domingo, abril 06, 2008

Ebertstrasse y Billy Wilder


Berlín es el encuentro tenso entre Este y Oeste. Un laboratorio de vida que guarda sus recuerdos mutilados en una caja de música que se abre con el salto de una bailarina mecánica a la que ningún soldadito de plomo podrá amar.

Berlín es la historia de la locura y la racionalidad, vanguardia anciana y comida rápida. Desesperanza, fe y caridad. Berlín hiede a literatura, a filosofía, a política, a historia, a ti, a mí.

La capital de Prusia fue fundada allá por el 1.200. A pesar de los brutales bombardeos que acabaron con la mitad de la población de la ciudad en 1945(¿holocáusticos también? No, claro, los que ganan siempre son buenos), se conservan muchos edificios que son testigos de cada una de sus épocas. De todas. Excepto de una.

Paseando por Ebertstrasse, pegado al lado del caído Muro por la parte Este, se llega hasta el cruce con Wilhelmstrasse. Allí hay un edificio funcional de viviendas construido en los últimos años del comunismo. Es un edificio pequeño, de unas tres o cuatro plantas, y tiene un pequeño solar a su izquierda. Esa esquina -Ebertstrasse con Wilhelmstrasse- es uno de los testigos más importantes en toda la historia del siglo XX de la humanidad. Probablemente el más importante. Fue la Cancillería desde la que Adolf Hitler llevó el mundo hasta el extremo de la locura más brutal jamás conocida. No queda allí nada ahora. Ni una placa, ni una señal, ni una foto de un turista. Nada.

En el solar adyacente al horroroso edificio funcional trabaja una excavadora, abriendo la tierra para colocar nuevos cimientos. Muy abajo, entre la tierra helada que descubre la pala de la máquina, se adivina el cemento del búnker de la Cancillería. Allí donde Hitler y Goebbels se suicidaron llevándose consigo a Eva Braun y a todos los hijos de Goebbels, después de llenar Europa entera de millones de cadáveres en nombre del odio. Y un escalofrío recorre mi cuello bajo la nieve. Y una mano cálida recoge la mía.

“Vámonos, anda. Conozco una cervecería estupenda en Postdammer Plazt. Se llama Billy Wilder y ponen buena música”

Creo que faltan aún muchas generaciones de psicoterapia nacional para superar lo que apenas se puede allí nombrar. Billy Wilder, ese cerebro privilegiado alemán, lo expresaba muy bien:





Una canción para Ebertstrasse: Where the streets have no name, de U2

Una película para Ebertstrasse: Vencedores y vencidos, de Stanley Kramer

Un libro para Ebertstrasse: Diario de Spandau, de Albert Speer

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28 Comments:

Blogger Lula Fortune dijo...

Una amiga que e estuvo hace poco en Berlín, coincide plenamente contigo: lo que llama la atención es la ausencia.
Menos mal que yo también creo en Billy Wilder. Un beso y una caricia.

abril 06, 2008 12:50 a. m.  
Blogger Angeles dijo...

No creo que exista mejor antídoto contra el horror, que contemplar los abismos a los que puede llegar el hombre, sintiendo la calidez de una mano.
Ni mejor ofrenda ante las ruinas de locura, sentir el calor de la vida a través del roce de una piel.

Es tan tarde y estoy tan cansada que no me quedan besos, pero si tienes alguna mano libre déjame que te de la mia.

abril 06, 2008 3:07 a. m.  
Blogger Arcángel Mirón dijo...

Tengo una tía que vive frente al museo de mecánica de la armada, donde torturaban y mataban personas durante la última dictadura militar. Cada vez que visito a mí tía y paso por ese lugar siento escalofríos.
Imagino tu sensación.

abril 06, 2008 8:01 p. m.  
Blogger atikus dijo...

1,2, 3!!!! enorme peli, como Billy Wilder, y Berlin, supongo que el tiempo lo cura todo, aunque espero que no se olviden de lo que es capaz de hacer el ser humano en lo negativo como Hitler, o en lo positivo como Wilder, curioso, 6 letras casi parecidas pero tan distantes...
Saludos

abril 06, 2008 8:02 p. m.  
Blogger MK dijo...

Me gustaría llegar a tener ese don de traducir la vida , las miserias cotidianas y a la vez esas grandes y maravillosas pequeñeces de cada día como lo hacían Lubischt o Wilder.
Me gusta mucho como has descrito ese viaje y esa visita.
Me has hecho imaginar esa cervecería y la calidez allí compartida.
...Prost!

abril 06, 2008 10:00 p. m.  
Blogger Miss.Burton dijo...

Tengo muchas ganas de ir a Berlin, mi hermana estuvo hace poco, y me dijo que un pasote, así que quedo en lista de espera, pediré consejo a mi cartilla de ahorros...
Me ha encantado el paseo virtual de tu mano por la ciudad, y sí, debió de ser momentocangrelo, el pasar por aquel lugar máldito... es un desastre echar la vista atrás y encontrarse tanto cadáver y tanta injusticia de la mano de un loco que sólo sembró muertos y cicatrices en los vivos que le sobrevivieron....
Como contrapunto, romántico, precioso, y envidiado sanamente, aquella mano que te coge en la nieve, adivino cálida, sí, tu tb lo expresas así... Suertudo, eres un suertudo, y la de la mano, pues lo mismo¡
Un besazo, cuídate mucho, por cierto que estás hecho todo un deportista, hijo....

abril 06, 2008 10:53 p. m.  
Blogger Margot dijo...

Palabrita!!! este sábado estuve viendo esa peli del Wilder... me reí, como siempre con el maestro y sus parodias de este y el otro lado del puente. Era una de las suyas que me faltaba por ver.

Y sí, te entiendo, creo que hubiera sentido ese escalofrío. Pueden desaparecer las piedras pero no el horror que albergaron. Bien por esa mano que te llevó a tomar una cervecita! La mejor forma de hacer desaparecer el frío.

Beso, un dos, tres... acción!

abril 07, 2008 8:15 a. m.  
Blogger Soy ficción dijo...

Supongo q justo alli, bajo un buen abrigo, tambien me habria estremecido.

abril 07, 2008 10:22 a. m.  
Blogger Sese dijo...

Billy Wilder fue un genio adelantado a su época. Pero era austríaco, él mismo dijo "los austríacos son unos magos increíbles: han convencido al mundo entero de que Beethoven era austríaco y de que Hitler era alemán"
Wilder, uno de mis referentes cinematográficos. Ya no se hacen películas como las suyas.

Un saludo

abril 07, 2008 4:16 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Berlín... luz de velas y Dubonnet con hielo. En un pequeño café podías oír las guitarras... era el paraiso. ¿Estuvo bien, verdad?

Nosurrender... uno se convierte en Jim cuando va a Berlín.

abril 07, 2008 8:06 p. m.  
Blogger Antígona dijo...

Ha escrito usted un post estupendo, doctor Lagarto. ¡Se nota que Berlín le ha sentado muy bien, pese a sus escalofríos!

Pero es que me temo que no eran para menos. Y sí, algo me habían contado de esa ausencia tan significativa que, sin embargo, no deja de resultar un tanto esquizofrénica. Porque, aunque desde hace no tanto, creo que los alemanes sí están empeñados en recordar. En guardar memoria de lo que les señala como culpables y mostrar esa memoria al mundo como signo de la aceptación de su culpabilidad y del imperativo de que nada de ello caiga en el olvido. Ya lo sabemos: en el olvido reside la posibilidad de la repetición. Y hay cosas que no podemos permitir que se repitan. Paradójico y contradictorio es por ello un recuerdo sin señales, sin placas.

Tal vez esas señales aún les hagan demasiado daño. Tal vez traten de evitar que esas señales sean malinterpretadas con el paso del tiempo. O tal vez es que esas señales son algo demasiado concreto en relación con una culpa cuyos culpables concretos, tantos, tan indefinidos por otra parte, aún estén tratando de asumir la responsabilidad de la parte que les toca y prefieran escudarse en la abstracción. Porque como se plantea tan irónica y lúcidamente en la escena que ha puesto de la peli de Billy Wilder, es posible que si preguntáramos a las personas concretas que vivieron en aquella época, todas dijeran lo mismo que dice su secretario: “Ah, yo trabajaba en el metro. Ahí abajo no nos enterábamos de nada”. Mucha psicoterapia nacional, sí. Pese a que sólo nos cabe dar las gracias por no haber nacido en esa nación ni en ese tiempo concreto, dado que sólo esa casualidad nos ha librado de la culpa.

Me encanta que haya puesto en su collage esa famosa frase de Marx: “Los filósofos sólo han interpretado el mundo de diferentes maneras. De lo que ahora se trata es de transformarlo”. Tengo que saber en qué lugar se encuentra esa placa en Berlín. Para ir a rendirle culto, claro :P

¡Un beso, doctor Lagarto!

abril 07, 2008 8:50 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Tengo Berlín como objetivo número uno en viajes potenciales. Uno de los rincones que pensaba visitar era ese edificio que ahora tú me dices que ha desaparecido.
Leyendo tu paseo también he sentido ese escalofrío. Desde que vi "El Hundimiento", he querido visitar ese bunker, es como la tumba del odio y la locura, donde todo acabó y todo empezó de nuevo.

La película de Wilder, una maravilla!!!

Besos

abril 08, 2008 11:45 a. m.  
Blogger Madame Vaudeville (Chus Álvarez) dijo...

He paseado y he sentido ese escalofrío con usted, mon lezard. Como siempre. Gracias por escribir así de bien.
Besitos de bienvenida.
Adoro a Wilder.

abril 08, 2008 1:49 p. m.  
Blogger Sibyla dijo...

Me quedo con la frase:
"Faltan aún muchas generaciones de psicoterapia nacional para superar... lo "innombrable"

Saludos:)

abril 08, 2008 5:24 p. m.  
Blogger Filisteum dijo...

El diario de Spandau no, hombre.

Mejor Luchamos y perdimos, de Otto Skorzeny.

Nada mejor para un comando especial del intelecto como este.

abril 09, 2008 5:46 a. m.  
Blogger Sólo digo una cosa dijo...

Yo he comprado hoy Berlín. Creo que aún puede quedar alguna ciudad para usted. Dice la publicidad "para tus escapadas de dos o más días", y sólo por la idea de escapar merece la pena, no?

Saludos!

abril 09, 2008 7:31 p. m.  
Blogger Isa Segura B. dijo...

Tras el escalofrío la genialidad de Wilder, tú sí que sabes remover los espíritus con tus letras mi buen lagrato.
Saludos.

abril 09, 2008 8:06 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Una ausencia que grita, Lula. Aunque sí hay otros recuerdos bastante claros, éstos no son de la época nazi, sino exclusivamente del horror creado, como el cementerio judío abandonado de Oranienburg. Un beso, rubia!


Petita, creo que los alemanes son conscientes de las causas de ese horror. Y se sienten responsables. De hecho, los partidos políticos de extrema derecha están, simplemente, prohibidos. Y los abismos los contemplan con vergüenza. Yo estoy lleno de besos, toma los que quieras y fuerza!

abril 10, 2008 8:07 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Arcángel, hace poco vi en televisión un reportaje durísimo sobre las consecuencias de aquellos años, y salía ese edificio de la armada. No es bueno olvidar. La memoria histórica, a mi modo de ver, no debería ser cuestión de debate.


Una gran película sin duda, Atikus. El sentido del humor de Wilder es absolutamente libre y absolutamente inteligente. Cuado Wilder estaba montando esta película fue cuando los rusos levantaron el muro. Billy Wilder llegó a plantearse incluso el no estrenar la película porque creyó que el público no podría entender el tráfico entre Este y Oeste tras la creación del muro. Menos mal que no cedió!

abril 10, 2008 8:07 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Mk, es que las pequeñeces son las cosas más enormes de la vida ¿verdad? Esa cervecería es estupenda. Si vas algún día a Berlín, la encontrarás en Postdammer Platz, pegadito al Sony Center y al Museo del Cine.


Tremends, Berlín es más barato que Madrid hoy en día. Te gustará, ya verás. Cuando te decidas, ya te confeccionaré una buena guía llena de sitios para beber cerveza :P En cuanto al deporte, ¡ese día ganamos! :P

abril 10, 2008 8:07 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Qué casualidad, Margot. El horror está en el aire, no se puede atrapar, no se puede esconder. El muro, en cambio, tiene una presencia absoluta, hasta comercial. Pero la ciudad tiene muchas cosas más, es maravillosa. Besos


Nausicaa, desde luego que sin abrigo te hubieras estremecido más ¡¡menudo frío que hacía!! :P

abril 10, 2008 8:08 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Sese, el tema del nacionalismo tiene una lectura diferente en Prusia y la Gran Alemania de principios de siglo XX. En aquella época no había más diferencias culturales entre Austria y Prusia, que entre Baviera y Renania. Además, Wilder aprendió a hacer cine en la UFA, en Berlín. Y con Lubitsch, por cierto. Gracias por pasarte por aquí.


Carrascus, hubo luz de velas, pero con vino italiano, en Kastanienallee, que es como el Malasaña de la parte Este de Berlín. Fue una noche extraña, como una especie de túnel del tiempo que me llevó hasta mis años de Universidad.... pero esa es otra historia, que diría el clásico :) La verdad es que, desde que vi la imponente Columna de la Victoria, la única canción que se metió en mi cabeza fue la de Stay, de U2.

abril 10, 2008 8:08 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Antígona, Berlín me ha sentado de maravilla. Y hubo más calor que frío, sobre todo por el café. Me tenía que haber visto usted practicar mi alemán para pedir café, por cierto ¡que arte el mío! El recuerdo no tiene placas, como usted dice, pero quizás por eso está más presente. La placa, quizás, impone un alejamiento que aún no puede producirse. Creo que esa frase que usted destaca del video de la peli de Wilder es genial y explica muy bien la actitud esquizofrénica a la que todo un pueblo ha tenido que someterse durante demasiados años.

Doctora Antígona, me ha dejado muy impresionado eso que ha escrito: “sólo nos cabe dar las gracias por no haber nacido en esa nación ni en ese tiempo concreto, dado que sólo esa casualidad nos ha librado de la culpa” Es una reflexión muy interesante de la que deberíamos partir para entender mejor nuestra historia, nuestra vida, nuestra condición humana. Y desde luego, las películas tradicionales sobre aquellos años no ayudan mucho a enfocarlo así, no. Un día hablaré de un libro de que estoy leyendo, muy interesante, sobre aquellos años y aquellas personas normales: La espina de la amapola, de Javier Pérez.

Gracias por traducir la frase de Marx ¡pensé que nadie lo haría! ;) Está escrita en la escalera principal de la Universidad Humboldt. Impresiona verlo, leerlo y pensarlo. Eso es otro pedazo de historia frustrada, desde luego. Es que Berlín lo tiene todo!

Un beso, doctora Antígona.

abril 10, 2008 8:08 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Mavi, te digo lo mismo que a Tremends; está relativamente barato y me ofrezco a hacerte un mapa de la cerveza de la ciudad. Tengo ganas de ver El Hundimiento otra vez, me estás dando una idea para el fin de semana ;) Besos.


Madame, gracias por sus emociones. Y gracias a ti por leer y participar de las mías. Besos!

abril 10, 2008 8:09 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Sibyla, al menos en Alemania se ha querido mirar al pasado y aceptarlo y condenarlo. En España aún es imposible hacer un balance para la Historia del franquismo, salvando todas las lógicas distancias. La psicoterapia nacional debería estudiarse como especialidad en muchos países, creo :) Saludos!

abril 10, 2008 8:09 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Javi!! Qué alegría verte por aquí. Dentro de unos días volveré en este blog al tema de los nazis para hablar de la estupenda novela que estoy empezando a leer; La espina de la amapola. Te la recomiendo, tiene buena pinta ;)

El diario de Spandau no es la literatura más magnífica que se ha escrito en Berlín. Tampoco es lo más interesante y, además, está lleno de mentiras bastante obvias. Pero Speer fue quizás el único amigo que tenía Hitler, la única persona a la que respetó hasta la muerte. Y eso le hace hablar desde un lugar muy privilegiado. El hecho de que pasara a considerarse como nazi arrepentido, y querer ofrecer una visión fría de todo aquello, y asumir (parte de) la culpa que él tenía... creo que es una aproximación que merece la pena para la cosa. No he leído a Otto Skorzeny, pero si viene recomendado por ti, ya lo estoy buscando y comprando sin duda alguna.

A ver si nos vemos y tertuliamos, coño!

abril 10, 2008 8:09 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

SDUC, he visto esa colección y sí me queda alguna de esas ciudades por visitar. Quizás pronto. La idea de escapar es una entelequia. Siempre que intentamos escapar es para huir de nosotros mismos. Y eso es difícil, eh. Pero no imposible... saludos!


Isa, pues no me has visto remover salsa de tomate, que eso sí que se me da bien :P La genialidad de Wilder está a otro nivel, me encanta. Saludos!

abril 10, 2008 8:10 p. m.  
Blogger Filisteum dijo...

Otto Skorzeny cxreo que ni siquiera era nazi, pero eso es lo de menos.

Fue el jefe del comando que liberó a Mussolini, por si te suena, y el que protagonizó aquella anécdita delso alemanes vestidos de americanos en el desembarco de Normandía.

Lo recomiendo por el preocupante sentimiento de "la guerra como aventura",o como expresiónd e la cultura, a la que tantas veces le he dado cueltas.

Y nos tenemos que ver por c..., hombre!!!!

saluuuuuud

abril 16, 2008 5:12 a. m.  

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