismo. Eras una niña muy avanzada ;) No conocía esa versión violenta de Caperucita, pero me ha hecho gracia. Gracias por traerla por aquí! No encuentro nada de la cerillera en este libro, pero recuerdo que a mí me deprimía muchísimo esa pobre chica. Saludos!


Ay, inquietante Filousia. Usted sí que sabe... pero tampoco veo mucha diferencia entre papá Freud y el hijo Jung en estos rudimentos que estamos usando sobre el inconsciente, el super-yo, el ello, lo edípico, etc. Me encantaría conocer su interpretación, seguro que merece la pena ¿por qué no la escribe?. Hasta la próxima!

enero 10, 2008 8:57 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Oh, doctora Antígona, sus elogios me abruman. El psicoanálisis es bastante negado en muchos foros. Yo incluso reniego de él para muchas cosas concretas en las que creo que el conductismo es mucho más sensato. Pero si hablamos de interpretación de esos cuentos de tradición oral ancestral, entonces sí creo que hay algo tiene que funcionar a otra altura. Y, desde luego, sí veo morbo sexual (en el sentido más amplio y subconsciente y en el obvio de la sublimación explícita de los cuatro sentidos en la cama de la abuela) en la actitud de esta niña, que no es tan inocente y sabe lo que busca.

Si a usted no le gustaba el lobo, entonces me quitaré el disfraz que me puse petitapetitiesa y me pondré el de cazador ¡qué estrés! :P

En cuanto a lo de que Caperucita salga por la barriga, Bettelheim lo interpreta como un parto en sí mismo, como un renacer de la niña a otro ser diferente: a una mujer adolescente.

Besos, doctora!

enero 10, 2008 8:58 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Un árbol, en cuanto me quite el disfraz de cazador que me he puesto para seducir a Antígona, vuelvo a ponerme el de lobo para seducirte a ti (agotador, esto de cambiarse tanto, eh) me muero de risa leyéndote, eres genial ;) Claro que es un cuento machista; la sociedad de aquellas épocas era machista y a Caperucita tratan de adaptarla a esa sociedad. Quizás sea el momento de hacer una versión nueva, con un caperucito... y con una caperucita que encuentre una loba, también ¡seamos modernos! Para mí el flautista de Hammelin me parece descaradamente un pedófilo asesino, me aterra esa historia (hay una peli preciosa de Atom Egoyan que se llama El dulce porvenir, que juega con la idea de ese cuento, aunque de otra manera. Te la recomiendo) un besazo!


El nombre ¿pobre caperucita? No sé, no sé... :) es un libro muy interesante sí. me alegro de que te gustara y muchas gracias por pasarte por aquí, que creo que es la primera vez que te veo por mi casa (y de manera doble, eso está bien ;) ). Un beso.

enero 10, 2008 8:58 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Atikus, hay muchas versiones porno. Pon el emule a funcionar y ya verás. Yo tenía un “comediscos” y alguno de esos cuentos también, pero no consigo recordar cuál. Eso sí, el “comediscos” era rojo ;)

Margot, a todos los niños les gustan esos cuentos, desde generaciones que se pierden en el tiempo. Por algo será, algo habrá que conecta con el inconsciente, con el ello, con el super-yo, etc. Tienes razón en que la idea consciente es la desobediencia como error, pero la lectura es claramente postedípica. Todo niño ve “algo diferente” en ese cuento respecto a los demás (edípicos y preedípicos) estoy desando leer tu versión del cuento ;) Besos de lobo feroz o de cazador, lo que más te ponga, que tengo los dos disfraces!

enero 10, 2008 8:59 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Coronel Kurtz, como le decía a la doctora Antígona un poco más arriba, la interpretación que hace Bettelheim es de renacer como en un parto literal a lo que será una jovencita que ya nunca volverá a ser una niña. Es un rito de iniciación a la pubertad, algo así. Coronel, para mí hay cuentos más perversos aún, eh, como el de Hammelin ¡eso sí que es fuerte! ;)

Rubia Lula, no recuerdo bien la historia de Pulgarcito y, encima, no encuentro en Bettelheim nada sobre él. Lo buscaré y lo volveré a leer. Pero los padres suelen jugar un papel malo en muchos cuentos preedípicos, con el fin de que el niño se identifique con el vacío existencial que siente en su soledad, en su unicidad diferenciada y en la necesidad de superar obstáculos por él mismo. Bicos!

Isa, veo que eras una niña muy espabilada, eh :) Hay una atracción, es obvio. Todos sabemos que apartarse del camino es buscar al lobo... ¡y además le dice cómo matar a la abuelita! ¡vaya niña! Feliz año y un saludo!

enero 10, 2008 8:59 p. m.  
Blogger BACCD dijo...

A mí no me parece que sea tan evidente el deseo sexual como el deseo de romper normas y dar rienda suelta a hacer un poco lo que te da la gana. Porque contradecir a los mayores mola mucho, eso no hay que olvidarlo.

¿Aleccionador? Desde luego, "no hay que ser una niña mala", con todo lo que conlleva esto y que habéis expuesto arriba y que no voy a repetir.

Me has hecho recordar un principio alternativo de Caperucita Roja que me contaba una prima de mi madre:

"Tacirupeca Jaro va por le quebos. De topron, ¡zas!, le bolo:

- ¿Adedon vas, Tacirupeca Jaro?
- ¡Ñoco! ¡Un bolo que blaha!"

No sé si tenía un cuento favorito de pequeña. Me gustaban varios. Tendré que meditarlo y hacer memoria, que la tengo muy mala.

¡Feliz finde!

enero 11, 2008 10:49 a. m.  
Blogger Brisuón Çafrén dijo...

Madre mía. Por un momento he intentado recordar cual era el cuento que más me gustaba, pero de manera inmediata y por algún sobreprotector instinto, he llevado a mi psique en otra dirección (esto lo hago intentando multiplicar de memoria 2768 por 573, va muy bien para hacer que tu cabecita deje de hacer de inmediato lo que esta haciendo. Si tienen eyaculación precoz pruebenló). No quiero saber que enseñanza se desprende del cuento que más me gustaba.

¿Y ahora que cuento les cuento yo a las niñas que a veces dejan a mi recaudo?

enero 11, 2008 11:01 a. m.  
Blogger Ana dijo...

Ejem...
Para seducir quítate el traje de lobo que me lo pones todo perdido de pelos.
Me vendo por tres cañas, ya lo sabes.

Y no, el flautista no era un pedófilo.
Era un tipo serio que se enfadó mucho cuando sus clientes no le quisieron pagar lo fijado.
Y como buen negociador, toca los huevos al cliente como sólo él puede hacerlo.
Me parece un tío listo y sin escrúpulos, un triunfador de los de hoy en día, un hijoputa muy salao.
No lo quisiera de proveedor, pero sí de socio, mucho mejor que el cobrador del frac, no digas :D
Besoooo

enero 11, 2008 8:00 p. m.  
Blogger atikus dijo...

curioso mi comediscos también era rojo...así estoy!

mi cuento favorito, el soldadito de plomo, un dramón!!

enero 12, 2008 1:22 a. m.  
Blogger El amigo secreto dijo...

Es una pena no acordarme de mi cuento favorito, me gustaría psicoanalizarme un poco. Le preguntaré a mi madre, enciclopedia viva de mi vida.

Me atrae la idea de estar ya estigmatizados desde niños, pero claro está, con la perspectiva del psicoanálisis hoy en día no llegamos a ningún lado. Prometía la cosa, pero...

Es la primera vez que me paso por aquí. Sinceramente, DPM. Si no le importa caballero seguiré rondando como un buitre para alimentarme que las migajas que recoja mi ya maltrecho intelecto. Un saludo.

PD:Respecto al comentario precedende... el soldadito de plomo, que recuerdos. No se si era mi cuento favorito, pero sí recuerdo que la novia del soldadito, la bailarina de juguete, fue mi primer amor. Creo que hasta despertó mi sexualidad. Que horror. No pienso psicoanalizarme por ello.

enero 12, 2008 2:39 a. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Duschgel, es normal que lo veas así. Es la parte consciente del mensaje, que encaja perfectamente con nuestro Yo y con nuestro Ello como adultos. Pero esa “transgresión” en la mentalidad del niño tiene fronteras muy difusas y, siempre según los freudianos, una carga sexual latente muy superior a lo que queremos asumir los adultos. Y ahí, en ese campo, tienes aportaciones freudianas de todo tipo; las que han demostrado tener un mínimo sentido (como el complejo de Edipo) y las paridas más sublimes (como el complejo de pene en las mujeres).

Yo personalmente creo que sí hay una sexualidad lantente en la historia de Caperucita. Que la tradición oral del cuento ha hecho hincapié en metáforas e imágenes que brotan de nuestro subconsciente colectivo sexual. Hay cuestiones muy obvias, incluso, como cuando Caperucita dice al lobo cómo llegar a la cama de la abuelita, o cuando ella se fascina con los cuatro sentidos de su amante ;)

Saludos y buen fin de semana!

enero 13, 2008 1:00 a. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Ah, Brisuón, veo que su inconsciente se defiende y se oculta! Eso es que la cosa debe ser fuerte :P Los niños saben qué cuento es el que más les gusta. Y si es ése el que más les gusta, es por algo. Es que hay algo en él que les excita y que entienden de manera concreta. Lo mejor es que sean ellas las que decidan, eh. Mis hijos nunca hicieron mucho caso de esas historias tradicionales y enseguida se interesaron más por dinosaurios o piratas. Mis eyaculaciones, por cierto, son estupendas y satisfactorias. Pero tomo nota de su recomendación, que nunca se sabe :)

Un árbol, que sean seis, ¡camareroooo! Bueno, esa lectura de Hammelin es mucho más sana y capitalista que la mía, desde luego. Pero, mira, yo tengo la imagen del tipo metiéndose tras la puerta con los niños... no sé, quizás es que he escuchado a demasiados obispos hablar últimamente :) besos!

enero 13, 2008 1:01 a. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Ay, Atikus, no recordaba la historia del soldadito de plomo. Es fascinante, sí. ¡Una historia romántica acojonante! Sí, creo que es de mis preferidos también. Gracias por recordármelo.

Bueno, amigo secreto, eso de psicoanalizarse tiene mucho peligro ¡y es carísimo! Pero si te lo hace tu madre, entonces supongo que te saldrá más barato ;) Aquí hay migajas para todos, es un sitio bastante ecléctico. Gracias por pasarte por aquí!

enero 13, 2008 1:01 a. m.  
Blogger Sibyla dijo...

De pequeña me regalaron para un cumpleaños el cuento de Alí Babá y los cuarenta ladrones, me fascinaba todo los tesoros que contenía la gruta encantada, y como se cerraba y se abría con la frase mágica: Abréte sésamo!.

No sé qué interpretación psicológica debería darle?...

enero 13, 2008 5:01 p. m.  
Blogger Madame Vaudeville (Chus Álvarez) dijo...

Lagarto feroz mío, lobito de cuento blogueril, quisiera invitarle a partipar en un meme musical, ya que siempre hay una canción recomendada en este reino suyo de palabras. En mi blog está la invitación formal...
Besitos sonoros de esta pequeña Vaudeville con caperuza encarnada.

enero 13, 2008 5:22 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Sybila, lo de la gruta que oculta tesoros, y que se abre y se cierra sólo ante quien puede pronunciar la frase mágica... bueno, eso, que no creo que ofrezca muchas dudas en una interpretación psicoanalítica dura, eh :P.

Bettelheim habla mucho de las mil y una noches, en la que destaca conceptos psicoanlíticos básicos como el “dominio del ello” en el Rey y el “super-yo” en Scherezade. Es muy interesante, sí.

enero 13, 2008 8:45 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Madame, como estoy muy Dylaniano, te respondo aquí haciendo el juego sólo con canciones de Bob Dylan ¿vale?


1-Eres hombre o mujer?
Man in me

2-Descríbete
a fool such as I

3-¿Qué sienten las personas acerca de ti?
He was a friend of mine

4-Cómo describirías tu anterior relación sentimental?
Baby stop crying

5-Describe tu actual relación con tu novi@ o pretendiente?
Love minus zero / No limit

6-Dónde quieres estar ahora?
Shelter from the storm

7-Cómo eres respecto al amor?
I want you

8-Cómo es tu vida?
Honest with me

9-Qué pedirías si tuvieras un solo deseo?
One more cup of coffee

10-Escribe una cita o una frase
Don’t think twice, it’s all right

enero 13, 2008 8:46 p. m.  
Blogger Madame Vaudeville (Chus Álvarez) dijo...

Gracias, guapo!!!!
Dylan forever!!!
Besitos blowing in the wind...

enero 13, 2008 10:21 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Bueno, yo tengo este libro apuntado, pues parece bastante jugoso. Entre el sexual Freud y el místico Jung, me quedo con... según el nick con el que hable... ejem...

enero 13, 2008 11:53 p. m.  
Blogger Soy ficción dijo...

Uis, que dira este hombre de Blancanieves? No lo quiero ni pensar...

enero 15, 2008 11:28 a. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Hola! Buenísima la entrada, sin embargo, por los comentarios que leí, hay errores. Perrault no es el autor original de Caperucita, él sólo la recopilo. ¿Cómo? Bueno, éste y otro problema con los Hermanos Grimm es tratado por un historiador que hace crítica a ese libro y aclara las a veces excesivas interpretaciones del psicoanálisis en La gran matanza de gatos y otros episodios en la historia de la cultura francesa de Robert Darton. Es el 1er capítulo. :D

abril 19, 2012 8:03 a. m.  

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