Shelter from the Storm
“Fue en otra tiempo, un tiempo de fatigas y sangre, cuando la negrura era virtud y la carretera estaba llena de barro. Yo llegué desde la lluvia, era una criatura desfigurada.
“Entra”, me dijo ella, “te daré refugio contra la tormenta””
(Bob Dylan, Shelter from the Storm)
En Las uvas de la ira, Steinbeck cuenta la historia de la familia Joad, que se dirige a California junto a otros trescientos mil emigrantes, huyendo del hambre en Oklahoma. La llegada masiva de estos campesinos hambrientos abarata los salarios hasta mínimos insuficientes para dar de comer a una familia. La situación es desesperada, pero Steinbeck nos muestra que la pervivencia del amor y de la solidaridad consiguen mantener la dignidad de los seres humanos en las peores condiciones que puedan imaginarse.
En la última escena de la novela, una terrible tormenta ocasiona la inundación de la furgoneta donde vivían las últimas supervivientes de la familia Joad; Madre y su joven hija Rose of Sharon, que recién ha parido un niño prematuro que nace muerto. El agua obliga a las mujeres a perder el último refugio que les quedaba. Salen a la carretera bajo la torrencial lluvia y, muy debilitadas, consiguen entrar en un granero. Allí dentro encuentran un hombre enfermo que está muriendo de hambre junto a su pequeño hijo.
“Los ojos de Madre fueron más allá de los de Rose of Sharon y luego volvieron a ellos. Y las dos mujeres se miraron profundamente la una a la otra. La respiración de la muchacha era entrecortada.
Ella dijo:
-Sí.
Madre sonrió.
- Sabía que lo harías. ¡Lo sabía! -miró sus manos, entrelazadas en su regazo.
- Rose of Sharon susurró:
- ¡Podéis... saliros todos?
[...]
Luego levantó su cuerpo y se ciñó el edredón. Caminó despacio hacia el rincón y contempló el rostro gastado y los ojos, abiertos y asustados. Entonces, lentamente, se acostó a su lado. Él meneó la cabeza con lentitud a un lado y a otro. Rose of Sharon aflojó un lado de la manta y descubrió el pecho.
- Tienes que hacerlo- dijo. Se acercó más a él y atrajo la cabeza hacia sí-. Toma- dijo- Así -su mano sujetó la cabeza por detrás. Sus dedos se movieron con delicadeza entre el pelo del hombre. Ella levantó la vista y miró a través del granero, y sus labios se juntaron y dibujaron una sonrisa misteriosa.”
(John Steinbeck, Las uvas de la ira)
En 1972, los jemeres rojos hicieron prisioneros a Steve, Nils, Max y Roy, cuatro soldados norteamericanos. Les ataron, les inmovilizaron y les metieron en un arrozal bajo una lluvia torrencial. Pusieron a tres de ellos en fila, uno detrás de otro. El cuarto quedó frente a una pared de ladrillo que dividía el pantano en dos. Los orientales les pusieron un gorro a cada uno de los soldados, al azar, de color rojo o de color azul.
Y dieron una oportunidad a los prisioneros antes de acribillarles a balazos bajo aquella lluvia. Si uno de ellos adivinaba el color de su gorro, se salvarían todos. Los soldados sólo sabían que había dos gorros rojos y dos gorros azules. No podían verse a sí mismos, sólo podían ver lo que tenían enfrente de sí.
Steve sólo veía el muro.
Nils sólo veía el muro.
Max sólo veía a Nils y el muro.
Roy sólo veía a Max, Nils y el muro.
Si quien fuera a hablar dudaba o fallaba en el color, morirían todos. Los carceleros dieron diez segundos a sus prisioneros antes de empezar a disparar. Uno, dos, tres…
Y la pregunta es, ¿crees que alguno de ellos podía saber sin lugar a dudas (digo saber, no acertar al azar) de qué color era su gorro? Por supuesto que sí.
¿Cuál de los tres crees que puede saberlo?
Una canción para Mityu: Shelter from the storm, de Bob Dylan.
Una película para Mityu: Los lunes al sol, de Fernando León
Un libro para Mityu: Las uvas de la ira, de John Steinbeck
.
“Entra”, me dijo ella, “te daré refugio contra la tormenta””
(Bob Dylan, Shelter from the Storm)
En Las uvas de la ira, Steinbeck cuenta la historia de la familia Joad, que se dirige a California junto a otros trescientos mil emigrantes, huyendo del hambre en Oklahoma. La llegada masiva de estos campesinos hambrientos abarata los salarios hasta mínimos insuficientes para dar de comer a una familia. La situación es desesperada, pero Steinbeck nos muestra que la pervivencia del amor y de la solidaridad consiguen mantener la dignidad de los seres humanos en las peores condiciones que puedan imaginarse.
En la última escena de la novela, una terrible tormenta ocasiona la inundación de la furgoneta donde vivían las últimas supervivientes de la familia Joad; Madre y su joven hija Rose of Sharon, que recién ha parido un niño prematuro que nace muerto. El agua obliga a las mujeres a perder el último refugio que les quedaba. Salen a la carretera bajo la torrencial lluvia y, muy debilitadas, consiguen entrar en un granero. Allí dentro encuentran un hombre enfermo que está muriendo de hambre junto a su pequeño hijo.
“Los ojos de Madre fueron más allá de los de Rose of Sharon y luego volvieron a ellos. Y las dos mujeres se miraron profundamente la una a la otra. La respiración de la muchacha era entrecortada.
Ella dijo:
-Sí.
Madre sonrió.
- Sabía que lo harías. ¡Lo sabía! -miró sus manos, entrelazadas en su regazo.
- Rose of Sharon susurró:
- ¡Podéis... saliros todos?
[...]
Luego levantó su cuerpo y se ciñó el edredón. Caminó despacio hacia el rincón y contempló el rostro gastado y los ojos, abiertos y asustados. Entonces, lentamente, se acostó a su lado. Él meneó la cabeza con lentitud a un lado y a otro. Rose of Sharon aflojó un lado de la manta y descubrió el pecho.
- Tienes que hacerlo- dijo. Se acercó más a él y atrajo la cabeza hacia sí-. Toma- dijo- Así -su mano sujetó la cabeza por detrás. Sus dedos se movieron con delicadeza entre el pelo del hombre. Ella levantó la vista y miró a través del granero, y sus labios se juntaron y dibujaron una sonrisa misteriosa.”
(John Steinbeck, Las uvas de la ira)
En 1972, los jemeres rojos hicieron prisioneros a Steve, Nils, Max y Roy, cuatro soldados norteamericanos. Les ataron, les inmovilizaron y les metieron en un arrozal bajo una lluvia torrencial. Pusieron a tres de ellos en fila, uno detrás de otro. El cuarto quedó frente a una pared de ladrillo que dividía el pantano en dos. Los orientales les pusieron un gorro a cada uno de los soldados, al azar, de color rojo o de color azul.
Y dieron una oportunidad a los prisioneros antes de acribillarles a balazos bajo aquella lluvia. Si uno de ellos adivinaba el color de su gorro, se salvarían todos. Los soldados sólo sabían que había dos gorros rojos y dos gorros azules. No podían verse a sí mismos, sólo podían ver lo que tenían enfrente de sí.
Steve sólo veía el muro.
Nils sólo veía el muro.
Max sólo veía a Nils y el muro.
Roy sólo veía a Max, Nils y el muro.
Si quien fuera a hablar dudaba o fallaba en el color, morirían todos. Los carceleros dieron diez segundos a sus prisioneros antes de empezar a disparar. Uno, dos, tres…
Y la pregunta es, ¿crees que alguno de ellos podía saber sin lugar a dudas (digo saber, no acertar al azar) de qué color era su gorro? Por supuesto que sí.
¿Cuál de los tres crees que puede saberlo?
Una canción para Mityu: Shelter from the storm, de Bob Dylan.
Una película para Mityu: Los lunes al sol, de Fernando León
Un libro para Mityu: Las uvas de la ira, de John Steinbeck
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31 Comments:
Saludos desde la Tinta, Lagarto.
Max podía saberlo. Yo lo sé, lo que no sé es si lo hubiese sabido metido en el arrozal. Si usted me entiende. Las deducción lógica me la callo para que los demás piensen si así lo desean.
Me ha recordado usted uno de los libros que he de volver a leer. Gracias. En pago le recomendaré (si se fia usted de las recomendaciones de la Nobleza)mi último flechazo: La Carretera (Corman McCarthy). No se arrepentirá.
Un saludo
Maldoror.
Vuelves a acertar, esta vez con uno de mis libros favoritos (sin duda en mi top five). El final redondo, tanto es así que el gran John Ford en su adaptación de "las uvas de la ira" hubo de recurrir a otro final para cerrar el film (también entre mis preferidos), (sino recuerdo mal de difícil traducción para la censura española de la época).
Saludos
El silencio de Roy debería hacer pensar a Max , pero como Maldoror ,no sé si lo hubiera deducido metida en el arrozal.
Lo que probaré a entender es porqué has enlazado estas dos histórias.
Es tarde , quizás lo entienda mejor mañana.
Buenas noches , Lagarto.
..."la pervivencia del amor y de la solidaridad consiguen mantener la dignidad de los seres humanos en las peores condiciones que puedan imaginarse."
Esta noche , me quedo con esto , vale?
Coñe, pues así a bote pronto... yo que sé!!! Uno, no? eso dices tú, que uno lo sabe...
Pero me gusta Dylan y esa novela me hizo llorar años ha y me encantó y los orientales son muy raros ellos y retorciditos y listos y seguro que tiene algo que ver con la solidaridad y el desapego personal y...
Que no tienes en cuenta mi dispersión y torpeza mental, a que no?
Besos!
Podían averiguarlo por el reflejo en el agua ¿no?
Un abrazo.
Se me olvidó decirte que "Las uvas de la ira" es uno de mis libros preferidos, ese final es único, el mejor con el que podía cerrar ese tremendo argumento.
Era imposible reflejar todo eso en una película, aunque como tal no deja de tener su valor.
Yo también estoy segura, doctor Lagarto, de que es Max quien puede saberlo, pero como Maldoror me ahorraré por el momento la explicación lógica. Aunque sí haré referencia, y tal vez ello baste como explicación, a lo que me parece más importante del problema y de lo cual se derivaría la enseñanza que podemos sacar de él: su solución estriba en que cada uno de los prisioneros sea capaz de ponerse en el lugar de los otros, en que cada uno de ellos se entretenga, o mejor dicho, dada la situación, se apresure a reflexionar sobre qué es lo que los otros están viendo y saque sus conclusiones acerca de por qué callan. Todos deben entonces confiar tanto en la inteligencia de los demás como en su deseo de sobrevivir. Todos deben confiar en el objetivo común de sobrevivir y en la colaboración silenciosa que para ello es necesario. Su salvación pasará, así, por el ejercicio de ponerse en la perspectiva del otro.
Es eso mismo lo que, de otra manera, sucede para mí en el maravilloso final de la novela de Steinbeck, en el que la operación de ponerse en la piel del otro dibuja una nítida frontera entre la vida y la muerte. La vida que representa la leche de los pechos de Rose of Sharon para el anciano hambriento. La muerte que acaecería sin ese gran gesto de solidaridad que la mueve a actuar más allá de su dolor y su propia desgracia. Los otros son a veces capaces de hacer por nosotros lo que jamás esperaríamos de ellos.
Es cierto que esa confianza en el otro se ve en ocasiones traicionada. Y sin embargo, mantener una confianza básica en el otro me parece vital, porque este mundo sería un infierno inhabitable si no contáramos con ella. Así lo vivió, por ejemplo, Jean Amery al perderla tras pasar por la experiencia de la tortura, y no es de extrañar que su historia, como la de tantos otros que pasaron por circunstancias similares, acabara en suicidio.
Confiemos en que siempre habrá un refugio contra la tormenta cuando arrecie la lluvia y nos cale hasta los huesos. Porque incluso si llegado el caso la mala fortuna quiere que no se presente, habremos vivido una vida mejor que si no confiáramos en ello.
¡Un beso, doctor Lagarto!
Maldoror, un placer tenerte por aquí! Tienes razón, es difícil pararse en ciertas cosas cuando estamos en el arrozal. Quizás por eso el Sistema procura que tengamos siempre la cabeza ocupada en yo, yo, yo.
Max sabe que no tiene un gorro azul, luego lo tiene que tener rojo. Sabe que no tiene un gorro azul porque si lo tuviera, Roy no hubiera tardado medio segundo en decir que él lo tenía rojo, al tener enfrente de sí los dos gorros azules. Si Roy no habla, entonces es que Max tiene el gorro rojo.
La vida de todos depende de que Max sepa que Roy piensa por todos, al igual que él. Y creo que eso nos pasa en la vida muchas veces.
Corman McCarthy se ha convertido en una asignatura pendiente para mí, sí. sólo oigo cosas buenas de gente que me fío completamente.
Un saludo, Maldoror!
Sese, nunca vi la película, así que no sé qué final le dio Ford. Pero el de Steinbeck me pone los pelos de punta; esa imagen de la chica dando el pecho al hombre moribundo, con esa dignidad... y dejar que acabe así el libro, con esa sonrisa misteriosa. Es de las novelas más brutales que he leído en mi vida, sí.
Margot, toma nota por si algún día te hacen prisionera en Vietnam, eh. Que nunca se sabe :P Los orientales son muy raros, pero hacen unos rollitos de muerte ;)
Durrell, la explicación está un poco más arriba. No cuenta con el reflejo del agua, no cuenta con ningún truco ni con ninguna casualidad. Cuenta sólo con ser conscientes de que estamos todos juntos, de que la humanidad debe actuar como un solo organismo. El final de Las uvas de la ira es tremendo, sí. Me volvía a emocionar mientras lo copipegaba ayer.
Tiene usted razón, doctora Antígona. En la vida es importantísimo saber qué ve el otro, que siente el otro. Y sentirnos así parte de él y sentirle a él parte de nosotros. El objetivo común es sobrevivir; eso es la vida, y sin necesidad de caer prisioneros de los jemeres rojos.
Pero para mí lo que hace Rose of Sharon es algo más que solidaridad. Es dignidad. y Steinbeck lo expone con una de las imágenes más universales de lo que es el Amor: dar el pecho a un hijo.
No conozco bien a Jean Améry, más que lo que usted escribió en su blog. Me impresionó, ya lo creo. Y me parece muy inteligente lo que dice respecto a que, aunque al final seamos engañados y no nos den refugio contra la tormenta, habremos vivido mucho mejor hasta entonces. Confiar es calidad de vida.
Un beso, doctora Antígona!
Lui lu, la dignidad (hay otra canción preciosa de Dylan sobre el tema) es el tema básico, para mí, de la obra de Steinbeck. Y tienes razón que esto va mucho más allá del debate sobre la naturaleza humana. Tiene que ver con qué queremos hacer, qué queremos ser. Para mí es una actitud básicamente inteligente, y no una mera pulsión biológica.
Un abrazo. Me alegro mucho de que hayas aterrizado por aquí. Estaremos siempre abiertos a tu visita.
Luego me arrojas el ladrillo, pero no he leido las uvas de la ira, créelo. Creo que lo han leido todos en mi familia, pero yo no. No me preguntes porqué, pero ahora te digo que me voy a hacer con él, y te cuento. No era momento de leerlo antes, ahora ya sí.
Esto de la supervivencia, de las condiciones extremas, de la desigualdad social, me parece un experimento brutal designado por un dios que pareces estar de vacaciones permanentes. No se porqué pasa, no entiendo como la gente puede aguantarlo, y reconozco que sólo en el subsuelo se puede llegar a pensar de una manera determinada, y dar lo mejor de uno mismo. Esas mismas condiciones horribles, son las que obligan a buscar donde no hay, o incluso a fabricarse un alma nueva para abordar la dificil situación que a uno le toca. Pero creo en el prójimo ese al que hay que amar, como a uno mismo, y creo que todo el mundo puede ser persona grata si se le da una oportunidad, y se creé en él a pies juntillas. Se debe hacer... otra cosa es que luego salga rana, pero bueno, siempre te queda esa conciencia tranquila que te dice que lo hiciste bien, que en ti portabas ese bien.
Ese final de la novela, me parece brutal. Ese "todovale" que nace de la desesperación mas absoluta, y que sirve de núcleo para tejer historias solidarias en las que nos entreguemos apenas sin preguntarnos el porqué, sólo sintiendo que hay un otro que lo necesita, me parece increible.
Sí, definitivamente, no sabemos de lo que somos capaces hasta que nos metemos en la piel del lobo, cordero, o zorrada que nos toque. Y mira que tocan cosas, y uno siempre acaba sorprendiéndose del caudal infinito de recursos internos del que es dueño, y que hasta ese momento de necesidad, no conocía.
Me ha gustado mucho el post, esto suena ya a escolar, pero es que me ha gustado bastante. Abogo siempre por esa unión, esa pluralidad de solidarios en bloque, haciéndole frente a la vida que sea, pero unidos.
Te escribo ahora, es tarde, acabo de volver de parranda, y miro a Kundera que lo tengo aquí enfrente.. soñé tantas veces entrevistarle, sí, yo...
La broma estuvo bastante bien, pero a mi me encantó también "Los testamentos traicionados", creo que es el que mas me gustó de todos después de la Insoportable levedad del ser. Todos los demás los asocio juntos, no me preguntes porqué, no me dejaron huella tan intensa, supongo fueron menos adecuados para el momento que me tocó leerlos y la vida que llevaba yo entonces.
Hay uno, el último que releí tres veces, El libro de los amores ridículos. Ese libro lo he regalado por lo menos cuatro veces. Son relatos impresionantes, condensa lo mejor de sí mismo. Resto el primero, que no me pareció tan descarnado y potente como los demás, pero los demás son de lo mejor que leí nunca, me encantó. Si puedes, hazte con él. Bueno, si me dices la fecha de tu cumpleaños, pues nada, chico, te lo regalo, que ya te digo que no fallé nunca regalando ese libro.
Un besazo, me voy a dormir, que ya oigo los pajaritos, y coño... mañana toca también día comanche...
Coño... se me olvidaba lo del gorro. Bueno, a estas horas todos los gatos son pardos y me caigo de sueño, además, ya lo descifraste tu por ahí arriba, no??
Bueno, mañana sabría responderte algo coherente, pero a estas horas me piro a dormir.
Un beso¡
Ah... apreciado Nosurrender, llego tarde, tarde. Debo decirte que volveré a comentar tu post con más tiempo (ando estos días bastante apurada), pero quería que supieras que lo había leído, y que, en primera instancia no había acertado quién salvaba a los otros. Me di cuenta a la segunda, después de comprobar los efectos de mi elección. Así que casi me ahorro un bochorno delante de los compañeros. :).
mm... Mil gracias por aceptar el reto, que ha sido cumplido con creces.
Un abrazo... y aunque suene a otro tipo... volveré. ;)
Seguramente ninguno de los que hemos leido este libro tengamos (gracias a Dios) puntos de referencias propios para comprender la Depresión y el tiempo en el que se desarrolla la historia que nos cuenta.
Pero sin embargo, de lo que habla nos pilla mucho más a mano de lo que podemos pensar. La familia Joad viaja penosamente durante nueve meses desde una tierra que ellos han llamado "su hogar" durante muchas generaciones, hasta llegar a California, solo para encontrar que no es la tierra de las oportunidades que ellos esperaban...
¿No te suena...?
Sustituye aquel tiempo por éste, una camioneta destartalada por una patera, California por España, y piensa que la Oklahoma que dejan se llama Africa... o Rumanía... o Bolivia...
Y entonces leerás de otra forma las preguntas fundamentales que este libro te hace sobre justicia, propiedad, administración de la tierra, gobierno, poder, fundamentos de la sociedad capitalista...
Lo que los Joad antiguos y actuales piden no es caridad. De ninguna manera. Son gente decente que busca una forma decente de sacar a delante a su familia.
No se trata de dar charlas sobre "propiedad privada", ni sobre "oferta y demanda"... si la prueba para un sistema y una sociedad es como trata a sus miembros más empobrecidos, especialmente en épocas de crisis, como aquella "Depresión" o ésta que parece que empieza ahora para nosotros, entonces el mundo de los Joad, y el de tus actuales vecinos, falla miserablemente.
La perversidad de quien maneja el poder nunca deja de ser creativa.
Bien, yo no he leído el libro, aunque sí vi la película. A mí me conmueve lo que has escrito, lo que has sacado tú de él, que es lo que me importa en este momento, ya que el libro en sí tendrá mi propia mirada, mi propia vivencia y mi propia impregnación.
Me alimenta saber que andan tan cerca de mí personas que creen en el amor, en la dignidad, que sobreviven a la alienación de cada día, que recorta, como describe Ende para los niños, la vida deshecha en pequeñas humaredas de cigarros que no conducen a ninguna parte.
He oído hablar de otras Rose de Sharon. Benditas sean.
Quisiera creer que en tiempos de penuria extrema yo sería digna de este post.
Gracias por tus recomendaciones, Nosurrender, por aceptar a la humilde Mityu y tener en cuenta sus comentarios.
Un saludo :)
El libro lo lei hace muchisimo y me gustó aunque supongo que entonces en ningun caso lo veria como esperanzador sino terrible. No soy optimista pero me gusta pensar que en las circunstancias extremas queda algo de dignidad y que somos capaces de saltar por encima de lo peor .
Ni en mil años hubiera descubierto lo de Max, ni en mil ni en dos mil .
Un abrazo
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Buenooo, lo q hace el control! Nunca entendere como se puede disfrutar con cosas asi...
Nunca me atrevi a leer Las Uvas de la Ira, supongo q siempre espero a tener el animo lo suficientemente alto como para q no me afectase, y no llega el momento...
Nada, Tremends, no hay ladrillo. En penitencia, invitas a unas cervezas el día que podamos y ya está. Tienes razón en que cada libro tiene su momento. Si no tienes cuerpo de un tocho así, lo mejor es dejarlo para otra ocasión.
Yo estoy convencido de que merece la pena amar y confiar, aunque luego te equivoques. Como decía la doctora Antígona un poco más arriba, se es más feliz mientras, sin duda alguna. Además, si todos pensáramos así, entonces no fallaríamos nunca.
También me gustó mucho en su momento El libro de los amores ridículos, sí. No lo recordaba el otro día, cuando te contestaba. Pero ¡desde luego que es un clásico! Tampoco lo he leído tres veces y lo dejé olvidado en casa de mi madre. Lo recuperaré el próximo día que vaya allí. Un beso!
Me alegro de que hayas podido solucionar el enigma, Mityu. Es importante que pensemos de esa manera, que no olvidemos que estamos todos en un mismo barco y que nuestra salvación va ligada a la de los demás, y viceversa.
Ese libro se convirtió en algo muy importante en un momento de mi vida. La tragedia de los Joad me quedaba lejos, claro. Pero la mirada de cada personaje me hipnotizaba. Creo que Steinbeck es uno de los mejores novelistas de toda la historia.
Un placer, Mityu. Saludos !
Carrascus, supongo que esa distancia ayuda a sacar más cosas de la historia. La realidad es que Steinbeck, cuando escribió esa historia, no tenía esa distancia. Conocía bien la miseria de los campos de California en la época de la Depresión. Él mismo vivió un tiempo de recoger frutos en el campo.
Claro que me suena la historia. Es la historia de todos los días. Los sueños se caen, se pierden, nos abandonan. Tienes razón en lo que dices. Bruce Springsteen escribió una canción sobre los chicanos que cruzan la frontera en California. Y la llamó “el fantasma de Tom Joad”. Pero, como decía Springsteen en otra canción, a pesar de eso, “f I could take one moment into my hands / Mister I ain't a boy, no I'm a man / And I believe in a promised land” Vamos, que lo importante es confiar en encontrar, no encontrar. Lo creo firmemente. El único premio es la propia lucha mientras consigues creer.
Arcángel, lo malo es que muchas veces el poder no tiene una cara concreta. ¿Quién manda sobre el Presidente de los Estados Unidos? Terrible pregunta, sí. Hay un libro muy interesante de Beigbeder que asegura que quien manda realmente y es responsable directo de la deshumanización del capitalismo, son los jubilados. La teoría es interesante, me apetecerá contarla aquí algún día.
Churra, claro que es una historia terrible. Ero también está llena de esperaza. Sólo hay que querer verlo. Hay que intentar quitarse todo el miedo que nos impone la sociedad. Ese miedo que nos oprime y nos impide liberarnos y abrir los ojos. Ante un desconocido podemos pensar que es un potencial enemigo, o un potencial amigo. Depende de nosotros. Quizás por eso te costaba entender a Max. Porque hay que tener en la cabeza a Roy como un aliado todo el rato. No estamos solos, Churra: estamos juntos en todo esto.
Nausicaa, espera a tener el ánimo adecuado entonces. Cada historia tiene su momento. Y, como dicen en Castilla, hay más días que longaniza ;)
Jooo... Nosurrender... en estos casos creo que prima sobre mí la visión real que la poética.
Queda muy bien en una canción de Bruce Springsteen... pero habría que ver si pensaban lo mismo los que se han ahogado en el Estrecho confiando en lo que iban a encontrar al llegar a la costa, y nunca encontraron.
"Nunca conoces realmente a una persona hasta que no has llevado sus zapatos y has caminado con ellos"...eso sale en "Matar a un Ruiseñor", y la verdad era necesario para salvarse max, y para salvarnor muchas veces de situaciones confusas con compañeros/as.
Señor¡ la próxima vez más facilita, por fi
;)
Pues he tenido que poner tu comentario con la explicación delante del dibujo para entenderlo, y aún así he tenido que leerlo tres veces despacio.
Creo que me habrían ejecutado, y conmigo a mis coleguitas ya reumáticos.
La lógica y yo somos enemigas irreconciliables, me temo :(
Sí... la próxima vez, por favor, esa de "oro parece, plátano es..." porque de ahí no creo que pase.
Un beso de árbol :P
Pero cuál, de Mc Carthy cuál? Es que La carretera está tan oído...
un acertijo descifrable si se utiliza la inteligencia en modo solidario, no?
vos mismo lo dijiste: ..la confianza es calidad de vida.
hay que sentirlo para poder vivirlo y disfrutarlo.
abrazos!
¡Qué extraordinaria novela!
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