lunes, agosto 04, 2008

El profesor en el examen


Las paredes verdes tienen una sombra de suciedad a un metro del suelo, de años de roces de manos y chaquetas. Paseo entre los pupitres. Los niños me miran de reojo y esperan. Algunos tiemblan. Todos tienen miedo. Me respetan.

Mi voz resuena poderosa, rebota contra las paredes del aula, todo el grupo como un pequeño animal parece encogerse al recibir la vibración.

— Despejen las mesas. — Ordeno.

En movimientos breves y silenciosos, tímidos, desaparecen de la superficie de los pupitres los cuadernos y los libros. Las mesas están despejadas. Los ojos fijos en mí, el temido profesor de física de Primero de Bachillerato, a quien apodan Lagarto.

Espero un segundo. Son míos. Los observo. A este edad, quince años, unos parecen hombres y otros aún niños, unas parecen putas y otras, monjas. Pero todos temen al Lagarto.

Distribuyo entre los primeros de cada fila los pliegos de papel para el examen. Cuando todos tienen sus papeles en blanco, tomo de mi maletín las copias con las preguntas, y muy despacio, voy dejando una, boca abajo, sobre cada mesa. El silencio podría atravesarse con los dedos. Sólo mis zapatos y el susurro de las hojas.

— Den la vuelta al examen. — Me obedecen como un solo cuerpo obedecería a su único cerebro. Es una sensación deliciosa —Escriban su nombre en la parte superior derecha del cuestionario, y también en la hoja de respuestas. Pueden empezar.

Todas las cabezas se inclinan hacia los papeles. Orejas coloradas, flequillos húmedos, leves jadeos de nerviosismo. Algunos se rascan la coronilla, otros se muerden las uñas, otros escriben compulsivamente.

Observo un movimiento extraño al fondo del aula. Una cabeza que se mueve arriba y abajo, que intenta esconderse de mi mirada detrás de otras cabezas. Es Ramón Salgado, un chico tímido y extraño. Me pongo en tensión y concentro en esa cabeza anómala mi atención.

Después de un par de minutos de vigilancia discreta, puedo estar seguro: Salgado oculta algo debajo de su mano: está copiando. En mi interior, una oleada caliente de indignación y triunfo. Coger a un delincuente en flagrante delito y aplicarle el más severo de los castigos, a saber, la pública humillación, es el mejor modo de afianzar el poder. Mi poder.

Siento un placer anticipado imaginando la escena que se avecina mientras, fingiendo observar los exámenes del resto de los alumnos, me acerco lentamente al fondo de la clase.

El chaval está tan concentrado en la chuleta que esconde que no me ve llegar. Cuando mi sombra oscurece su examen, toma conciencia de lo que está a punto de sucederle. Levanta la cabeza en un respingo, sus ojos se agrandan de terror. Mi satisfacción es inmensa, un escalofrío de placer me recorre la espina dorsal hasta la nuca. Ramón Salgado palidece y enrojece alternativamente, su respiración se acelera y una fina película de sudor cubre su frente.

Recuerdo un profesor de mi infancia, siempre con un barrote de silla en la mano. Santa Catalina, lo llamaba. Aquel palo era el símbolo de su poder. Nos aterrorizaba. Yo no lo necesito. Me basta mi mirada. Me basta mi voz.

— Enséñeme lo que tiene en la mano, Salgado. — Ordeno.

El niño, ya definitivamente pálido, me mira muy quieto.

— Preferiría no hacerlo. — Responde.

— Voy a fingir que no he oído eso. — El tono de mi voz multiplica la severidad. Le miro más fijamente aún. — Abra esa mano inmediatamente.

El puño de Ramón se aprieta más. Sus nudillos están blancos. Le tiembla el pulso. Es un desafío. Yo empiezo a temblar también, de ira.

— ¡Me va a enseñar ahora lo que tiene en la mano! — Grito fuera de mí.

Él se limita a negar con la cabeza. Yo ya no puedo pensar. Sencillamente, cuando yo hablo, ellos tienen que obedecer, no hay opciones ni alternativas, no hay caminos de regreso. Agarro con fuerza la muñeca del rebelde, que forcejea. Aprieto hasta hacerle daño, gime, le abro la mano incrustando mis dedos entre los suyos. Saco el papel que esconde.

— ¡Ajá! — Mi grito es de triunfo. Su expresión acalorada, de vergüenza y humillación, no es exactamente la que yo buscaba, pero me basta.

Mientras recupero el control y mi corazón se calma, estiro despacio el papel arrugado y húmedo. El niño se ha quedado allí sentado, la cabeza gacha, lucha contra las ganas de llorar. Sonrío y empiezo a leer en voz alta, como prueba irrefutable de su delito ante todos sus compañeros.

Mi sonrisa de satisfacción se me va congelando en la cara a medida que leo.“Feliz San Valentín, Fernando. Te quiero. Ramón”




Una canción para Salgado: Another brick in the wall, de Pink Floyd

Una película para Salgado: Philadelphia, de Jonathan Demme

Un libro para Salgado: El gran Meaulnes, de Alain-Fournier

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42 Comments:

Blogger Vintage dijo...

Ahora yo debería hacer un comentario de esos inteligentes, pero como soy más simple q una piedra de río te diré
JODETE ( me refiero al profesor )
Me han entrado unas ganas de abotear a ese peazo cabrón, joer q mala leche me ha entrado
Y para Salgado, ese momento de verguenza, no se lo quita ni dios, pero es cuestión de empezar, ahora le toca a Salgado indagar, preguntar, sobre ese capullo y recabar información, TODOS TENEMOS ALGO Q OCULTAR, EL PROFE TAMBIEN

Bueno q me he pasado
muakkkkkkkkkkkkkkkkkk

agosto 04, 2008 10:57 p. m.  
Blogger Isa Pe dijo...

Empecé a escuchar a Pink Floyd en mi cabeza en las primeras dos líneas...el libro no lo conozco, me lo apunto. Es siempre genial pasarme por aquí y descubrir cosas nuevas...

Y aunque el profesor aparece como un cabrón, que disfruta en plan sádico de su poder, la verdad es que se crea un callo de tanto rozar adolescentes descarados, que es inevitable. A riesgo de que alguien me quiera vapulear, rompo una lanza por el profe, que realmente pensaba que el chaval llevaba una chuleta...pobre chaval, desde luego, también, ¡qué apuro!.

agosto 04, 2008 11:06 p. m.  
Blogger Brisuón Çafrén dijo...

Yo que he tenido que ejercer de examinador en más de una ocasión he de reconocer que el gusanillo de pillar al alumno copiando es embriagador. Aunque el alumno no tenga 15 años.

agosto 05, 2008 1:02 a. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Uf, buenísima entrada Lagarto. Tocas tantos temas (abuso de poder, represión, despersonalización, humillación...). Mejor me paso mañana porque con el sueño que tengo no puedo pensar.

agosto 05, 2008 1:14 a. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Este relato fue escrito hace unos tres o cuatro años, para presentarlo a un concurso de cuentos en un foro de literatura entre mi amiga K y yo. Creo que quedamos segundos, seguro que ella se acuerda mejor que yo.

agosto 05, 2008 3:14 a. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Bueno, Bolero, este profesor no está creado para caer bien, la verdad. Así que ese “JÓDETE” lo tomo como todo un cumplido :) supongo que es difícil para Salgado superar esa intromisión en su intimidad, pero estoy seguro de que al cabo de unos años se sabrá muy superior a ese pobre profesor enfermo de poder.

No creo que a Salgado le merezca la pena lo más mínimo indagar y tomar venganza. El ridículo, sin duda alguna, lo hizo el profesor. Besos.

agosto 05, 2008 3:15 a. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Me encanta esa canción de Pink Floyd, Isabel. Tiene una fuerza y una rebeldía increíbles.

En cuanto al libro, lo leí de adolescente y se lo recomendaría a adolescentes. Trata de ese difícil tránsito de asumir la madurez sobrevenida al final del instituto. El protagonista está obsesionado con un amor de colegio que puede perderse en la memoria, y eso da lugar a la trama. Es una maravilla de novela.

No soy profe, pero tengo una relación personal demasiado estrecha con los profes como para no ponerme de su lado. Pero creo que ese colectivo, como tantos otros, está también tentado del abuso de poder. Algo así :)

agosto 05, 2008 3:16 a. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Brisuón, ese gusanillo existe, sin duda. El poder embriaga a todos los niveles. Pero incluso en la apariencia del delito no deberíamos de dejar de sentir al Otro, sobre el que ejercemos la dominación por encargo, como persona digna. Supongo.


Dama Shandy, sí son esos, precisamente, los temas que aparecen aquí. Y ligándolo con la canción famosa de Pink Floyd, no deja de resultar chocante que funcionen de una manera natural en la educación de nuestros hijos ¿no crees?

agosto 05, 2008 3:16 a. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Ah, Lui, pero es que los finales tienen que dar la vuelta a la historia previsible ¿no? Si no hubiera “giro” no tendría el más mínimo interés. El profesor Lagarto no esperaba encontrarse ese texto. Estaba convencido de que lo que iba a encontrar era una chuleta, porque para él Salgado no es una persona, sino un examinando.

Lagarto empezó a leer seguro de sí mismo y no tenía ni puta idea de lo que realmente iba a decir el texto. Estoy seguro de que la palidez del profesor, cuando se dio cuenta de lo que estaba leyendo a viva voz delante de la clase entera, superó con creces a la de Salgado. Estoy convencido de que nunca volvió a hacer lo mismo.

Qué calor, sí. No hay quien duerma en Madrid esta noche. Sufro, pero en el fondo me encanta. Lo recordaré como un sueño durante todo el próximo invierno.

agosto 05, 2008 3:16 a. m.  
Blogger YO dijo...

Yo he leído tu post con el corazón recordando mis quince años cuando era yo la que les pasaba las respuesta del examen de química a mis compañeros de fila. O cuando le robamos al profe de latín la libreta con el examen y le puteábamos de todas las formas habidas y por haber, en una guerra declarada entre nosotros y él.
Creo que llegados a ese punto de la relación, él disfrutaba cascando ceros a diestro y siniestro igual que nosotros disfrutábamos amargándole su jornada laboral. Y ya si pillaba a alguno, ni te cuento.
Ha llovido bastante y, evidentemente no apruebo lo que hacíamos, pero todos hemos tenido quince años.

Genial tu post y genial su final. Quizás deberían ser así todos los finales.

agosto 05, 2008 11:10 a. m.  
Blogger Arcángel Mirón dijo...

Hay profesores dignos de odio.

agosto 05, 2008 3:43 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Cono me gusta el tema, me extenderé un poco en el comentario porque después de la siesta,estoy despejada.
Es frecuente que una víctima, cuando no se rebela o no se puede liberar del daño sufrido, se convierta en verdugo. Creo que este es el caso del profesor (igual que el que aparece en el video de EL Muro, muy bien seleccionado). Esto es terrible, pero lo es aún más el hecho de que tenga la necesidad de que existan "delicuentes" para que Él pueda erigirse en "Juez", es decir se alegra y siente placer por poder pescar a alguien copiando. Le están dando la oportunidad de mostrar su superioridad "moral", de manifestar su poder y de ejercer "el orden". Además, para que esto tenga sentido, debe tener expectadores que contemplen el poder del verdugo y la humillación del "pecador". El castigo debe ser ejemplarizante. La vuelta de tuerca al final está muy bien porque introduce un nuevo tema: la exposición pública de la intimidad de una persona, su humillación y en este caso la posibilidad de la exclusión, de la burla y de la marginación. Copiar en un examen puede ser entendido y jalonado por los compañeros. Pero mostrar los sentimientos más íntimos, y sobre todo en la adolescencia, produce mucho pudor y suele ser acto de burla por parte de los demás. Y más en este caso en que se manifiesta la preferencia homosexual.
El profe es un cabrón, pero yo lo extendería a cualquier otra situación de "jerarquía", a cualquier situación de la vida.
Un alumno tiene la libertad de copiar, y el deber de un profe es impedirlo. Pero aquí no se trata de eso... Se va mucho más alla. El abuso de poder.

Y la peli de El muro muestra muy bien como un sistema educativo depersonaliza y reprime a todo aquel que se salga de la línea. Todos uniformados, todos las mismas consignas, todos a pasar por el aro y acabar siendo "carne picada", salchichas todas igualitas. Los sistemas totalitarios, con toda su parafernalia, son el mejor ejemplo de esto. Pero ningún sistema, ni siquiera el más democrático, se libra. Siempre intentará crear individuos que le sirvan Y es que si no qué pasaría? De todas formas en una democracia uno tiene más opotunidades de preservar cierto individualismo.

Las cosas han cambiado mucho. Y hoy hay más alumnos que tiranizan a profesores que al revés. La rebeldía es buena, pero en la mayor parte de los casos hoy son rebeldes sin causa... Por qué? Uf, hoy hay otras formas más poderosas que el sistema educativo para lobotomizar al personal.
Y por último, si te rebelas demasiado lo vas a pasar mal y a quedarte un poco solo. Aun así, creo que merece la pena.
Y ya vale. Que me gustó esta entrada. La peli de El muro hay que volver a verla. Y apunto el libro.

Saludos

agosto 05, 2008 6:31 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

El anónimo es la shandy

agosto 05, 2008 6:32 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Menos mal que esto solo es un relato corto, y usted nunca ha sido profesor... no?

Jejeje... coñas aparte, debo decir que me han sorprendido muchísimo algunas de las reacciones y pensamientos expuestos en los comentarios. Supongo que debe ser porque yo fuí alumno de bachiller en los últimos años '60, y ya estaba encallecido de profesores como ese y de costumbres como la de cuadrarse y cantar el cara al sol antes de entrar a clase, y una vez allí, presignarse y rezar el padrenuestro antes de que te empezasen a llover palmetazos por todos lados.

Lo que se han perdido ustedes...! ríanse de la generación perdida ésa...

agosto 05, 2008 7:16 p. m.  
Blogger Vintage dijo...

Es q me salió la vena japuta, ya sabes la vengadora, jejje
pero tienes razón, salgado no necesita eso
( yo sí lo necesité)

muakkkkkkkkkkkkkk

agosto 05, 2008 7:21 p. m.  
Blogger Dante Bertini dijo...

salgado se ha enfrentado a la verdad y ha ganado a cambio tres buenas recomendaciones, a las que, si me permites, agregaré "La ciudad cuyo príncipe era un niño" de Henry de Montherland y el film Trilogía de New York de Paul Bogart.

agosto 06, 2008 12:54 a. m.  
Blogger Novicia Dalila dijo...

Sencillamente... me ha encantado. Has descrito tan bien los sentimientos del chico, que he revivido realmente mis tiempos de estudiante... Palidecer, enrojecer a la vez, alternativamente... esos nervios de cuando te pillan... ���que tiempos���
Pero sobre todo y ante todo:

��� AUPA SALGADO ���

Te dejo el enlace de la canci�n (creo que suena... es que no tengo altavoces aqu�. Aunque supongo que ya la tendr�s, por si alguien a�n no.... Un tema genial, y el v�deo impactante...

http://www.radekf.net/projekty-data/mobil/tony-melodie-vyzvaneni/mp3/cele%20pisnicky%20do%20mobilu/PINK%20FLOYD%20-%20Another%20brick%20in%20the%20wall.mp3


Un saludo

agosto 06, 2008 8:25 a. m.  
Blogger Soy ficción dijo...

Vaya, pura mala suerte. Seguro que alguien habria copiando, y bueno, tuvo que llegar hasta el... A veces las cosas se tuercen sin remedio, pero todavia queda mucho por delante, quien sabe que papel jugara el acontecimiento en la vida de ambos.

agosto 06, 2008 12:41 p. m.  
Blogger Margot dijo...

En fin, cabronazos como ese profe hay a montones, individuos que utilizan a quienes entienden por debajo de ellos para saciar su pequeñez mental y moral. Suelen ser bastantes cotidianos y por eso mismo más perjudiciales y erosivos de lo que podamos llegar a imaginar. En general encuentran pocas resistencias a su actos. Y a mí no me consuela el hecho de que exista cierta justificación en algunos de ellos por haber sido a su vez maltratados. No señor, no, las justificaciones parecen bastar hoy en día y las hay para todos los gustos. De hecho lo que más existen son justificaciones.

Y es posible que hoy en día la actitud de los chavales sea más parecida a esta que la de los profesores pero son problemas distintos. La humillación hacia los demás tiene muchos caminos y en el caso de nuestros cachorros viene dado más por una necesidad de salirse con la suya por falta de límites y referencias morales que por una necesidad de revancha ante uno mismo. Es más, dudo que esos mastuerzos tengan conciencia de sí mismos. Ufff pero cientos de psicólogos y sociólogos ya están trabajando para justificarlos, tú tranquilo...

Beso justificado, ey, algunas valen de verdad!!

agosto 06, 2008 7:09 p. m.  
Blogger Daeddalus dijo...

A mí el profe no me parece un cabronazo, aunque al final quede como un cabronazo (que no es lo mismo) y es que esta entrada es genial. Simplemente hacia su trabajo y probablemente después de eso no volverá a arrancarle una supuesta chuleta a nadie.
Yo no soy docente pero trabajo muy vinculada a ellos y rodeada de adolescentes y sé que aunque esto no diga mucho a mi favor tener ese sentimiento de querer demostrar tu posición de poder no sólo es humano sino perfectamente comprensible en muchas aulas actuales donde daría la impresión de que el juego se ha convertido en un "o humillas o te humillan".

agosto 06, 2008 7:54 p. m.  
Blogger Sibyla dijo...

Yo también tuve un profesor que usaba un barrote de silla en la mano, yo solía ser buena estudiante, pero un día, sólo un día lo usó conmigo...Me llamó por mi apellido y mientras me acercaba, sentía que las piernas no me respondían, me pidió que extendiera el brazo y que colocara la palma de mi mano boca arriba, sin bajarla, a mi me temblaba todo el cuerpo, pero fuí fuerte y no lloré ni gemí, para mi sorpresa cuando me golpeó con el trozo de madera, el palo se partió en dos partes! y juro que no sentí el más mínimo dolor. Enseguida el profesor me dijo que me sentara, pronunciando mi apellido, y se le quedó una cara...de susto y asombro.

Bueno tu post me recordó ese momento de mi vida.

Saludos lagarto:)

agosto 06, 2008 9:43 p. m.  
Blogger Antígona dijo...

A mí, personalmente, doctor Lagarto, este profesor apodado Lagarto me parece un auténtico psicópata por el modo en que disfruta de su posición de poder, por el placer que obtiene al ejercer ese dominio sobre sus alumnos. Nada de esto forma en sí mismo parte del ejercicio docente. Obviamente, un profesor tiene que gozar de autoridad ante sus alumnos. Pero diría que la autoridad que avala a un profesor, y que debe ser reconocida por sus alumnos, no necesariamente tiene que ver con el poder, ni tampoco con el dominio. Mucho menos, como ha comentado ya dama Shandy, muy acertadamente en mi opinión, con el abuso de poder. Pues toda humillación proveniente de una instancia de poder se ejerce, me parece, no desde el poder legítimo, sino desde la ilegitimidad de su abuso. Si el profesor Lagarto busca la humillación de sus alumnos, es porque no tiene en absoluto claras las fronteras entre el poder relativo que emana de su autoridad y el abuso de poder. Algo que, posiblemente, les ha sucedido a tantos profesores y que tal vez aún siga sucediéndoles a muchos.

Lo humaniza, sin embargo, destituyéndolo de la posición de psicópata, la sonrisa congelada en sus labios al leer públicamente la presunta chuleta de Salgado. Pero entonces ya es demasiado tarde. Tarde para arrepentirse y mucho más tarde aún para Salgado, cuya intimidad ha quedado al desnudo, irreversiblemente, por el abuso de poder del profesor Lagarto, por su ceguera ante los límites que el puntual ejercicio de su poder, e insisto, sólo justificado por su autoridad, debe poseer.

Creo que la enseñanza no puede lograrse por medio de la humillación y el miedo. Y que el miedo nunca debe ser confundido con el respeto. Pero este desgraciado que es el profesor Lagarto parece no entender de tales distinciones conceptuales tan esenciales para su profesión.

Me gustaría pensar que algo ha aprendido de la desmesura en la que ha desembocado su abuso de poder. Que la sonrisa congelada en sus labios alguna repercusión tendrá sobre su modo de proceder en el futuro. Como también me gustaría pensar que Salgado vive ya en un mundo en el que su homosexualidad no será objeto de burla. Me temo que tengo una noche un tanto naiv.

¡Un beso, doctor Lagarto!

agosto 06, 2008 11:32 p. m.  
Blogger Aprendiza de risas dijo...

¡¡Joder niño, me ha encantado esta entrada!!
El disco The Wall me chifla, suena en mi casa bastante a menudo y en este caso, pone ameniza tu escrito de una manera genial.

Yo soy profe pero de niños más pequeños y te puedo asegurar que cuando veo copiar a un niño en clase ME ALEGRO por él, porque por lo menos algo de eso que está escribiendo seguro que lo retiene en su memoria, seguro que aprende algo que sin copiar no lo conseguiría.

En mis épocas de estudiante copié algo, no demasiado, sudaba, lo pasaba francamente mal y siempre, SIEMPRE, copié en asignaturas cuyos profesores eran unos lerdos incompetentes que no conseguían engancharme lo suficiente para estudiar sus materias.

Besos,

agosto 06, 2008 11:43 p. m.  
Blogger Miss.Burton dijo...

Aquí la copiona, estafadora, experta en chuletas... en fin, que me vi reflejada, pero mi suerte no fué la misma. Recuerdo que hacía maravillas con los bolis bic, me escribía con la punta del compás todos los temas, era un digno trabajo... y bueno, aprobé historia con ese arte...
El relato es brutal. Nace, crece, se desarrolla, y no muereeeeeeeee¡¡¡¡¡¡¡¡¡
Ese profesor, está en los años de todos los que pasamos por el cole... una putada, pero oye, ley de vida, el que juega... o pierde, o gana.
Un besazo, lagartijo¡

agosto 07, 2008 1:52 a. m.  
Blogger la ventana dijo...

notable, muy pink floydesco...
me acorde justamente de todo the wall, yo nunca tube profes asi, menos mal, ni menos que pegaran, agradescohaber nacido en mi epoca, en que ya se había decidido que no corresponde pegarle o ridiculizar a alguien a quien estas formando, este tipo de experiencias las he venido a tener en la universidad, donde todavía hay quien se cree superior, pasa mucho entre los profes de guitarra sobre todo, es una lastima, pero es lo que hay
en fin saludos, para variar notable

nico

agosto 07, 2008 4:46 a. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Fantástico, lagarto¡ porque yo no estaba en la clase que si no..., ese profesor Lagarto (que seguro que es un mote porque tiene la piel fría y la cabeza caliente) se las hubiera tenido que ver conmigo¡

Viva Salgado¡

agosto 07, 2008 12:08 p. m.  
Blogger MK dijo...

Cámbialo a clase de química, cambia a Ramón por Rosa , enlaza desde la sombra del profesor proyectándose sobre el folio en blanco (he sido , soy y seré el resto de mi vida , de letras)...y una mano nudos y firme que desciende sobre el piupitre y sujeta sin mediar palabra , mi muñeca , mi mano ya sólo con un hilo de vida , paralizado el flujo sanguíneo , creyéndose descubierta a punto de rendirse y darse la vuelta para mostrar , sin resisténcia , la lista de formulas , valencias , equivalencias y todo lo que un rotulador de punta fina y yo hicimos caber desde la punta de las yemas hasta la cara interna de la muñeca.

Ni tan solo sabía entonces que existían frases tan rotundas y conmovedoras como el "Preferiría no hacerlo"...
Mi mano seguia elevándose , ofreciendo todavía el dorso sujeta por aquella otra mano , la del profesor...podía ver perfectamente lo que iba a suceder en los próximos segundos , minutos , horas , y semanas que quedaban hasta la recolección de las notas de fin de curso. Todos conocíamos lo tajante que era el Sr Salort con los copiantes...
El meticuloso Sr. Salort, puntual , impecablemente puntual...y que por esas indescifrables cosas del destino , esa mañana habia olvidado su reloj de bolsillo en el galán de noche de su casa...y que de pronto al acordarse , vió un flamante casio fucsia , en la muñeca de esa alumna desastradilla , su manita apoyada al lado del folio en blanco .Esa muñeca y esa esfera de reloj que acercaba hasta sus lentes de aumento para comprobar y gritarle a todo el mundo , antes de depositar amablemente , otra vez la mano de la alumna en la mesa:
...Señores espabilen que quedan veinte minutos de examen...

...y vaya si espabilé...!

Desde entonces las chuletas las pasé al dobladillo de la falda y de rodilla para arriba.

agosto 07, 2008 1:24 p. m.  
Blogger tan versátil como acústica dijo...

para examinar y que no copien nada mejor que la paranoia sencilla:
- si los veo copiando, no les diré nada, pero haré una marquita en la lista y lo sabrán después.

pálidos se ponen, pobrecitos.

agosto 07, 2008 5:08 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Hola Yo (qué difícil dirigirme a ti así :) ). Supongo que a los quince años no se tiene la idea del respeto al trabajo de los demás. La verdad es que yo, ahora, cuando recuerdo cómo puteábamos a algún profesor de poco criterio, me da bastante vergüenza. No me extraña que sea una de las profesiones que más bajas laborales provoca. Gracias a ti!


Lui, mucha gente duerme con el ventilador puesto. Pero a mí ese run-run mecánico no me ayuda a conciliar el sueño precisamente. Pero lo que da dolor de cabeza de verdad es lo mío: el vecino de arriba está levantando todo el suelo y desde las nueve de la mañana hasta la tarde tengo una taladradora sobre mi cabeza. Es desesperante. Ay.


Arcángel, el profesor tirano es todo un clásico en la infancia de (casi) todos nosotros ¿no?

agosto 07, 2008 6:47 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Bueno, Shandy, yo creo que este profesor está enfermo de poder. Expresas muy bien todo lo que motiva a este personaje, y tienes razón en que el abuso de poder no es exclusivo de este colectivo. Cualquier persona a la que se le pone una gorra y se le da el derecho de ejercer poder sobre un semejante puede caer en esta enfermedad (profesores, porteros, policías, padres incluso)

No era mi intención entrar a valorar todo el sistema educativo con este breve relato, como sí hace la canción de Pink Floyd. Creo que ese tema es un poco más complicado. En cualquier caso, lo que tenemos en las escuelas es una fábrica de piezas válidas para la máquina social. Y la máquina necesita “carne picada”, y no seres pensantes libres.

Muy interesante tu comentario, Shandy. Saludos!

agosto 07, 2008 6:48 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Carrascus, yo soy de la escuela de los setenta y primeros ochenta; tenía ocho años cuando Franco murió. Nunca canté el Cara al sol, pero sí vi hostias de profesores a alumnos alguna vez. Supongo que ahora se consideran más valores en la educación aparte de la lista de los reyes godos. Algo ganamos, pero está claro que con efectos secundarios tremendos.


Bolero, espero que tu venganza no fuese muy agresiva :) la capacidad que tiene un adulto con poder (maestro o padre) para amargar la infancia de un niño es absoluta. Besos.

agosto 07, 2008 6:49 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Cacho de pan, no conocía esa obra de teatro. He buscado referencias y he encontrado poquísimo por la red. Pero tomo nota. La película que propones, en cambio, sí la conozco. Como películas de temática gay, aparte de ésta que mencionas y la que he puesto yo arriba de Jonathan Demme, me encantó aquella super-británica Maurice, de James Ivory. Saludos!


La canción es estupenda, Novicia, sí. supongo que eso de palidecer y enrojecer alternativamente es un síntoma de verdadero pánico. Realmente la infancia no es una época tan maravillosa como pensamos muchas veces. Un saludo!

agosto 07, 2008 6:50 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Nausicaa, me gustaría que, en el futuro, este examen pesara más sobre el profesor que sobre el alumno. Mientras al segundo se le abrirá un mundo más consciente y real, el primero no tendrá más remedio que replantearse cuál es su papel ante los chicos.


Margot, supongo que todos tenemos justificaciones, experiencias traumáticas, causas sociales o históricas... pero al final todos estamos solos con nosotros mismos creando el mundo en cada acto que realizamos. No, no deberían valernos las justificaciones, sino los hechos. Las referencias morales de las que hablas las tenemos que ir creando. Si los chicos no las tienen hoy en día, es culpa de todos nosotros, no de nuestras justificaciones. Besos!

agosto 07, 2008 6:51 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Daeddalus, el profesor hacía lo que creía que era su trabajo, sí. Pero la autoridad choca con el abuso de poder. Las fronteras son a veces muy difusas entre lo bueno y lo malo (“The road is dark / and it's a thin thin line”) y no es fácil tratar con una manada de adolescentes. No juzgo la labor docente en general, para nada. En todo caso el abuso de poder y el olvido de que un supeditado a una autoridad es, además, un hombre con derecho a la dignidad.


Sibyla, han cambiado esas cosas, sí. yo también viví esos tiempos, pero en mi colegio era una regla de madera lo que se usaba. En cambio hoy, creo que es delito hasta que un padre de un cachete a su propio hijo. Para mí, el asombro es parecido. Saludos!

agosto 07, 2008 6:52 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Doctora Antígona, el poder embriaga más que cualquier otra pasión, ya lo decía Shakespeare, y antes de Shakespeare ya lo hicieron los griegos. El poder lo ejerce Bush, pero también la madre superiora de un convento, el jefe de un departamento de ventas, el portero de una discoteca o, por supuesto, el profesor ante el examen. Creo que la clave está en la separación que usted propone entre autoridad y abuso de poder.

Pero dejarse arrastrar por la pasión de poder no implica ser sensible a sus consecuencias negativas y tomar conciencia de ello, como ocurre al final de la historia. De alguna manera me recuerda a un capítulo de Doctor en Alaska, en el que Fleichmann descubre que le gusta la sensación de cazar y acaba confesando a Maggie “me gustó ir de caza, me gustó la sensación de disparar, de matar. Lo que no pude soportar fue la muerte”. Creo que esa contradicción aparente reside en muchas de nuestras actuaciones. ¿Ha visto usted ese capítulo, doctora Antígona? Yo estoy seguro de que ambos, alumno y profesor, han aprendido mucho en ese examen.

Un beso, doctora Antígona!

agosto 07, 2008 6:53 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Aprendiza, a mí me encanta Pink Floyd también. Tienen un poder enorme para sugestionarme y estremecerme. Me gusta The Wall, pero me quedaría antes con Whis you were here o Dark side of the Moon. Yo no soy profe, pero he sido estudiante. Y he visto chuletas tan, tan elaboradas que no me cabe duda de que el copista en cuestión hubiera tardado menos en estudiarse los temas. A mí me sudaban demasiado las manos para copiar. No valía para eso :) Besos


Tremends, ¿disfrutabas de la tensión de saltarte las normas? Tiene que haber algo freudiano en eso también :) lo de los bic se puso muy de moda, sí. Había verdaderas obras de artesanía dignas de un museo, que se pasaban de un curso al siguiente... debería existir un museo, sí! Besazos!

agosto 07, 2008 6:54 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Bueno, Nico, la Universidad tiene sus propias patologías. La soberbia, por ejemplo, pasa a ser tan alta en determinados casos que debería estudiarse en clínicas especializadas. Suerte y distancia con todos ellos :) Saludos!


Los Pasos, el mote podría encajar por la frialdad de su sangre, sí. pero quizás también por los ojos siempre abiertos y fijos, quien sabe :) En nuestros tiempos la rebeldía del alumno era algo muy difícil, no había costumbre. Hoy en día es distinto. En determinados institutos los profesores deberían entrar con escolta. Viva Salgado, si. Y mucho ánimo en esta sociedad homófoba y católica que le espera.

agosto 07, 2008 6:55 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Mk, qué alegría verte de nuevo. Espero que todo te esté yendo bien.

La verdad es que todo el relato está escrito a partir de esa famosa frase del Bartleby de Melville “preferiría no hacerlo”, que era la razón del ciberconcurso al que se presentó.

La técnica de la falda era muy discriminatoria. Los chicos no podían utilizar su sexualidad de esa manera. Siempre pensé que lo justo hubiera sido que los profesores hicieran desnudar a todas las chicas antes de hacer el examen ¿no? Qué pocos exámenes hubiera aprobado yo entonces :)

Besos

agosto 07, 2008 6:57 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Tan Versátil, como técnica es más apropiada, sin duda. Pero el profesor que opta por esta técnica pierde la posibilidad de ejercer el poder del temor. Los psicópatas no estarían muy interesados ¿verdad?

agosto 07, 2008 6:58 p. m.  
Blogger Margot dijo...

Ummm, señor Lagarto, no cree que ese "todo nosotros" no encierra una justificación en sí misma y para colmo bastante difusa?

Y no, verá, yo me puedo sentir responsable de muchos males de este mundo pero no de ese, de la existencia de botarates y asociales irrespetuosos. La existencia de ALGUNOS de ellos no me señala a mí con el dedo. La infantilización de la sociedad y sus consecuencias es algo que he procurado evitar, en mi vida y la de los cachorros que me han rodeado, que aún lo hacen. Exige esfuerzo, tiempo y disciplina y tal vez sea necesario plantearse algo tan evidente antes de ponerse a traer seres humanos a este mundo. No son códigos de barras, señor Lagarto, (ya, ya imagino que lo sabe) ni un anuncio de Prenatal, son seres humanos que el día de mañana serán adultos y a los que hay que formar para hacer que este cotarro sea mas llevadero. De momento no parece que lo estén consiguiendo, no?

Cachis, ya lo sé, ya derivé el debate y me enrollé... su blog me lo provoca! Jeje

Más besos!

agosto 08, 2008 9:36 a. m.  
Blogger dany dijo...

guau, cuantas historias guardan las aulas....los profes de primer año siempre dan miedo, va todo en primer año de miedo...jiji.me encanto...la cancion y la peli que nombras son de mis favoritas ..un beso

agosto 08, 2008 8:30 p. m.  
Blogger NoSurrender dijo...

Margot, con ese “todos nosotros” quería decir que no somos islas, que todos nos relacionamos con todos y que todos influimos en todos. De pequeño, yo quedé fuertemente influido por mis profesores, por mis padres, por mis compañeros, por los anuncios de la tele, por lo que leía, por todo. Así que todos deberíamos ser conscientes de que somos el mundo que ven los demás. Que tenemos el poder de mostrar un mundo diferente y así cambiarlo mínimamente. Como ves, hablo en términos muy generales. No pienso que podamos aportar más que un grano de arena.

Y mientras nuestros políticos piensen (y me temo que con razón) que la educación nos importa menos que las Olimpiadas, seguirán hablando más de deporte de enseñanza.

Más besos.





Hola Dany, no todos los profesores dan miedo. Depende del carácter de cada uno. Pero, eso sí, su poder es inmenso en niños que están sin formar. Gracias por pasarte por aquí.

agosto 09, 2008 12:44 p. m.  

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