Instinto básico
En lugar de subirnos a los árboles, nos subimos a las plantas de oficinas. En lugar de perseguir el mamut con la lanza, perseguimos pollo de oferta con el carrito del supermercado.
Tenemos más cerebro que otras especies biológicas, eso sí. Pero es un arma menor. Una especie de solución –evolutiva- ad hoc ante el gran handicap de no tener enormes garras, velocidades supersónicas o capacidad de engendrar crías de cien en cien. Es mejor tener garras que tener cerebro; se sufre menos.

Decía Eduard Punset que tenemos el cerebro preparado biológicamente para protegernos de un ataque de leones feroces, pero no de un ex amante despechado o un jefe acomplejado. Y el cuerpo, que en lugar de morir en la fase descendente de su vitalidad sexual, su vida ahora es artificialmente alargada por la ciencia más del doble de lo previsto por la propia biología. Y así se ve obligado a vivir los últimos años en la impotencia, el alzheimer, la desesperanza marchita. La infelicidad.
Y es que no podemos obviar la condición de primates en nuestra biología. No está nuestro cerebro preparado para la lenta decadencia. El cerebro, como diría W. Allen, es un órgano sobrevalorado

Todo esto viene a que el otro día vi un documental sobre Luis Buñuel en la tele. Decía el genio en su autobiografía, escrita en la senectud:
“De modo particular durante los últimos años, he comprobado la progresiva y, finalmente, total desaparición de mi instinto sexual, incluso en sueños. Me alegro, pues me parece haberme liberado de un tirano. Si se me apareciera Mefistófeles, para proponerme recobrar eso que se ha dado en llamar virilidad, le contestaría: No, muchas gracias, no me interesa; pero fortaléceme el hígado y los pulmones, para que pueda seguir bebiendo y fumando.”

Es una suerte poder hacer las tres cosas. ¡Por el momento!
Un libro sobre la decadencia: El viaje a la felicidad, de Eduard Punset
Una película sobre la decadencia: El crepúsculo de los dioses, de Billy Wilder
Una canción sobre la decadencia: I’m loosing my touch, de Keith Richards