Todas las hojas están secas
Siempre. Cuando llega el otoño y el verano empieza a difuminarse en la memoria como un sueño al despertar. Siempre. Cuando el frío asoma por la ventana con la certeza de que perdurará en el tiempo hasta que seamos unos meses más viejos. Cuando el invierno de nuestro descontento asoma, siempre viene a mi cabeza el sueño de California. Como un grito atávico y sin sentido, rodeado de guitarras en acorde de La menor. Como una canción que parece escrita por un mago dual, que me provoca emociones enfrentadas que se envuelven a sí mismas. Frío y calor, melancolía y alegría, fuerza y debilidad, distancia y cercanía. Un sueño cálido en una noche de invierno que aún no ha llegado en su gris plenitud.
Escucho el sueño de California y siento como la vida pasa por otro lado, llamándome a gritos en coros en canon, que se montan sobre la melodía principal como el abrazo de una amante en una noche de lluvia en el alfeizar de la ventana mientras la ciudad duerme.
Hace algunos años el trabajo me llevó a pasar dos semanas en Río de Janeiro. Mediaba el mes de febrero y nevaba copiosamente en Madrid cuando mi avión despegaba su vientre del suelo helado de mi ciudad para llevarme hasta Brasil. Cuando aterricé en el aeropuerto de Galeão, el sol de verano quemaba mi piel y mi mente. Me quité el abrigo, me quité la chaqueta. No me pude quitar la mente.
Nada más llegar al hotel bajé a la playa de Ipanema, tenía por delante algunas horas antes de mi primera reunión tropical. Y conservé, durante toda mi estancia, la costumbre de bajar a la playa cada día antes de empezar las vacías reuniones que justificaban aquel extraño y revelador viaje. Hacía calor, un calor certero que se mezclaba en mi alma incierta y me hacía sentir bien.
Cuando la agenda de trabajo quedó completada llegó el momento de regresar a Madrid. Pagué la cuenta en la recepción del hotel y me subí a un taxi para ir al aeropuerto. Cuando el coche estaba empezando a marchar, vi al chico de recepción correr hacia el vehículo. “¡Eh, señor, señor!”. Bajé la ventanilla y le miré. “Olvida su abrigo, señor”. Cogí el abrigo como si se tratara de un ornitorrinco, con una completa sensación de lejanía y extrañeza hacia esa prenda pesada, incómoda, desagradable, dolorosa en su esencia y en su forma. Cuando llegué a Madrid estaba nevando y los ojos se me llenaron de lágrimas mientras mi cuerpo entraba en otro taxi camino de una vida que ya no era la mía y mi cabeza volvía a ese viejo sueño de California.
Todas las hojas están secas y el cielo es gris
He salido a dar un paseo en este día de invierno
Estaría tan cálido y protegido si estuviera en L.A.
El sueño de California
En este día de invierno.
Entré en una iglesia y recorrí todo el pasillo
Me arrodillé e intenté rezar
Ya sabes que al sacerdote le gusta el frío
Él sabe que me quedaré aquí
Soñando con California
En este día de invierno
Todas las hojas están secas y el cielo es gris
He salido a dar un paseo en este día de invierno
Si no se lo hubiera dicho a ella me podría ir hoy mismo
El sueño de California
En este día de invierno
Un libro para un día de invierno: La carretera, de Cormac McCarthy
Una película para un día de invierno: Cowboy de medianoche, de John Schlesinger
Una canción para un día de invierno: Last rose of summer, de Tom Waits
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50 Comments:
Yo no tengo ese amor universal por el verano. Me agobia, el verano. Me deprime. Me tira.
Prefiero un intermedio, un otoño tímido, una primavera orgullosa.
A mí me ha pasado en un par de ocasiones como tú. Lo mío fue un viaje a Nueva york para ver a una prima que vive por allí. Era invierno y estaban a diez bajo cero. Tras un gélida semana me propuso, porqué no vamos a República dominicana? La mañana que salimos hacía siete grados bajo cero, pasadas tres horas estábamos en el aeropuerto de Santo Domingo a treinta y cuatro grados, casi me da un sofocón!!!Volver a Madrid tras quince días en playas de ensueño fue peor, había una niebla espesa y no se veía nada, parecía que había llegado al purgatorio la temperatura menos uno... Un saludo!
Me has hecho recordar el regreso de mi viaje de recién casada, hace ya 15 años. Ese día si que fue cómo pasar de verano a invierno, de golpe y porrazo. Del caluroso clima Caribeño de la hermosa Cartagena de Indias, pasamos al lluvioso y triste día que nos esperaba en el aeropuerto de Bilbao. Allí estaba mi cuñado, quién nos dio la noticia de la muerte de un familiar, cuyo funeral se celebraba ésa misma tarde, de hecho tuvimos que desplazarnos directamente a la Iglesia dónde se oficiaba el responso. He de decir que apenas conocíamos al difunto, y recuerdo que decidí ir soltándome, durante el trayecto en coche, el peinado trenzado con bolitas de colores, que traía a modo de “souvenir”, me parecía una falta de respeto aparecer así, tan morena y “colorista”…, recuerdo ése día cómo triste, extraño y bastante surrealista…
Cuantos recuerdos de mi niñez me trae ésta preciosa canción que siempre sonaba en el tocadiscos de mi hermano mayor..., medio enamoradillo estaba mi hermano de Michelle Phillips... Ahora, siempre llevo la estupenda música de The mamas & the papas conmigo, es una gozada escucharlos.
Que precioso tu otoñal post, Nosurrender
Besos guapo
Te escucho oyendo a Steve Forbert, que es un poco como estar en otro país, y creo entenderte. Es el famoso cambio de chaqueta... no te das cuenta y te ves inmerson en otra historia, ajena a la de siempre, vuelas, escapas... y el choque tremendo final, la vuelta a la realidad, siempre duele, y mas de un lugar cálido y tan distinto de nuestro Madriz, a días nevados, y grises, casi negros, que evocan de todo menos recuerdos alegres.
Seguro que con lo romántico que eres, o por lo menos a mi me lo pareces, pensaste un sg o dos en quedarte... Fijo.
Piensa que hay viajes también muy fructíferos y casi gratuitos, de la mano de cualquier persona que valga la pena, y uno tenga cerca. Y hay sonrisas que nos devuelven a otros mundos mejores...
Te dejo que esta noche estoy intensa y pasada de nostalgias. Y tu... también contribuyes con las tuyas a evocar mis viajes donde también yo casi perdí el abrigo, digamos que olvidé de quien era, que esa persona ya no existía...
Un besazo, poetazo, hoy me ha encantado el tono tan roto de tu post...
Tus palabras me han recordado a los protagonistas de la novela "en el camino", esos tipos mitad ángeles, mitad pordioseros dementes...Buscando no se sabe qué...
A mi la llegada del invierno me hace buscar respuestas...
un abrazo
La canción de tom waits es preciosa, una de mis preferidas
El texto de hoy es sencillamente precioso.
El invierno me gusta pq me recojo con mi hija en la bodega encendemos la lumbre y las dos acurrucaditas nos quedamos dormidas
Pero la primavera es lo mio amigo, la primavera me desata, me reinventa cada año, hace q mis neuronas se espabilen de la languidez del invierno y eso no tiene precio
Muakkkkkkkkkkkkkkkkkkkkk
Con retraso felicidades.
Yo debo ser un bicho raro, porque me encanta el invierno, el frió, la lluvia, las tormentas, el color de las hojas en otoño, la niebla, los cristales empañados, el olor a leña….
El verano me agota, el calor me abruma y el sol prefiero tomarlo a la sombra.
El otoño y el invierno me parecen las épocas más propicias para el encuentro, la amistad y todo lo que tenga como principal ingrediente la cercanía y el contacto; compartir el frió me resulta más agradable que compartir el calor.
Recuerdo un viaje desde Guatemala a México en canoa por el rió San Pedro, parando en los ranchitos para comprar refrescos y cerveza, los servían en bolsas de plástico (el envase era muy valioso) atadas alrededor de una pajita con hielo (la cerveza también), a la primera chupada ya no quedaba hielo, solamente un caldo horrible que irritaba la garganta. Afortunadamente el paisaje merecía la tortura canicular.
Y también recuerdo Pekín a 15º bajo cero, comprando moniatos en el mercado para calentarnos las manos, el paisaje era sobrenatural, todo tenía una especie de alo cristalino y mágico, una increíble estela de vaho rodeando los restaurantes y la gente mostraba una imagen tan irreal, que parecía mas propia de un sueño que de algo tangible.
De ser posible no me importaría cambiar tus inviernos por mis veranos.
Besos (muy, muy fríos)
Pues yo no he tenido nuca ese sueño de California pero si recuerdo perfectamente aquel viaje en autobus de cawboy de media noche y la musica tan maravillosa y la tos...
Pues nunca he querido ir a otro sitio o quedarme en otro sitio, si supe siempre donde no queria acabar estando que es donde estoy.
Prra vida.
Besos
Escuchando The Mamas and the Papas releo tu post, me hace recordar tanto mi juventud como un espléndido viaje que hice con mi mujer a Rio; ver la gente, casi desde el amanecer disfrutando de la playa, desinhibidas cariocas(os) luciendo hermosos cuerpos dorados por el Sol y derrochando su festivo espíritu, fue inolvidable.
Saludos.
Pues yo en realidad creo que soy un excéptico de los que piensan que como en casa no se está en ningún lado... aunque a veces el nuevo día te reciba, como hoy, con un pequeño terremoto.
El frío invierno de Nueva York hacía añorar a John Phillips los años que pasó en California con The Kingston Trio y The Journeymen. La primera vez que pisaron esta ciudad, en 1962, Michelle se asombró al ver nevar. Salieron del hotel a pasear y a intentar disfrutar de esta nueva sensación que ella experimentaba, pero la falta de ropa adecuada hizo que en lugar de pasarlo bien la chica estuviese tiritando y helada hasta los huesos, por lo que se refugiaron en una iglesia buscando calorcito y pensando en el brillante sol y los cielos azules que habían dejado atrás. Cuatro años después la primera tormenta de nieve de Michelle Phillips hizo nacer el mito de “California Dreaming”.
El invierno es mi oasis, se que no es una opinión muy compartida, pero prefiero la sensación de resguardo, de protección que ofrece toda la parafernalia invernal.
Esta experiencia tuya, me ha traído a la memomoria el regreso furtivo que vivimos mi familia cuando regresamos de Centro América a Barcelona. Mi padre mantuvo una monumental bronca con su jefe. El jefe le despidió y nos mandó a la policía a casa. Nos dieron 24 horas para abandonar el país porque con el contrato de trabajo vencía el visado de permanencia. Recuerdo a mi madre exclamar cuando recibió la cruel noticia: ¿Qué ropas nos vestiremos al llegar a la madre patria?. Sé que estaba féliz de poder regresar al terruño y que su preocupación por la renovación urgente e imperiosa de nuestro fondo de armario, nutrido de trapos exclusivamente veraniegos, era su manera de protestar por tantos años vividos en un país extraño para ella, un país con un verano perenne que aborrecía. Mi impresión fue muy otra. Tenía doce años cuando llegamos a Barcelona el invierno más nevado de la historia de la ciudad condal. Pisé con mis sandalias la nieve de un palmo de alzada y la sensación desangelada, gélida, la meteorológica, pero también la afectiva no me abandonaron durante mucho tiempo. Todo me pareció frío y distante. Por más que se esforzasen las gentes de mi entorno en prodigar amistad, afecto y calor, a mi se me antojaban seres de hielo. ¡Hasta mis padres se me empezaron a antojar remotos, lejanos, como muy ajenos a mi.
Creo que esta sensación, síndrome de Ulises lo llaman, es la que sienten las personas que se ven obligadas a dejar su país para buscar mejores oportunidades en otra parte. Creo que quien más lo sufre y padece es el oriundo de tierras cálidas. El que del calor pasó al frío, sin un otoño o primavera intermedios posibles.
Por eso, cuando mis vecinos dominicanos ayer mismo me dijeron que se mudaban a otro piso más grande, con calefacción, "Doña, el piso tiene calefacción", sentí por ellos una alegría inmensa, la misma que sentí cuando mi madre me compró mi primer abrigo de niña preadolescente, mis primeras botas, guantes, bufanda, gorro de invierno. Vivir el invierno desabrigado debiera combatirse en cualquier frente. El fondo de armario de cada quien, surtido con prendas de las cuatro temporadas, debiera ser motivo de artículo y doctrina de toda carta de derechos humanos y constitucionales. Y el frío siempre se coge por los pies, mecachis.
Me gusta como escribes, nosurrender. Bonito post, y estupenda canción.
Gemmayla qué bien escribes. Me ha encantado ese recuerdo.
"entraba en otro taxi camino de una vida que ya no era la mía y mi cabeza volvía a ese viejo sueño de California."
Es una frase con mucha fuerza y, sin embargo, una paradoja, convirtiendo en verdadera vida aquello que sólo quedó en sueño.
Saludos
Puede que todas las hojas estén secas, pero siguen cayendo año tras año.
Besos orgiásticos
A mi cada año me ocurre lo mismo. También estuve en Rio en invierno, el retorno es complicado. Ahora mismo estoy en Chile, empezando la primavera, y el regreso al otoño va a ser complicado.
Estupendo el comentario de Gema.
Las lagrimas fueron borradas de mi rostro al caer sobre él la fría lluvia otoñal en el trayecto desde el avión a una jardinera de Barajas.
Me dejé algún sueño en La Habana. No volví a quitarme el abrigo.
Gran canción.
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A mí me bastaría con poder ver el mar todos los días, así el túnel que es el otoño (bello pero la antesala del invierno) sería bastante más tolerable.
Un besito,
Nosurrender, veo que el otoño te está afectando seriamente... ¡¡Bienvenido al club¡¡¡
No puedo imaginar un inicio del día mejor que un paseo por una playa. Daría algo por tener el mar delante de mi ventana cada día. Es lo que nos falta en el foro...
Un beso y buen finde Nosu (K)
Bien por Tom Waits!!
Verás... no termino de entrar en situación, aquí aún hace bastante calor de día, aunque refresca por las noches.
Aún no han empezado a caer las hojas, aunque el ritmo de los días y las noches empieza a hacer mella en algún lugar entre el cerebelo, el músculo bombeador y la vesícula biliar...
Resistiremos otro otoño como campeones. Que no se diga.
Un beso.
Arcángel, la verdad es que los días más tórridos del mes de agosto también me quejo del verano. La cuestión es quejarse, supongo :)
Moderato, supongo que muchos hemos vivido esas experiencias en los viajes largos. Lo que pasa es que aquel frío de Madrid era toda una metáfora para mí en aquellos días.
Diciembre, no en todas partes los funerales son tan negros y tristes como en España. Si hubieras tenido que volver a México, por ejemplo, habrías encontrado una fiesta alegre en el funeral. Ahora me estaba acordando que una vez, en Dublín, el padre de un amigo mío estaba muriendo. Cuando al fin murió, vino su madre y le dijo “G, papá ha muerto. Ve a comprar cervezas” En fin, distintos países, distintas costumbres. Besos.
Tremends, el choque fue brutal. Con el paso del tiempo comprendí que aquél fue el capítulo Uno de mi divorcio. A veces es necesario irse muy, muy lejos para poder ver con nitidez las cosas. A veces, no es que en la distancia nos olvidemos de quienes somos, sino que nos damos cuenta de que lo habíamos olvidado hace tiempo. La hipermetropía, digo yo :)
Roberto, si te refieres a la novela de Kerouac, sí. Creo que a veces nos sentimos todos así de perdidos. Si las respuestas, como decía Dylan, vuelan en el viento, entonces el invierno madrileño es un buen momento para buscarlas, sí :)
Tom Waits es siempre una garantía, Bolero. Me dio mucha rabia no poder haberle visto en San Sebastián este verano. Hay una palabra en inglés que define exactamente la sensación que te produce el invierno con tu hija y el calor del hogar; “cosy” Es curioso que en español no tengamos una palabra exacta para definirlo. Besos!
Gracias, Petita. También le puedo encontrar el puntillo a todo eso, como en un cuadro de Caspar Friedrich. Pero mi cuerpo se adapta mejor a la languidez, sensual incluso, del verano. Pero supongo que todo tiene un límite, claro. Y esa manera de beber cerveza no es la que más disfruto :) Besos!
Churra, es una gran película ¿verdad? Muy deprimente y muy humana a la vez. El frío que pasa Hofman en Nueva York traspasa la pantalla y se mete en todos nosotros. Yo no me voy a quejar de Madrid, tengo demasiados enganches. Pero a veces echo de menos el sur en los inviernos. Besos.
Carlos, lo de las chicas cariocas también influye, claro :) Anima mucho la vista en Ipanema ver esos cuerpos dorados en esos rostros alegres. Y la samba, eh! :) Saludos!
Carrascus, espero que el terremoto no os asustara demasiado. Creo que nunca he sentido uno en Madrid. Conocía la historia de la canción, y todo lo que contaste en tu blog sobre la banda (http://www.blogin-in-the-wind.es/2007/02/07/he-vuelto-a-verla/ ), pero morbos aparte, sólo quería contar las sensaciones que me produce el tema. Ay, qué dolor tener que estar casado con Michelle Philips, no me extraña que le inspirase a John tantas emociones.
Me ha impresionado tu historia, Gemmayla. No quiero contar más anécdotas, pero tuve una conversación en Río con un taxista que había trabajado en Alemania. Recuerdo cómo hablaba del frío y lo imposible que le resultaba entender que había que vivir así. Gracias por lo escrito!
Gracias, Raquel. Pero es mejor la canción, eh :)
Tesa, es una frase con todo el sentido. Es más, es el gran sentido de todo lo que no se cuenta en esa historia. Eres muy hábil ;) Saludos
Ella, eso es lo único que anima. Que pasa todos los años. Que volverán las oscuras golondrinas, sí, pero también el dolor del sol en los ojos y las sandalias y las chicas en camiseta y el olor del césped regado. Y la vida. Besos lascivos!
Frikosal qué envidia me entra de tu parte del mundo en esta época del año en que la primavera llega. Eso sí, recuerdo también un septiembre horrible de frío en Santiago de Chile, hace aún más años, también por motivos de trabajo ;)
Brisuón, como le decía a Tremends, a veces hay que salir muy lejos para vernos mejor. La Habana es uno de mis destinos pendientes. Salud!
Los Pasos, qué pesados nos ponemos los madrileños con el mar ¿verdad? Yo lo necesito de vez en cuando, sea invierno o verano.
Y eso que aún está empezando, Dalila :) No, en serio, este invierno será mucho mejor que aquél del que habla el texto. Empezar el día bajando a la playa antes de ir a trabajar está muy bien... para dos semanas, ¡que hay que madrugar mucho! :) Buen fin de semana a ti también!
Nos ha dejado usted esta vez un post un tanto melancólico, doctor Lagarto, y muy emotivo. Me ha gustado mucho la manera en que ha descrito esa sensación que nos sobreviene ante el anuncio del frío invernal de las tardes de otoño, cada vez más cortas, cada vez más oscuras, y no podemos evitar mirar con cierta nostalgia hacia la calidez y la luz del verano acabado. Por más que yo también soy de las que se queja horrores del calor veraniego :)
Pero como refleja la anécdota que cuenta, las sensaciones de frío y calidez son también estados del alma. A veces uno camina por la vida con el corazón helado, lleno de escarcha, y sólo por contraste, cuando, casualmente, le llega un rayo de sol, se da cuenta del tremendo frío al que se ha habituado. El descubrimiento siempre es doloroso. Pero con el tiempo salvador. Sin conciencia de ese frío, sin sufrimiento, no experimentaríamos la necesidad de alejarnos de él en busca de parajes más cálidos.
Yo también recuerdo fríos terribles, unos en el cuerpo cuando vivía por otros lares, otros en el alma que sufría pese a no querer ver. Los primeros a veces los echo de menos, por todo lo que los rodeaba. Los segundos, por fortuna, apenas son ahora una leve sombra en mi memoria.
¡Un beso!
Vámonos p'allá, Lagartillo!
me resistía a entrar en este otoño, pero la alfombras de hojas secas ya me metió de lleno, aún no llegó la melancolía pero andará cerca.
Esta mañana salia a la calle y sentía fresquito y estaba encantado, la verdad es que me cansa el verano, estar todo el día en camiseta y pantalón corto; la verdad es que lo que me gusta es la variedad, todas las estaciones, podes cambiar lo que pasa es que seguramente pasaremos del verano al invierno sin pasar por el otoño que es una estación que me mola. En fin creo que hay gente que no está bien nunca, yo en general si, aunque prefiero el fresquito lo reconozco.
será que me van las suecas???
Yo me pregunto porque algunas canciones me emocionan tanto, y no es porque tengan un especial recuerdo para mi, es que me provocan emociones. Me gusta como has descrito tu viaje y esa añoranza entre lo físico del viaje en si y los sentimientos vividos. Un feliz otoño.
Pues a mí me gusta este otoño en el que estamos alojados. Pero como tú dices, todo todo todo pasa.
Excepto tu buen gusto.
Besos otoñales.
Los ojos se te llenaron de lágrimas mientras tu cuerpo entraba en otro taxi camino de una vida que ya no era la tuya. Es muy poético, sí, pero sobre todo muy triste. ¿tu familia, tus amigos... sabían que no eras tú el que volvías? ¿Qué no era tuya esa vida a la que volvías? ¿Nadie te esperaba aquí para compartir tu vida real? ¿Por qué es tan fácil disfrazar la cobardía con poesía?
Doctora Antígona, la distancia y el frío pueden ser aliados poderosos para pensar en las almas y el calor para mecerlas, quizás por esa no-dualidad que nos mantiene en pie.
Hay autores muy fríos, como Rilke, que buscan un castillo dominado por los más salvajes vientos de Trieste para escribir, y otros, como Houllebecq, que buscan una isla africana para hacerlo. Ahí tiene usted también a Dylan entre los “fríos” refugiándose en las tierras altas de Minnesota y a Keith Richards entre los “cálidos” mudándose a Jamaica.
Me alegro de que ese frío del alma hay quedado atrás en su vida, doctora. Le deseo mucho calor en ese sentido.
Besos!
Sintagma, ya te pasaré mi dirección para que me mandes los billetes ;)
Gaia, en Madrid apenas existe ya el otoño. Pasamos del verano al invierno sin más. no recuerdo haber visto aceras llenas de hojas cuando la temperatura ya ha bajado a los diez grados de un día para otro. Agotador para las melancolías lentas! :)
Atikus, la variedad es buena, sí. Pero en momentos de crisis como éste el Gobierno debería hacer una Ley para que fuera verano todo el año, que nos sale más barato en ropa. Saludos!
Lobita, es que la canción es muy buena. Marcó toda una época, toda una manera de entender la vida hippie. Las canciones, cuando son buenas, traspasan la piel y nos mecen por dentro.
El lenguaje de la música es más elevado que el de la palabra, precisamente porque puede llegar a comunicar emociones que están más allá de Conceptos tan cerrados y carcelarios como las palabras “frío” o “nostalgia”.
Feliz otoño, Lobita!
Lunarroja, me gusta tu optimismo. Espero que tengas unos buenos meses por delante. Besos!
Anónimo inquisidor, sacas conclusiones precipitadas y anónimamente infames de algo que, simplemente, no tienes ni puta idea y que, además, no voy a explicar aquí a un anónimo. No deja de ser paradójico que alguien, que encima suele visitar a menudo esta página, me llame cobarde firmándolo como anónimo.
Ay, Tormento, ¡que no te había visto! En cuanto vaya a Barcelona me desquito invitándote a unas cuantas decenas de cervezas, eh. La verdad es que en Barcelona, cuando viene el viento de determinada manera en invierno, se pasa un frío del copón. Pero resistiremos, claro que sí. apuesto por tu cerebelo, tu músculo bombeador y tu vesícula biliar, que están todos estupendamente.
Besos!
buenas, buenas..como anda tanto tiempo?
es maravillosamente revelador lo que escribiste, a mi el calor me molesta me quedo con el gris del frio porque me aayuda a conectarme, igual creo que no es un tema de ttemperaturas, mas bien de lo que hay dentro nuestro..un beso
Yo es que soy mas climas fríos, qué le voy a hacer! aunque imagino que como ya se ha apuntado, lo importante es el calorcito interno, no? aunque afuera caigan chuzos de punta!!
Besos anhelando la bufanda.
Es la segunda vez que leo el texto. Me produce una sensación de melancolía arropante,como la luz del otoño. Paradojicamente mi sueño de California es un cálido invierno de Valparaíso.
Mientras leía el principio de tu texto venían a mi memoria unos versos del poeta gallego Manuel Antonio. Cuando regresa a su tierra después de un largo viaje por mar, escribe:
"Yo buscaba todos los secretos
de mis manos vacías
porque algo fue que se me perdió en el Mar.
Alguien que llora dentro de mí
por aquel otro yo
que se va en el velero
para siempre
como un muerto
con el peso eterno de todos los adioses".
La traducción es mía. En la lengua original suena mucho mejor.
El sueño de California, el eterno destino, el desarraigo. Los lugares que sentimos tan nuestros son estrategias que nuestra mente instrumenta para calmar la insatisfacción, para que los sueños tengan referencias a las que agarrarse. A mí me salieron lágrimas más de una vez al poner los piés donde pensé que no debía continuar.
La carretera es una buena elección; destroza la utopía del paraiso con un lenguaje poético. Es tan reveladora y tan cruel.
Un beso
ohh que fuerte debe ser eso de volver de brasil a una nevada madrid, a mi me pasaba de niño, en una muy menor escala, despues del verano me volvia de un soleado melipilla (el mejor lugar del mundo) a un siempre nublado puerto varas(el lugar mas nublado del mundo) era pesimo
saludos
Acá andamos entrando en la parte fría del año, Dany, ya ves :) Supongo que cada uno tiene sus biorritmos, y que cada alma, como cada plato, requiere su temperatura ideal. Besos.
Margot, te hacía yo más tropical. Más de mulatos venezolanos, y eso :P El calor interno no me falta nunca. Ahí no manda el mundo. Besos de playa desierta al amanecer de un día de verano.
Dama Shandy, está escrito con los colores de la melancolía, sí. aunque tiene un subtexto más positivo, que se esconde, tímido, y no quiere asomar. Me ha gustado mucho el poema, me ha llegado. Muchas gracias.
Nico, sólo conozco Santiago de tu país. Estuve una vez, de trabajo. No tuve mucho tiempo para mis cosas, pero disfruté de unas cenas estupendas. Recuerdo que era cuando Pinochet fue detenido en Londres por orden del juez español Garzón. Recuerdo el odio que causaba mi nacionalidad en algunos taxistas, y recuerdo el regocijo de otros por lo mismo. Tengo muy, muy buenos recuerdos de la ciudad y de los chilenos. Saludos.
Ichiara, es muy inteligente lo que dices. Pero, ¿es que los sueños no tienen, a veces, poder sobre la propia realidad? La insatisfacción también tiene sus propios mecanismos de supervivencia.
Me ha impresionado mucho La Carretera. Después de haberlo leído, siendo viendo cosas nuevas en esa novela. Dice mucho de la vida, del amor, de la inercia y de la ausencia de respuestas.
Un beso.
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