Bajo el Bulevar
Desde que supe que Carlos había salido otra vez del sanatorio me inquietaba, al pasar por su barrio, la posibilidad de encontrármelo en cualquier esquina, sentado en un banco, hablando solo frente a la iglesia o haciendo gestos amenazadores a las farolas.
De pequeños habíamos sido muy amigos. Carlos era fuerte, inteligente y con un gran atractivo para las chicas. Me las levantó una a una sin piedad: primero fue Carmen, en una excursión de fin de curso, luego Marga en una fiesta y finalmente las dos Teresas.
Era de los dos el que lo tenía todo: más facilidades interiores y exteriores, más poder de atracción, más confianza en sí mismo y en sus posibilidades, mejor posición económica y social, más cultura.
Pero la vida nos deparó pronto destinos opuestos. Mientras yo medraba en el imperio de la medianía con buenas notas, becas y alguna novia guapa, discreta y de buena familia, los médicos encontraron primero en el comportamiento de Carlos y luego en su cabeza una serie de anomalías que fueron las culpables de la progresiva destrucción de su vida.
Los excesos de alcohol con que los chicos nos regalábamos las aburridas tardes en aquella ciudad pequeña y fría, y que él convirtió en rutinarios, fueron destruyendo sin remedio sus ya frágiles neuronas hasta convertirlo en una caricatura de sí mismo, un ser al que nadie quería acercarse.
Me inquietaba siempre la posibilidad de encontrarlo y aquella tarde, al doblar la esquina por el Bulevar de los Sueños Rotos, ocurrió.
Su aspecto era tranquilo aunque ausente. Tenía ese aire excéntrico y descuidado de los borrachos que cuentan con la ventaja de una casa en la que dormir por las noches. Yo volvía de la Biblioteca, de recoger algunos tomos que necesitaba para preparar mi próxima conferencia. Venía hacia mí con su eterno cigarrillo entre los dedos, con el paso orgulloso pero desacompasado. Cuando le saludé, me miró como desde lejos. Por un momento pensé que no me había reconocido, que la medicación esta vez habría sido más fuerte de lo habitual o que la esquizofrenia había conseguido desestructurar por fin su mente. Ese segundo fue para mí un alivio, creo que solté el aire que había retenido en los pulmones al verlo.
Pero volvió de su lejanía. Me miró a los ojos, aguantó la mirada con los suyos, negros y profundos, inyectados en sangre, hundidos en enormes ojeras y consiguió hacerme sentir muy incómodo, como culpable de su situación, de la mía, de las diferencias entre nosotros, de los caminos divergentes que habían tomado nuestras vidas. Con aire socarrón bajó la mirada a mi enorme y pesado montón de libros. Luego volvió a mirarme a la cara. Sonreía y fumaba mientras yo temblaba buscando algo que decir.
Fue él quien habló. Dijo:
—Cuánto ignoras, Lagarto.
Y me volvió la espalda, dejándome allí plantado en medio de la acera, con mi carga intolerable de libros e ignorancia y con la sensación inquietante de que, una vez más, me llevaba una vida entera de ventaja.
Un libro para Carlos: Hyperion, de John Keats
Una película para Carlos: Bajo el volcán, de John Huston
Una canción para Carlos: Por el bulevar de los sueños rotos, de Joaquín Sabina
66 Comments:
El alcohol sacar lo peor de cada uno e invariablemente induce a la mentira, al engaño, a la soledad y a la autodestrucción. Por mucho que el alcoholico haga sufrir a los demás, el que más sufre es el mismo... Su dependencia le lleva a odiarse, a querer destruirse y a menos que vea la luz - no bastan los tratamientos varios que se pueden seguir para desengancharse - y con una fuerza de voluntad titánica, decida vivir.
Un beso, Lagarto
Creo que volvemos a estar en desacuerdo, amigo NoSurrender.
La verdad es que el pensamiento de que los que eligen andar por la senda peligrosa y esconderse en la oscuridad de la cara oculta de la luna nos llevan una gran ventaja en vivencias envidiables es uno de los tópicos más inasumibles que existen.
Yo me he criado en un polígono, un barrio dormitorio, y he mantenido desde pequeño una afición que me ha llevado a conocer muy de cerca a mucha gente del extra-radio vital. He visto a chavales que fueron conmigo a la escuela, que se tomaron conmigo las primeras cervezas, que jugaron conmigo los primeros partidos de fútbol entre los bloques de pisos, que escucharon conmigo los primeros discos, que compartieron conmigo cubatas y música en toda clase de antros... los he visto reconvertidos en gorrillas sin futuro, y sin pasado, porque la mayoría no se acuerda claramente de nada; les he visto reconvertidos en desechos humanos desdentados y tirados; en presos, y expresos, y vueltos a presos; en yonkis, rehabilitados, vueltos a caer; en viejos prematuros eternamente sentados en la puerta del bar, o directamente en cadáveres enterrados en el cementerio...
Y sé que no me he perdido nada.
Y prefiero, entre libro y libro, poder seguir tomando cervezas con aquellos otros que tampoco les envidiaron, y cuando aparezco alguna vez por mi antiguo barrio o por alguno de aquellos antros que perduran o por los que los han sustituido, hablar de música y de fútbol con los que también eligieron la luz de la luna llena...
No creo en el orgullo del patetismo.
¿Y sabe una cosa más? También creo que los Carlos de nuestras vidas ya tienen bastante encima como para castigarles además con una canción del ínclito Sabina. Y eso que usted ha sido suave y no la ha elegido mala.
El alcohol es peligroso, pero no afecta a todo el mundo de la misma manera. Supongo que pasa lo mismo con todas las drogas, legales o ilegales. Es triste para todos cuando se cruzan barreras determinadas.
Besos, Dalila!
Creo que a unos nos toca seguir una senda y a otros la otra. No quiero ser tan cruel con algunas de estas personas que caen en el alcoholismo; por lo general, ellos no tienen la culpa, sino la sociedad que los envuelve, enloquece y aplasta sus, a veces, sensibles y más que delicados sentimientos y conceptos de la vida. Yo caminé sobre el filo de la navaja, caminé bordeando el alcoholismo una temporada y todo lo que hice sólo me llevó a destrozar mi vida un poco más, y por consiguiente, la de mis familiares que me sufrían. Bien. Conseguí salir, conseguí reformarme, elegí el camino de las letras y me puse a trabajar en el y sigo trabajando y ya no me detendré hasta que la muerte me detenga. Los que eligen andar por la cara oculta de la luna viven vivencias sí, pero desde luego no tan envidiables como para querer arriesgarse a ellas, yo estuve a punto de morir y viví una vivencia. Realicé viajes increíbles con gente pirada y sobreviví, otros no tuvieron esa suerte... Pero tampoco soy crítico inmisericorde con esa gente, porque sé que muchos de ellos solo desean liberarse de su espíritu herido y regresar; y no, no es bueno dejar que se hundan de forma irremisible en el pozo de sus miserias porque mañana esa persona afectada puede ser tu amigo(como es el caso que relatas) o tu propio hijo. Y cuando estén ahí hay que tratar de tenderles un cable y ayudarlos a salir. Un abrazo! Sabina, siempre, excelente.
Es un texto literario, Carrascus. Como el personaje es bastante más real de lo que pueda pensar usted, le aseguro que no hay envidia ni admiración. Y sus vivencias me producen una gran tristeza. Creo que se ha precipitado usted en las conclusiones, amigo Carrascus.
Sólo hay estupor y, si acaso, un cierto orgullo humano ante la última genialidad de un enfermo, no ya sin futuro, sino sin presente siquiera. Un estupor herido, con cierta vergüenza, ante el estertor de una inteligencia admirable hundida para siempre desde hace muchos años.
Un saludo!
Te felicito, Moderato, por lo que cuentas. Renacer es una experiencia hermosa y sabia. Algunas personas no tienen la posibilidad, o la voluntad, o lo que sea, de poder hacerlo. Y llega un momento en que resulta ya demasiado tarde.
Me alegro de que a alguien le guste Sabina! :P
Salud!
Qué manera más maravillosa que tienes de contar historias.
Yo también tengo un Carlos con el cigarrillo sempiterno, la mirada perdida, vagabundo y deshauciado.
Me inquieta y me apena a partes iguales.
Echo de menos los paseos en bici, los cigarrillos primeros en la orilla del río, junto al manzano de las manzanas que nunca maduran, las preguntas sin respuestas, las conversaciones escupiendo a la corriente... antes de que nos convirtiéramos en un hombre y una mujer, en el loco del pueblo y yo.
Al final tenemos que estar agradecidos por esta supuesta cordura.
Precioso, Lagarto.
Un beso.
No, no, amigo NoSurrender, no me he precipitado en las conclusiones, precisamente he escrito el comentario anterior porque sé que el personaje de su historia es muy real. Ya le digo que yo mismo conozco a muchos.
A lo mejor en lo que sí me he equivocado es en atribuirle a usted envidia o admiración hacia él, pero es lo que me pareció que daba a entender esa frase al final de "dejándome allí plantado en medio de la acera, con mi carga intolerable de libros e ignorancia y con la sensación inquietante de que, una vez más, me llevaba una vida entera de ventaja".
Yo, particularmente, creo que la vida de ventaja se la lleva usted a él.
He sonreído con "el levantamiento de las Teresas a pares"
Un beso,
Teresa
:)
Buen relato. Además nivelazo de lectores. El problema del alcoholismo, como cualquier otra adicción, está en que el enfermo se de cuenta de que necesita ayuda. Si no es consciente de su problema y de que tiene que salir con ayuda de los demás, será muy difícil que supere el problema. La rehabilitación pasa por la aceptación de uno mismo y la confianza y el ejemplo de otros.
SAludos.
Quién no tiene, NoS, un Carlos o varios o muchos en su vida???
Para desgracia de nuestra generación, tenemos muchos. El caballo, el alcohol...tengo amigos y amigas que han desarrollado paranoias y esquizofrenia por la adicción al hachís. Y luego aseguran por ahí que es inofensivo.
Una amiga mía de la infancia, casada, con un hijo casi recién nacido, enganchada a la heroína, un día dijo a su pareja que bajaba la basura y ya no regresó más.
Este relato, NoS., - como siempre magistralmente escrito - no creo que deba interpretarse como que a estas personas debemos admirarlas porque descubrieron un tipo de vivencias que los demás no alcanzamos ni a vislumbrar, sino más bien creo que inspiran lástima, conmisceración, por ellas -por su deplorable estado -y por nosotros - que no hemos sabido nunca qué hacer en estos casos o si lo hemos intentado, no lo conseguimos.- Es una especie de frustración social la que se siente.
Cuando alguien dijo por ahí que nadie hacía nada por la cantidad de "sintecho"-homeless que crece día a día en nuestras ciudades, cambiando el panorama urbano a un paisanaje surrealista, esperpéntico, creo que sí se hace lo indecible para ayudarlos, pero a muchos, lamentablemente, los hemos perdido para siempre, sumidos como están en el pozo de la locura. No obstante, insisto, la frustración social y el desaliento general están ahí. Todos, los que tenemos conciencia y escrúpulos humanos, nos preguntamos qué está en nuestras manos hacer ante la enfermedad mental, ya sea congénita o propiciada por el uso de drogas/alcohol. Creo que sí hacemos cosas loables, pero el desaliento y la impotencia social están ahí irremisiblemente.
Creo, sinceramente, que poco más podemos hacer.Si cabe, sacurdinos la fobia y el miedo y dedicarles un poco de nuestro tiempo y cariño. Todos somos enfermos mentales en potencia.
Besos.
Lo siento pero el alcoholismo no tiene esos tintes tan románticos que leo por ahí arriba.... No es un pasear por la senda peligrosa. No es un signo de rebeldía. Es algo que mata, si no físicamente siempre, sí durante los años en los que vives en esa vorágine mata tu voluntad, tu posibilidad de disfrutar de los tuyos, de tus cosas. Mata tu relación con los demás porque tiendes a la soledad. Porque el alcohólico, en la mayoría de los casos, bebe solo. Busca la soledad para beber solo.
Yo lo he sufrido muy cercanamente durante muchísimos años y sé de lo que hablo. Por supuesto que cada uno es cada uno, pero en el caso mío, de romántico y "rompedor" tenía muy muy poco. Daría algo por no haber pasado por todo aquello, que decididamente, condicionó mi vida.
Supongo que aquellas historias enredadas con nuestra niñez siguen arrastrando las incoherencias de los más pequeños, como la de sentirse el culpable de todo lo que ocurre, porque para eso, cuando somos niños, nosotros somos el centro del universo, y por tanto causante y culpables de todo.
Yo también tenía un Carlos en mi vida, en este caso era femenino, y me tiré cuidando de su hijo 2 años, y llevándola a la sicóloga, reuniones alcohólicos anónimos, cubriéndola en el trabajo, en juicios etc...
Finalmente, cuando la ingresamos en un centro, mas exactamente el psquiátrico de Ramón y Cajal, pareció que daba la tía ya la vuelta. Pero finalmente, y de vuelta a casa, encontré 4 botellas de vino metidas en la bolsa de la ropa sucia, su hijo llorando metido debajo de la mesa, 6 años, y ella tirada en el wc. También era una mujer muy inteligente, guapísima, sobrecargo de una línea aérea importante... Pero Lagarto, hay algo, un cortocircuito en su cabeza, del que apenas sabemos nada. No podemos condenarles tampoco, porque ellos mismos si pudieran, no estarían en esa piel... Puedo jurarlo. Pero hay cosas que fallan en la azotea, y en la de Carlos y mi amiga, fallaron.
No creo que nos lleven vidas de ventaja, aunque lo de que "cuanto ignoras", es para reflexionar, pero... tampoco podemos tomar cada una de las palabras que salen de sus bocas muy en serio, esta gente, suelen ser emfermos, y como tales, la mentira patológica entra diariamente en sus vidas, y la practican con un arte que ni te cuento.
Bonito texto.
Yo pude encontrar a mi amiga, de hecho su madre me dió su teléfono para que reanudásemos la amistad, pero... fué una época dura en la que me cargué muchas cosas por estar a su lado, y finalmente, ella, no respondió. A veces, también tienen que poner esfuerzo y algo de su parte.
Ahora ya no quiero esa gente a mi lado, puedo ayudarles, pero no quiero cargarme sus vidas como mías, ya tengo una bien complicada, y llena de responsabilidades, como todos.
Fué precioso el post.
Te dejo un beso fuerte,
De todo lo que más me sorprende son los juicios continuos de los comentarios, Lagarto. Sí, no, esto o aquello...
No sé, cada cual tiene una vida, cada cual la vive, a veces bien, a veces mal, a veces las circunstancias, otras la mente sin más o sencillamente eso, la vida, la puta vida y tú quién eres para juzgar? Ni siquiera desde el paternalismo o desde la propia experiencia...
Me pareció un buen cuento, triste y doloroso, Lagarto. Y procuro juzgar sólo la maldad, la debilidad nunca o las malas elecciones, así que miro a tus personajes con cariño y un algo de empatía.
O debe ser que nunca he estado muy convencida de lo que es correcto con respecto a la vida de los demás. La mía ya me cuesta en ocasiones.
Y para colmo uno de mis poetas más admirados es esquizofrénico y alcoholico aunque por supuesto nunca me cambiaria por él pero... le admiro mucho más que a muchas personas con una vida "asentada" y de bien.
En fin, extraño es todo, a veces.
Besos de vidas.
Lagartijo, te leo y me digo que ese "cuánto ignoras, Lagarto" no iba dirigido sólo a ti.
Me incluyo en él.
Cuantísimo dice tu historia sin llegar a hacerlo explícitamente.
Besotes. :)
(La fotografía... es la Plaza Mayor de Ávila, ¿no?).
Gracias, Sintagma. La historia la escribimos juntos mi amiga K y yo hace ya algunos años. Le felicitaré de tu parte.
Tormento, tenemos suerte sí. Porque nadie está libre de la enfermedad. Ni nosotros, ni nuestros amigos ni nuestros familiares. Besos!
Carrascus, reconozco que la frase puede llevar a confusión. Me gusta la contradicción de los personajes, creo que los hace más humanos en su fragilidad. Suelo hacerlo mucho cuando escribo. Pero no es admiración, sino estupor, insisto, ante un fogonazo de humor inteligente donde ya no se espera nada. Realmente descoloca, sí, hasta el punto de reconocernos en la ausencia de genialidad y sentirnos mediocres en nuestra venerada normalidad, no en la admiración por la desgracia del otro. No sé si te gusta la poesía de Leopoldo Panero, por ejemplo, pero es muy parecido a lo que quiero decir.
Tesa, el nombre de Teresa está muy ligado a mi vida, aunque no de la exacta manera que cuenta este pequeño relato. Besos!
Instigador, los lectores es lo mejor que tiene este blog, sin duda. Creo que lo hubiera dejado hace tiempo si no hubiera tenido conversaciones interesantes a raíz de algunos posts. Eso sí, echo de menos a algunos determinados.
El alcoholismo con esquizofrenia no es lo mismo que el alcoholismo sin esquizofrenia. Tampoco ayuda mucho un nihilismo consciente, en plan Nocolas Cage en Leaving Las Vegas.
Salud!
Gemmayla, dicen que no hay venenos, sino dosis. Estoy seguro de que un miligramo de heroína es menor perjudicial que una tonelada de fabada asturiana. Y el desarrollo de enfermedades mentales depende de factores biológicos y genéticos, que nos pueden predisponer o no a unas sustancias o a otras, incluido el THC de la marihuana, por supuesto.
Le decía a Carrascus que no admiro este tipo de situaciones, en absoluto. Tan sólo pretendía decir que en medio del deterioro físico y mental más evidente, aún puede permanecer una chispa de genialidad. Incluso, que la frontera entre la genialidad y la locura es muy fina y ambas pueden compatibilizarse durante un tiempo, como en el caso de la poesía de Leopoldo Panero.
El grado de frustración en los intentos de ayuda de este tipo de personas es absoluto. Sólo los que lo hemos visto de cerca podemos no censurar a quienes les acaban dejando de lado. Porque es imposible, simplemente imposible. Creo que la única respuesta es la social, las instituciones sociales y los hospitales. Ninguna familia puede hacerse cargo de una situación así sin una fuerte ayuda.
Y tienes razón, todos somos enfermos mentales en potencia, a la espera de un catalizador. Todos nosotros, nuestros propios hijos también.
Besos!
Dalila, desde el primer momento comprendí que el tema del alcoholismo te tocaba personalmente. En ningún momento he pretendido dar ningún aire romántico a un problema tan grave para una familia como es éste. Lo siento, si me has interpretado así. Hablo de un atisbo de genialidad en medio de la locura decadente como algo que nos desconcierta.
Nausicaa, es muy interesante lo que dices, algo importante. Lo que dices no está muy explícito en el texto, pero impregna toda la intencionalidad del mismo. Nos sentimos culpables de ser normales frente a la enfermedad de los otros. Nos vemos en el espejo de los otros y nos preguntamos por qué.
Tremends, tienes toda la razón. No podemos culpar a alguien de tener una predisposición cerebral diferente de la nuestra. ¿Por qué, si A se excede lo mismo que B, a A no le pasa nada y B destroza su vida? No podemos culparles, pero tampoco podemos convivir con ellos. Esa es la tragedia, lo que no se entiende desde posiciones teóricas de anti psiquiatría que no han tenido contacto con el problema social de la enfermedad.
Margot, tienes razón, los humanos nos precipitamos en los juicios muchas veces. yo procuro hacerlo lo menos posible, pero no siempre puedo evitarlo. Y tienes razón, este cuento habla de debilidad (y enfermedad) y no de malas elecciones. Supongo que tu admirado poeta es panero, del que he hablado un poco más arriba también. Creo que la existencia de la poesía de Panero explica bien lo que quiero decir respecto a la locura y la genialidad, sin admiraciones.
Semifusa, ese “cuánto ignoras” habla de todos nosotros, claro que sí. Qué bien me lees, gracias :)
Efectivamente, la foto es Ávila. La Plaza del Ayuntamiento, o la Plaza de la Victoria, o, como es más conocido, el Chico. Es el escenario de esta historia.
Muchas gracias por pasarte por aquí y por tu comentario, semifusa.
Yo solía escuchar a Panero en la sección que tenía de un programa de la radio que oía. Y la verdad es no me interesaba en absoluto el mundo en el que vivía ni la poesía que escribía. No digo que fuese mala ni que no fuese interesante para cualquier otro (de hecho para algunos de vosotros sí lo era), es solo que a mí no me decía nada en absoluto que pudiese conmoverme. No le encontraba la genialidad por ningún lado.
También dicen por ahí arriba que quienes somos nosotros para juzgar... bueno, en lo que a mí respecta, creo que en mis anteriores comentarios no he juzgado a nadie, solo he dicho que no compartía la visión bella o gloriosa que se les adjudica al comportamiento de estas personas. Pero sí quiero decir que todos somos quienes para juzgar comportamientos que conocemos de cerca y que nos han afectado. Claro que podemos juzgarlos; y como resultado de nuestro juicio podemos decidir qué hacer con respecto a ellos. No todas las situaciones son las mismas, ni los sujetos, ni las vidas...
Cada vez me cuesta más definir "locura". Y no quiero caer en el lugar común que indica que todos somos locos a nuestra manera, porque no.
No creo que sea lo mismo locura y desequilibrio, y en ese caso, desequilibrio visto desde qué perspectiva.
Hay algo innegable: vivimos en sociedad. De alguna u otra manera dependemos de los demás. Entonces, hay ciertas actitudes en las que debemos estar de acuerdo: no escupir a quien pasa a nuestro lado, no ponernos a tocar la guitarra en medio de un concierto ajeno, etc. Quien lo hace, demuestra algún tipo de desequilibrio. No creo yo que eso sea Libertad. La Libertad es algo más grande y más amable (y digo "amable", no "servicial").
Lo que me da tristeza de estas historias es el aire de marginalidad.
Como siempre (la tristeza es algo ocasional) es un placer venir por acá.
Hay aprendizajes que es mejor no adquirir nunca, aunque en ocasiones creamos que nos estamos perdiendo "algo"
Qué bonita es Ávila...
Será un texto literario como dices , pero conozco un personaje real que podría personificarlo. He aprendido a controlar mi mirada y mi saludo cuando me cruzo con él.Pero ha desarmado mi impotencia durante mucho tiempo .A veces está leyendo pulcramente sentado en el banco de delante de la panaderia, tiene un día bueno y se ha duchado , se ha cambiado la ropa y me sonrie al pasar. Otras veces, las más ,está tumbado , durmiendo desde no se sabe que hora y hasta cuando .A veces desaparece durante días..
Entiendo lo que dice Carrascus , pero la resilencia sigue siendo una cualidad en fase de estudio.
Una frase bestial de Panero: "En la infancia vivimos y el resto de la vida adulta, sobrevivimos" puede ilustrar la angustia vital que asola al enfermo mental y a todos en un momento dado. Es soberbia esta frase dicha en el contexto de "El desengaño" de J, Chavarri, un documental estremecedor sobre esta peculiar familia, la de los Panero.
Su carlos, ha traído a mi memoria a Anibal, uno de esos niños rebeldes hoy, malos de entonces, a los que un estricto profesor, que hoy estaría sentado en un banquillo por sádico, levantaba de las orejas mas de 40 centímetros del suelo. Anibal era curioso, inquieto, intrépido. Seguramente su curiosidad, inquietud y falta de cobardía ayudaron a que cayera en aquel abismo de papelinas, cucharillas y mecheros de finales de los 70 (principios de los 80 en mi barrio, donde todo llegaba tarde. Incluso lo malo).
Impresionante fuerza la de su post.
Saludos
No, no lo creo
muakkkkkkkkkkkk
No sé por qué cuando leía tu relato estaba viendo la cara de Panero. No es lo mismo, ya lo sé. Pero quizás he entendido (después de leer los sabios comentarios)que lo que te intrigaba de Carlos, era el reflejo de todo lo vivido en sus ojos oscuros. No sé si se le puede llamar envidia, yo no lo haría. Más bien curiosidad malsana.
Estupendo relato. A sus pies, señor Lagarto
No Surrender, el relato es muy bueno. Ese "Cuánto ignoras", me descoloca, me deja en suspenso, me pone una interrogación - muy hábil por parte del escritor-, y ese final "me lleva una vida entera de ventaja" es muy literario y poético, lo entiendo más como una concesión al personaje de Carlos y al lector que como una realidad. El escritor quiere que sintamos simpatía por ese personaje y lo consigue.El perfil del personaje que creas es conmovedor, despierta compasión (en el sentido de padecer con). Esquizofrenia y alcohol, terrible combinación. También pensé en Panero, y en algún amigo cercano. Hay muchos casos donde se combinan genialidad y locura que acaban en la autodestrucción, y no sólo por alcohol o drogas (Van Gogh, V. Wolf...).
Un saludo
Señor Carrascus, por alusiones le diré que no aludía a ningún comentario en concreto, la impresión general que me dieron fue a lo que me refería. Yo sólo opino (y es una opinión, cada cual tiene una y ninguna me parece determinante en nada) que se deshojaba el blanco y negro, el esto sí y esto no. Y no es que a mí me apasione especialmente el lado salvaje de la vida pero de tanto mirar alrededor llegué a la conclusión de que, en algunos casos, se esconde la misma perversión o mayor, en aquellos que practican la vida apacible. Y que vidas tenemos todos y mejor no escupir al cielo, mucho menos desde una atalaya de lo que es apropiado o no con respecto a vidas ajenas. Pero eso, allá cada cual, con sus opiniones y también con su capacidad de juzgar, por supuesto.
En cuanto a Panero… para gustos se hicieron los colores. Si ir más lejos a Benavente le concedieron un Nobel y hay quien disfruta leyéndole. De todo hay en la viña del señor, ya ve.
Saludos polémicos y sanos.
Recuerdo muchas historias suyas. Una vez me dijo: "Cuando veo a esas mujeres a las que perseguís me digo a mí mismo "esta no es mi amada"". Me dejó con el mismo desasosiego culpable que he reconocido en este relato. Los que lo hemos vivido, sabemos que no es solo ficción. Athos
Me he puesto a investigar y me gustaron "Los Secretos". Igual para mí no es novedad, tengo una especie de debilidad por la música de tu país.
El texto es bellísimo, mezcla de sentimientos, muy palpable.
Carlos ha visto los rayos gamma esos de la puerta de Tanhauser, pero no ha vuelto...
Existen personas que se dejan arrastrar por el infierno de la autodestrucción sin dejarse ayudar en absoluto. Sin embargo también existen otras que sacan fuerzas de flaqueza para renacer de sus cenizas y positivizar las conclusiones obtenidas, lo cual es realmente admirable.
En cuanto leí tu entrada me acordé de inmediato de un chico de mi barrio que hace años destrozó su vida y la de su familia, a causa de la droga. Cuando finalmente tocó fondo y perdió a su mujer e hijos decidió dedicar su vida a ayudar a otros afectados a salir de ésa espiral tan dolorosa.
Hace unos meses una conocida me habló del hijo drogodependiente de una amiga suya y le hablé de éste chico cómo ejemplo de voluntad y de posible salida de éste infierno. Me pidió contactase yo con él primero, y así lo hice. Me sorprendió su memoria y lucidez, puesto que enseguida me recordó cómo “la peque” de mi familia. Tras la extensa y emotiva conversación que mantuvimos por teléfono, saqué la conclusión (una vez más) de que las personas que han sufrido mucho en ésta vida y son capaces de darle la vuelta, y en éste caso concreto reconocer que hicieron terriblemente mal las cosas, que desgraciadamente ya no pueden volver hacia atrás en el tiempo para reparar todo el daño y dolor sufridos, poseen una calidad y calidez humana sorprendente.
Me despedí de él diciéndole que pasara algún día a visitarme para poder presentarle a mi familia, pero me dijo que el poco tiempo que le dejaba su trabajo quería invertirlo en compensar a su madre, hermana y sobrino, la única familia que ha recuperado. Colgué el teléfono emocionada y con la sensación de haber conocido a un auténtico héroe de la dignidad, el ejemplo y la supervivencia humanas.
Te aseguro Nosurrender, que ésa conversación telefónica me ha aportado muchísimo a nivel personal, por lo que en cierto modo comprendo lo que quieres transmitir con tu hermoso texto.
Y la canción es preciosa.
Besos
Hace bien poco volví a leer este relato y pensé que era bastante digno de estar aquí, en esta bitácora.
(También coincidí de forma tangencial contigo hace unos días, cuando escuché el My hometown que compartieron Tracy Chapman y Bruce un par de días antes de que pusieras aquí otro fragmento de ese mismo concierto)
Ya no me sorprende mucho que pasen estas cosas.
Tal vez el relato falla si no consigue transmitir que no trata de una visión romántica de la esquizofrenia o del alcoholismo, sino un encuentro entre dos seres humanos desencontrados. También desde la experiencia puedo decir que a veces damos demasiado protagonismo a las enfermedades y haciéndolo, olvidamos a los seres humanos que viven dentro.
Pero me gusta mucho el comentario de Athos; me reconcilia conmigo misma.
Para mí, lo verdaderamente demencial es considerar a personas en la situación de Carlos como seres de otra especie, "metralla humana", como me dijeron una vez. No me extraña que te sintieras mal. Vivir bien aquí tiene su precio. ¡Saludos!
¿De verdad desearías conocer, en este caso, aquello que él conoce y la mayoría de nosotros no?
Un beso acumulado, Lagarto. Con esto de ir de acá para allá te leo a hurtadillas pirateando wifi con mi pda de hotel en hotel y sin poder comentar...
A mi me pasó una historia parecida. Todos prejuzgamos a nuestros compañeros de la infancia, pensamos que sus vidas siempre son peor que las nuestras, ahí radica el error, simplemente son diferentes...
me haces pensar, mucho, y eso me gusta! un abrazo enorme
Todos prejuzgamos a nuestros compañeros de la infancia, pensamos que sus vidas siempre son peor que las nuestras, ahí radica el error, simplemente son diferentes...
Pensar que la vida de un tío que comenzó estudiando y dando las primeras patadas al balón contigo, y que después comenzó a anestesiar sus frustraciones con una botella que le hacía dar palizas increíbles a su mujer, con la que se casó obligadamemente muy joven, y a sus hijos; que cuando estaba sereno lo único que le interesabe en la vida era volver a tener tiempo para acudir otra vez a la botella, y que murió, vete a saber si de cirrosis o de algo peor, antes de cumplir los cuarenta... pensar que la vida de ese hombre no es solo diferente, sino mucho peor que la que vivimos nosotros (o que la que vivo yo, no voy a meter a nadie más), ¿es un error...?
La lucidez de la frase también me recordó a Panero, que es un personaje que me fascina. En mi trabajo a veces encuentro personas así, te descoloca lo que pueden llegar a decir. Aunque para eso hace falta escucharles, y claro, siempre estamos tan ocupados. O nos da miedo lo que puedan decirnos, que también.
Un beso.
"Fue él quien habló. Dijo:
—Cuánto ignoras, Lagarto.
Y me volvió la espalda, dejándome allí plantado en medio de la acera, con mi carga intolerable de libros e ignorancia y con la sensación inquietante de que, una vez más, me llevaba una vida entera de ventaja."
Muy bueno el final, nos.
Y probablemente tenía razón... cuánto ignoramos, lagarto¡
Un beso grande¡ (me has puesto los pelos como escarpias)
Que camino tan largo.
Terrible.
Un abrazo
Estilazo, si señor. Me gusta mucho lo que voy leyendo.
El alcohol, como cualquierotra droga siempre puede ser un veneno mortal, pero creo que uno ya es mayorcito...también de agua puede uno morirse, más complicado ;)
los tiempos cambian claro hoy a un chico de 8 años no le dan sangría para comer, pero quizás tiene el coco peor para asimilar las cosas...no esta nada claro como asimilar el mundo de los vicios y cada persona es un mundo, dañar el coco es malo, pero es peor no educarlo para saber lo que se le viene encima ;)
Bueno Carrascus, no creo que la capacidad de dicción de Panero, tras tanto medicamento, sea lo mejor para un programa de radio :)
Los gustos, gracias a Dios, no son universales y no llega todo a todo el mundo de la misma manera. En cualquier caso, el prestigio editorial que tiene Panero como poeta es un hecho.
En cuanto a los juicios, yo pienso de otra manera. No somos quiénes para juzgar a los demás, fuera de lo que nos afecta a nosotros directamente, de lo que compartimos como seres sociales. Por poner un ejemplo, puedo juzgar a mi jefe como jefe mío, pero no su vida sexual si quien la comparte con él la aprueba.
Nosotros decidimos qué hacemos con nuestra vida cada día, pero siempre dentro de unas posibilidades dadas. Yo no puedo tengo las capacidades de Zidane para jugar al fútbol. Y algunas personas no tienen las capacidades mentales que, gracias a Dios, tenemos tú y yo.
Arcángel, traes un tema muy interesante, como siempre. Efectivamente, lo que diferencia a la enfermedad mental de cualquier otra enfermedad es su carácter social. Es obvio que una persona con un dolor en un pie no supone el mismo peligro para los ciudadanos que otro que ve visiones que le dicen que debe matar a alguien, por ejemplo. Y es de aquí de donde se deriva la marginalidad que mencionas y que es el escenario en el que se desarrolla esta enfermedad, siempre. Hasta con Leopoldo Panero.
El estigma social de la enfermedad mental ha condicionado todo el desarrollo de la psiquiatría, para bien y para mal.
Merce, creo que la vida entera consiste en “perdernos algo”. Cada vez que elegimos hacer algo, estamos desechando miles de vidas alternativas que podríamos haber tenido. Pero son elecciones libres todas las que hacemos, esa es la cuestión. Ávila es bonita y horrorosa a un tiempo, depende de la relación que tengas con ella ;)
Claro que sí, Mk. Todos estamos en contacto con esta realidad, tan común en todas las ciudades. El dolor es parte del paisaje urbano.
Gemmayla, es una película interesantísima, desde luego. Otra de las frases que arroja Panero al mundo en esa película sobre la pérdida de la infancia es: “El colegio es una institución penal en la que se nos enseña a olvidar la infancia". El mundo es tan agresivo a veces ¿verdad?
Brisuón, desde luego que hay muchos casos cerca de todos nosotros. Y el problema de Anibal tampoco fue la brutalidad en la educación. Hay muchos, muchos ex alumnos de colegios violentos de jesuitas, donde las hostias y las vejaciones eran la norma, y que no han desarrollado esa incapacidad. No, más bien creo que todos podemos ser víctimas potenciales. Puede pasarnos a nosotros, puede pasar con nuestros hijos, amigos. Es nuestro problema.
Vaya, Bolero, que me pierdo ¿qué es eso que no crees? :) un beso!
Lula, es que Panero se ha convertido en el referente básico de este post :) Y sin yo desearlo en un principio, que por eso, de una manera voluntara. no he puesto ninguna referencia a él en el libro y la película. Pero no hay envidia, no. Es algo que me ocurre a mí conmigo mismo. A sus pies, yo, Lula, que para eso soy el lagarto :P
Bueno, Shandy, la frase “cuánto ignoras” no es del autor de este texto, sino la anécdota real sobre la que gira el relato. No es fácil atravesar la capa de miseria, marginación y decadencia para encontrar un atisbo de la luz de lo perdido. Pero es muy vital, en la pequeña medida en que puede serlo.
Quizás, Margot, es que otras debilidades “de vida apacible” se pueden disimular mejor que las mentales. En cuanto a Panero vs. Benavente, me quedo sin duda con el Loco de Mondragón. Besos!
Bueno, Athos, de todos los que aquí han dicho algo, eres el único que conoce al personaje, tanto como yo. Recuerdo muy bien esa conversación que traes, que hará veinte años por lo menos de aquello. Cuando me la he dicho, cuando me la he tenido que decir a mí mismo después, ha tenido un resultado contundente. Funciona, sin duda. Saludos!
La música es universal, Laluz. Y ya cuando compartimos el mismo idioma no se pueden entender las fronteras, sólo las promociones de marketing de las casas de música. De hecho, es una canción compuesta por un madrileño para una mexicana. Los Secretos fueron muy importantes en España durante los años ochenta, reflejaron muy bien un estado de ánimo. Y, sobre todo, son grandes músicos. Gracias por tus palabras.
Joako, ha visto cosas imposibles, sí. Pero también ha leído a Heidegger y a Keats. Pero todo eso, se perdió como lágrimas en la lluvia.
Diciembre, no todo el mundo tiene la fuerza de tu vecino. Sin duda es un personaje admirable, en su fuerza de voluntad y en su dignidad. Pero es un héroe. Y no todos sabemos serlo. Besos!
Tengo varias cosas pendientes, k. Tampoco sé muy bien por qué éste aquí y ahora. ¡Pero me alegro de las coincidencias! Tienes razón en que el protagonismo de la enfermedad tapa todo lo que pueda queda dentro. Pero los dos sabemos que esa distancia llega a hacerse tan grande, tapa taras cosas.
También comentaba en este blog, hace unas semanas, cómo Pessoa veía una distancia casi insalvable entre lo que ocurre dentro de nuestra piel y la vida de los demás.
Me alegro de que te interese el comentario de Athos. A ver si hay suerte y volvemos a coincidir en otro concierto dentro de poco. Besos.
Arturo, nos falta humanidad en la sociedad que creamos cada día, sí. tiene que haber sitio también para los perdedores. Como decía la introducción de John Donne en Por quién doblan las campanas: “Ningún hombre es una isla, algo completo en si mismo; todo hombre es un fragmento del continente. una parte del conjunto. La muerte de cualquier hombre me disminuye a mí, porque yo formo parte de la Humanidad. Y, por consiguiente, no envíes a preguntar por quién doblan las campanas. Doblan por ti.”
Tamaruca, cuánto tiempo! No me gustaría vivir como él, si es a eso a lo que te refieres. El conocimiento es algo mucho más difícil de valorar en estos casos. No, no tengo ninguna envidia. Espero que tu nueva vida sea genial, Tam. Tienes todos mis buenos deseos y un montón de besos!
Roberto, ahora que hablas de la infancia, me acuerdo de esa secuencia de Annie Hall, en la que todos los niños compañero de clase de Woody Allen se levantan y dicen lo que han llegado a ser de mayores. Evidentemente, también tienen su yonki. Qué gran película! Saludos!
Carrascus, entiendo lo que quieres contar. Es muy obvio que todos preferimos vivir más de cuarenta años, con una vida saludable y llena de amor. El tema es que no todos podemos elegir igual y no todos tenemos las mismas cartas.
Claro que nos da miedo, Princesa. Pero quizás tenemos más miedo de nosotros mismos que de ellos. Quizás nos vemos en ese espejo y nos injustamente privilegiados y demasiado cómodos. Un beso!
Gracias, Tuti, anécdotas de este personaje hay muchas. El final siempre viene solo. Veo que te has rebautizado ;) besos!
Los pasos, claro que tenía razón. Ignoramos todo. Y pretender saber puede resultar hasta una batalla ridícula, según cómo se mire. Un beso!
Churra, la vida no es fácil para todo el mundo. Pero lo terrible convive con lo maravilloso. Es así, y es bueno saberlo. Supongo. Un abrazo!
Gracias, Mera, por tus palabras y por pasarte por aquí. Es un placer compartir este espacio, pásate cuando quieras.
Claro, Atikus, el problema no es el agua ni es una vaso de sangría en las comidas. Supongo que es bueno que la gente se conciencie de que el alcohol tiene su peligro, pero las prohibiciones no resuelven nada nunca. No hay venenos, sino dosis. Y ni siquiera todos tenemos el mismo nivel para las dosis.
No surrender, mira aquí, es sobre Leopoldo María panero:
http://www.babab.com/no26/panero.php
Si, a ese miedo me refería, a la lucidez del que ya lo ha perdido todo. Un beso.
Excelente post. Cuánto ignoramos todos...
Besos felinos.
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